El pasado sábado, Andria Putkaradzem ganó Eurovisión Junior 2024, celebrado en Madrid, representando a Georgia con la canción To My Mom (Para mi madre). De manera que el año que viene el festival se celebrará en dicho país.
A estas alturas no es necesario recordar que buena parte del público eurofán pertenece a la comunidad LGTBIQ+, y por eso el triunfo de Georgia ha generado preocupación, porque muchos de esos fans que querrían visitar el país el año que viene para ver el concurso son conscientes de que no es un lugar seguro para el colectivo.
Hace dos meses, el Gobierno de Georgia aprobó una ley anti-LGTBIQ+ que entró en vigor el mes pasado y restringe los derechos de las personas del colectivo, el matrimonio igualitario, la atención médica de reafirmación de género y la difusión de información en escuelas y medios de comunicación que pueda percibirse como “propaganda LGTBIQ+”.
A finales de octubre, se celebraron las elecciones parlamentarias, y este fue el discurso del partido gobernante y reelegido Sueño Georgiano ante los votantes más conservadores. Los activistas LGTBIQ+ del país temen que al haber sido reelegidos las medidas represivas aumenten. También les preocupa que el Gobierno de Reino Unido mantenga la prohibición de las solicitudes de asilo para las personas que huyen del país, ya que al igual que India y Albania pertenecen a una lista de estados “seguros”, según el Gobierno británico.
Por su parte, Estados Unidos ha impuesto sanciones y prohibiciones de viaje a altos funcionarios del Gobierno georgiano por socavar la democracia, y la Embajada británica en Georgia ha criticado a Georgia por “socavar los derechos humanos fundamentales”, algo que contradice la postura del anterior ministro del Interior de Reino Unido, que mantiene que el país sigue siendo seguro para personas LGTBIQ+.
La diputada por Nottingham Nadia Whittome cuestionó al ministro del Interior por la prohibición a las solicitudes de asilo de personas de Georgia e India, ya que permite que sean expulsadas sin evaluación ninguna de su seguridad, a pesar de que la persecución a los colectivos minoritarios está aumentando. En respuesta, la ministra del Interior desde el mes de julio, Angela Eagle, dijo que compartía las preocupaciones sobre las nuevas leyes de Georgia y que si se continúan intensificando se tendrá en cuenta para revocar la designación de país “seguro”.
Esta nueva oleada de legislación represiva hacia las personas LGTBIQ+ no es el primer retroceso, sino que se suma a las pruebas ya existentes de que Georgia no es un país seguro para las personas del colectivo. Algo que ya identificó, en 2022, el Departamento de Estado de EE UU como “problemas importantes de derechos humanos”, e incluía la violencia y las amenazas de violencia contra las personas LGTBIQ+.
La situación en Georgia deja claro por qué las prohibiciones a las solicitudes de asilo son erróneas, ya que se está volviendo un país cada vez más hostil y peligroso para las personas del colectivo. Desde las distintas asociaciones de Reino Unido y Georgia, piden que las solicitudes se resuelvan caso por caso y no se generalice por la totalidad del país, para que así georgianos, albaneses e indios puedan recibir refugio en Reino Unido.