Salud sexual: un derecho al placer desde el respeto mutuo

Por el Día Europeo de la Salud Sexual, Mario Blázquez, técnico de salud de COGAM, reflexiona sobre el derecho al placer.

Celebramos el Día Europeo de la Salud Sexual.
Celebramos el Día Europeo de la Salud Sexual.
12 febrero, 2025
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Cuando hablamos de salud sexual, a menudo se reduce a la prevención de infecciones de transmisión sexual (ITS). Aunque es esencial cuidarse, la salud sexual va mucho más allá. La OMS la define como un estado de bienestar físico, emocional, mental y social en relación con la sexualidad. Así que, spoiler alert: ¡la salud sexual incluye el derecho al placer, a relaciones afectivas sanas y al acceso a información libre de tabúes!

Durante años, la sexualidad se ha centrado casi exclusivamente en evitar problemas. Claro, prevenir es importante, pero reducir el sexo a «protégete o sufrirás» es como decir que ir al gimnasio es solo para ponerte cachas. ¿Y el disfrute? El placer sexual es un derecho, los roles de género distorsionan cómo nos acercamos a nuestra sexualidad. Desde pequeños, nos enseñan que las mujeres deben ser ‘recatadas’ y los hombres ‘siempre listos’. Y los hombres gais y bisexuales no escapan de los estereotipos: eternamente bellos y con la libido en modo ‘on’. Estos clichés convierten el sexo en un examen constante, donde todas estamos esperando aprobar.

La sexualidad es una experiencia única para cada persona. Necesitamos una visión más relajada y libre de juicios, explorar nuestro placer libremente, sin cumplir expectativas sociales rígidas y con el derecho a decidir sobre lo que nos gusta y lo que no. Pero, para elegir, es necesario tener acceso a información y educación, algo que sigue siendo insuficiente. La sexualidad ha de ser liberada de los roles de género impuestos. A menudo, incluso dentro de la comunidad LGTBI+, mantenemos expectativas de comportamiento, perpetuando estereotipos sobre quién debe «llevar la iniciativa» o cómo debe expresarse la masculinidad o la feminidad. Estos mitos afectan de una manera especial a las distintas relaciones que se dan dentro de nuestra comunidad.

Bandera LGTBIQ+

Bandera LGTBIQ+

El camino hacia una salud sexual plena no solo pasa por luchar contra los prejuicios externos, sino también por erradicar la discriminación que existe dentro de nuestra propia comunidad. Por desgracia, algunas personas LGTBI+ discriminan a otros miembros, por no cumplir el canon de género, por consumir sustancias e incluso ¡por tomar PrEP! Esta falta de apoyo interno limita el acceso a la información y los recursos necesarios para cuidar nuestra salud sexual y emocional.

Un aspecto crucial es la inclusión de las personas trans y no binarias, cuya salud sexual ha sido invisibilizada durante demasiado tiempo. La sociedad sigue viendo la sexualidad desde una perspectiva binaria, lo que excluye a quienes no encajan en esas categorías. Esto limita su acceso a una atención de salud sexual adecuada y respetuosa.

Sería maravilloso que la sociedad y la propia comunidad LGTBI+ aceptara la diversidad sin encasillar a las personas en moldes que no les representan. El bienestar sexual de estas personas incluye el derecho a explorar su sexualidad, tener relaciones afectivas plenas y disfrutar del placer sin discriminación. Ha llegado el momento de que nos acerquemos sin reservas a ellas, superando los prejuicios y esas construcciones patriarcales que nos afectan a todas.

Por otro lado, parece que la sexualidad fuera cosa de jóvenes, como si el placer tuviera fecha de caducidad. Pero la realidad es que las personas mayores también tenemos derecho a disfrutar de nuestra sexualidad, sin importar nuestra orientación sexual o identidad de género.

Muchas personas mayores LGTBI+ hemos vivido en sociedades más represivas, lo que ha dejado huellas profundas. Ahora, nos enfrentamos a dificultades como el aislamiento o la falta de recursos adecuados. Pero, un secreto: ¡el deseo sexual no desaparece al cumplir 60 años! La sexualidad sigue siendo una fuente de bienestar físico y emocional. Los servicios de salud deben adaptarse a estas realidades, porque, si mejoramos en todo con la edad, el sexo no es la excepción. Doy fe de ello.

Avancemos, valorando ser más amables, respetuosas y solidarias con nosotras mismas y con las demás, reconociendo que la diversidad dentro de la comunidad es nuestra mayor fortaleza. Dejemos de lado los prejuicios hacia quienes viven su sexualidad de manera diferente a nosotras, y busquemos ser más amables, respetuosas y solidarias con nosotras mismas y con las demás. Intentemos construir una comunidad más unida, donde cada persona se sienta valorada y segura para explorar su sexualidad sin miedo al juicio o la exclusión. Solo así lograremos una salud sexual más inclusiva y equitativa para todas.

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