Valeria es una obra escrita y dirigida por Diego Beares, cuya protagonista trans va a ser interpretada en la madrileña sala AZarte por la actriz Laura Corbacho, de sobra conocida en el universo LGTBIQ+ por su alter ego drag Jenevagina y por su participación en series de culto como Paquita Salas.
Valeria, muy bien recibida en México, llega a Madrid después de tres temporadas en aquel país. Lo hará a una céntrica sala de Chueca siempre abierta a montajes LGTBIQ+. En ella, la protagonista llega desde Cáceres a la capital, como muches chiques de su edad, llena de sueños. Junto a Santiago (TopCesar), Carla (Blessing Boye) y Memo (Omar Méndez), sus mejores amigos, y su novio Marco (Jesús Blanco) se enfrentará a una ciudad hermosa que no siempre lo pone fácil.
Parece irle todo de maravilla, vive en un piso con su mejor amigo en Malasaña y está perdidamente enamorada de su novio. Un día, la vida le vuelve a dar una bofetada como aquellas que recibía en el instituto cuando le hacían bullying y todavía no era Valeria para el mundo. Y tendrá que hacer frente a lo que se viene.
Laura Corbacho está encantada con esta obra, porque siempre celebra cualquier oportunidad profesional que le permita reforzar su visibilidad como persona y actriz trans, tal y como nos cuenta aquí.
SHANGAY ⇒ ¿Qué pensaste cuando te llegó este proyecto?
LAURA CORBACHO ⇒ Me llegó el casting a través de una amiga, y lo hice sin pensármelo demasiado, porque estoy en esa época de decir “sí” a todo. En esta profesión, si no te mueves, te quedas de piedra. Me pilló de vacaciones en un camping, pero aun así me las apañé para grabar el selftape. Al final salió bien, porque me dieron el papel [risas].
«La empatía es más poderosa que cualquier discurso»
SHANGAY ⇒ ¿Cuánto hay de ti en el personaje?
LAURA CORBACHO ⇒ No tanto, y eso me encanta, porque me permite demostrar mi talento como actriz. De hecho, me identifico más con Memo, el personaje que va montando el circo por la calle, imitando a La Veneno o cantando por la Pantoja, recordando que no hemos venido a Madrid a escondernos. Sí que conecto con la parte más recatada de Valeria, con su ansiedad social, con esa cosa de callarse para evitar problemas.
SHANGAY ⇒ ¿Cómo definirías la obra?
LAURA CORBACHO ⇒ Es una especie de viaje emocional, una montaña rusa de emociones, vaya. Empieza como una comedia costumbrista, ligera, pero de pronto da un giro y te hace enfrentarte a la crudeza de lo que significa ser trans o cualquier persona del colectivo. Lo que supone amar, perder y sobrevivir en un mundo que a veces no te quiere. Es un espejo muy honesto de la vida, con contradicciones, con humor y con heridas abiertas. No es el típico panfleto LGTBIQ+; es una historia humana y real.
SHANGAY ⇒ ¿Agradeces que proyectos así, protagonizados por personas trans, lleguen a los teatros?
LAURA CORBACHO ⇒ Totalmente. Porque aunque pueda sonar obvio, todavía no es algo común. Muchas veces, nuestra voz se queda en lo anecdótico o en lo secundario. Que una mujer trans pueda ser protagonista de una historia así sobre un escenario significa que está dejando huella, que ayuda a romper techos . Y sobre todo, prueba que tenemos muchísimo que contar y que aportar, más allá de los clichés de siempre. Además, agradezco oportunidades como esta, porque no todos los días puedes trabajar en Paquita Salas u otra serie de Netflix, y menos siendo una actriz trans. Porque hay que seguir comiendo y pagando el alquiler. Me da esperanza para seguir soñando con poder vivir de esta profesión a pesar de la transfobia que nos invisibiliza.
SHANGAY ⇒ ¿Qué sientes que aporta esta obra a la visibilidad trans?
LAURA CORBACHO ⇒ Aporta verdad. Porque lo que hace Valeria es mostrar a una mujer trans viviendo, amando, equivocándose, riendo, llorando…, sin filtros. Somos seres humanos complejos, con contradicciones, con sueños y con historias universales. Que el público vea eso en escena ayuda a cambiar miradas, porque la empatía es más poderosa que cualquier discurso.