Javier Inés, el fotógrafo que buscó incomodar retratando la Barcelona 'underground'

Temas: Arte, Artista LGTBIQ+, Barcelona, Exposición, VIH

Nacido en Zaragoza en 1956, Javier Inés se trasladó a Barcelona a mediados de los 80 para estudiar fotografía, y trabajó como camarero en locales como KGB o Distrito Distinto. No tardó mucho en llamar la atención de fotógrafos reconocidos como Colita, que fue considerada su “madrina”, y pudo retratar a gente tan variopinta como Mariscal, Pasqual Maragall, Alberto García-Alix o Mónica del Raval, a quien “descubrió”. Inés buscaba personajes que fuesen incómodos en una ciudad de triunfadores, en una ciudad olímpica.

Lamentablemente, en 1990 enfermó de VIH y un año más tarde falleció. “El sida en ese momento fue como una pandemia, fue terrible, un horror”, recuerda con dolor Juanjo Rotger, quien mantuvo una relación con él durante cinco años. También recuerda que en sus últimos días, Javier le dijo: “No desperdigues mi archivo”. Una frase que se le quedó grabada, un archivo de más de diez mil fotos.

Treinta y tres años después, la obra de Javier Inés volvió a ver la luz en Paris Photo, una de las ferias de fotografía más importantes, de la mano de la galería Rocío Santa Cruz en Barcelona (Gran Vía de les Cortes Catalanes, 627). Ahora, esta exposición se presenta en la ciudad condal mañana, jueves 30 de enero.

Esta muestra pone de relieve cómo la mirada de Javier Inés oscilaba entre dos polos de valores estéticos y morales en la Barcelona preolímpica a través de los protagonistas a los que fotografía: desde escritores, arquitectos y diseñadores hasta personajes anónimos, colectivos artísticos alternativos y rebeldes. Por eso mismo, este archivo tiene un gran valor cultural, ya que muestra el contexto de la Barcelona de la época, donde una parte escapó de las narrativas oficiales del momento.

La Barcelona underground, un submundo calificado como vibrante y transgresor, un lugar donde conviven artistas, bohemios y personajes que desafían las normas impuestas en esos momentos y que se acaban convirtiendo en el material de creación de Javier Inés. Los protagonistas son casi siempre fotografiados en blanco y negro, a contraluz, captados de manera audaz, con empatía y humor. Una demostración entre lo íntimo y lo teatral.