Con el porte de la artista que tiene una de las mejores voces de este país, y la cercanía de una amiga con la que pasas una mañana cualquiera. Así nos recibe Diana Navarro, rodeada de vestidos y tacones, y emocionada por las fotos que acaba de hacerse para este reportaje. “Me hace mucha ilusión ser portada de la revista Shangay por todo el cariño que le tengo al colectivo y por lo comprometida que estoy con la causa. El colectivo es mi familia, y por eso hoy es un día muy feliz”. No son estas palabras en vano, ya que gracias a su hermano aprendió la importancia del derecho a ser quienes somos, algo que recuerda con alguna lágrima en los ojos. “Mi hermano ha sido víctima del desconocimiento social. Salió del armario muy tarde y sufrió las costumbres del patriarcado de aquella época. Mi padre llegó a estar un mes sin hablarle, era un hombre bueno, humilde y adoraba a sus hijos, pero los hombres entonces tenían que ser brutos, solo aceptaban lo normativo. Si él hubiese sido consciente de los despectivo y doloroso de su actitud, no lo habría hecho en la vida”, explica conmovida. “Quiero decir que estoy muy orgullosa de mi familia y, sobre todo, de mi hermano Miguel Ángel, que por culpa de esta sociedad salió muy tarde del armario, y ahora, gracias a dios, es libre y feliz”, proclama.
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Por vivencias y aprendizajes como este, la cantante se siente de lo más entusiasmada por haber ‘oficiado’ su primera boda gay, algo de lo que no para de presumir. “Era la boda de dos amigos diseñadores que me lo pidieron, y fue un acto súper bonito. Yo es que soy cristiana y muy LGTBIQfriendly, todo es compatible, por eso me llena mucho que la primera unión de amor que he oficiado haya sido de una pareja gay”, cuenta ilusionada.
La Navarro es así. Abraza la diversidad y la pluralidad, y no concibe el rechazo. “Lo importante es que la gente ame, sienta, crea y se llame como le dé la real gana. Que cada uno haga con su vida lo que quiera, siempre y cuando respete al prójimo”. Un principio que contrasta con la realidad de una sociedad cada vez más polarizada, en la que los derechos y libertades de las personas son otra moneda de cambio. Algo que achaca a la soledad. “Hay mucha gente que se agarra a una idea, por muy radical que sea, solo para sentirse parte de un grupo. El problema es cuando se trata de gente joven que, quizá, es más inexperta y manipulable. Hace falta más empatía y pensamiento crítico. La educación debe ser lo primordial, se debe enseñar a respetar y a tener valores, eso para mí es lo importante. Las personas están antes que las ideologías”, dice con firmeza.
Pero ella no solo ha venido a Shangay a proclamarse aliada sobre las tablas, también ha venido a hablar de su libro, o en este caso, de su espectáculo Ya no estoy sola en el Teatro Real de Madrid, algo que para ella es “cumplir otro sueño”. Se trata de un concierto único con el que quiere celebrar los veinte años del lanzamiento de la canción que la dio a conocer, Sola. Una cita con todas sus disciplinas: copla, saeta, zarzuela, una orquesta, una banda, muchos invitados… Un poco de todo: “Es un repaso por toda mi carrera y la presentación del tema Ya no estoy sola, que es una canción dedicada a toda la gente que ha creído en mí, me ha seguido y me ha permitido llegar hasta aquí”.
En esta noche única, que servirá a su vez de presentación de una próxima gira también llamada Ya no estoy sola, la malagueña mostrará sus dotes como actriz, que ya le han valido la nominación al Premio Max por su papel en la obra de teatro En tierra extraña. “Esa nominación fue increíble. Sí que habrá algún guiño a la interpretación. Concha Piquer vive en mí desde que hice En tierra extraña, y ahora estoy con la gira De la Piquer a la Navarro; ella siempre viene del más allá a visitarnos, así que algo de eso habrá”, nos adelanta. Y es que parece que Diana Navarro le ha cogido el gusto a esto de la interpretación: “Yo llevaba una actriz intuitiva dentro de mí por el género que siempre he hecho, que es la copla. Ser actriz es el acto de humildad más grande que hay, porque ser cantante es ser un poco diva, ser la protagonista; pero al actuar tú desapareces, solo eres el vehículo para el personaje. Me olvido de Diana Navarro, que la quiero mucho, pero es muy guay ser otras personas, aprendo muchísimo”. De hecho, al preguntarle por alguna espinita que se le haya quedado clavada a lo largo de estos años, lo tiene claro: “Me habría encantado ser ‘chica Almodóvar’, no pierdo la esperanza”, explica, pero aún hay más. “También me gustaría ser ‘chica Javis’, que además van a hacer una película sobre Lorca. Me los encontré el otro día en el aeropuerto y les dije que me hicieran un casting”, cuenta entre risas pero con la ilusión de que pudiera ocurrir en un futuro próximo.
Quién sabe a qué retos tendrá que enfrentarse Diana Navarro en los próximos años, o todos los sueños que aún le quedan por cumplir. Si miramos hacia el futuro, y ponemos la vista dentro de otros veinte años, a ella le gustaría “estar bien y tener salud. Yo espero que el público me siga acompañando, me encantaría tener una carrera larga y fructífera”. Que así sea. Mientras tanto, nos centraremos en el presente, que es la única certeza que podemos tener en este encuentro con la Navarro: el aquí, el ahora y su cita en el Teatro Real. Un concierto especial en su carrera donde le gustaría que “todo el público respirase amor y saliera de allí con el corazón lleno, que compartan ese amor para que así desaparezca la maldad, la ira, el rencor, el estrés…”. Con este reclamo cualquiera se atreve a perdérselo.
ESTILISMOS: JOSÉ PEREA / EMILIO SALINAS
MAQUILLAJE Y PELUQUERÍA: JUAN PACHECO PARA MAC Y I.C.O.N. SPAIN BY MÖN TEAM
VÍDEO Y MAKING OF: PABLO CARRASCO DE JUANAS