El tarot convertido en arte en una mágica exposición en Madrid

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La exposición La Torre Invertida: el Tarot como forma y símbolo en Madrid analiza el interés de hoy y siempre en torno a la más difundida herramienta de la adivinación: el tarot. Una selección de artistas internacionales que lo usan para crear nuevas vías de pensamiento simbólico, críticas con la realidad, por la vía de la psicomagia.

El tarot es una herramienta medieval de adivinación. Nació de forma anónima para Europa en torno al siglo XV: combinaba los recientes naipes y su condición original supuesta de juego de salón con ese pensamiento simbólico arcano y místico que, en aquel entonces, servía casi como ciencia. Pero, a diferencia de la alquimia y la astrología adivinatoria, madres atávicas de la química y la física astronómica, el tarot permaneció siempre como una rémora intelectual de un pensamiento pagano y antiguo, mezclado con algunas formas cristianas, que atribuía valor a los hechos singulares acaecidos y al azar, a través de la interpretación hermética.

Esta herramienta, que tuvo muchas, variadas y distintas formas y motivos en Europa a lo largo de los siglos (el Visconti-Sforza, el Sola-Busca, el piamontés, el siciliano, el Rocha o el Noveau, por citar algunos), terminó centrándose en un modelo concreto, el tarot marsellés (el más habitual y conocido hoy, con sus símbolos claros como la torre, la papisa, el colgado o la rueda de la fortuna) hasta que, en 1916, con la teosofía de por medio, surgió el primer tarot americano, el Waite-Colman Smith, que domina hoy el imaginario anglosajón.

Con la llegada de la posmodernidad, y la apuesta por un anarquismo epistemológico que no niega el valor –no exactamente científico, sino de conocimiento sobre el ser humano y sus modos de pensamiento– a lo simbólico, el tarot revivió y comenzaron a proliferar las versiones propias, individuales, y los saltos culturales. La cartomancia no es patrimonio solo de Europa, aunque la haya instigado, y el tarot se alía con otros cultos mágicos afrodescendientes y asiáticos. Es tal su presencia hoy que, sin irnos muy lejos, hasta el actor Johnny Depp acaba de inaugurar una exposición con una –bastante desalentadora y pedestre– versión propia. Digamos que es terreno abonado para la exploración estética de cualquiera .

La exposición La Torre Invertida: el Tarot como forma y símbolo no incluye a Depp, por suerte, pero sí a una generosa cantidad de artistas contemporáneos que lo están utilizando de la manera que explicita el título: como forma y símbolo para dar nuevas ideas sobre el mundo actual, conjurarlo o adivinarlo.

Ejemplarmente montada y comisariada por Pilar Soler Montes, aunque algo repetitiva en su concentración de diferentes formatos de juegos de cartas e instalaciones con mesas de lectura y adivinación, incluye excelentes visiones de artistas occidentales como Dorothy Ianone o Suzanne Treiter –esta última siempre interesada por lo mágico alegórico–, otras de estética urbana y actual como la de Aldo Urbano; una loable perspectiva descolonizadora a través del trabajo de Frederick Buly Bouabré, de la afroamericana Betye Saar, o los apuntes irónicos en modo tecnoasiático de los berlineses Plastique Fantastique, e incluso sorpresas como las coloridas y aparentemente ingenuas esculturas que Niki de Saint Phalle dedicó al tema en los ochenta.

Termina por incluir hasta mitos icónicos en sí mismos: un vídeo realizado por la siempre nerviosa y errática mano de Andy Warhol, de una eterna lectura de cartas a unos envidiablemente jóvenes The Velvet Underground, y también, en su modo más alejado a las cartas en sí, las fantasías kitsch de estética muy travesti de Raúl de Nieves, amante de lo transformador y lo simbólico a través de la instalación escultórica, el vestuario performativo y la acumulación de plásticos y brillos transculturales.

Una exposición tan divertida en la forma como trascendente en el fondo, a la que hay que ir con paciencia: cada carta es casi un nuevo símbolo que revela aspectos de la realidad actual.