Conocer Malta en primera persona y por primera vez fue uno de los regalos de este año. Apenas sabía nada sobre este pequeño archipiélago que encierra siglos de historia, desconocía su naturaleza cautivadora, llena de playas y calas, con un clima mediterráneo envuelto en un ambiente moderno y cosmopolita. Por eso, cuando pude viajar hasta allí por primera vez para celebrar su Pride con el resto de personas de la isla, entendí por qué Malta ha conquistado a tantos y tantos viajeros a lo largo de su historia.
Su capital, La Valletta, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es un ejemplo vivo de elegancia barroca y vitalidad moderna. Perderse por sus calles empedradas es como viajar en el tiempo: fortalezas, iglesias doradas como la imponente Concatedral de San Juan, balcones coloridos como los del Palazzo Ferreira y vistas infinitas al mar que envuelve la ciudad, como las que hay desde la Bahía de La Valletta.

Imagen del grupo que viajamos hasta Malta.
Pero esta isla va más allá del pasado. Su oferta cultural late con fuerza: museos, festivales de música, cine y arte contemporáneo conviven con un calendario repleto de celebraciones populares, donde la tradición maltesa se vive con pasión. Para quienes buscan ocio y diversión, St. Julian’s y Sliema son el punto de encuentro perfecto. Sus terrazas junto al mar, sus bares animados, locales LGTBIQ+ y discotecas con vistas al puerto reflejan el carácter alegre y festivo de la isla. Su gastronomía es otro de sus grandes atractivos. Influenciada por la cocina italiana, árabe y británica, ofrece sabores mediterráneos con identidad propia. El fenek –conejo guisado con vino tinto– es su plato nacional, mientras que los pastizzi, pequeños hojaldres rellenos de ricotta o guisantes, se pueden disfrutar a cualquier hora. En los puertos abundan los restaurantes donde saborear pescado fresco, aceite local y vinos malteses, que ganan prestigio internacional año tras año. Y es que, comer en Malta es, sin duda, una forma deliciosa de descubrir su historia.
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Uno de los lugares más impresionantes de todo el país es la Gruta Azul, un enclave de esos que te quitan el aliento. Toda una postal que habla muy bien del paisaje maltés. Muy cerca de ahí, se encuentra la capilla de Santa María Magdalena con una modesta y peculiar fachada y unas vistas al mar desde lo más alto de la montaña. Otro de sus imprescindibles son sus playas de arena dorada, como la Bahía de Ghajn Tuffieha, donde pudimos darnos un baño y disfrutar de la mejor versión del Mediterráneo.

La Gruta Azul (Malta).
Y con un breve paseo en ferry, puedes descubrir otros dos pequeños tesoros muy cercanos a la isla principal: Gozo y Comino, donde su vida gira en torno al mar y sus mejores planes están encima de un barco en el que poder navegar, bucear y descubrir todas las maravillas que albergan. Algunas como la Laguna Azul, una pequeña bahía que cuenta con las aguas más cristalinas y brillantes que verás jamás. Todo un ejemplo de lo mejor del país, lleno de historia y modernidad, sol y mar, cultura y diversión. Un archipiélago que ofrece experiencias infinitas. Porque, más allá de su tamaño, Malta demuestra que el auténtico lujo de viajar está en sentirse libre, bienvenido y vivo.
Durante más de una semana, a principios del mes de septiembre, la capital maltesa abre sus calles al color, la diversidad y la inclusión, e invita a visitantes de todas las orientaciones e identidades a compartir una experiencia auténtica e inolvidable. Y es que la gran marcha del Pride es una auténtica celebración por la libertad que congrega a miles de personas a alzar la voz por sus derechos. Desde 2017, el matrimonio igualitario está aprobado en el país, y la legislación y el Gobierno del lado del colectivo LGTBIQ+. Una muestra de ello fue la marcha que encabezaron algunos de los principales dirigentes políticos del país con una kilométrica bandera arcoíris con la que seguían la manifestación, o la iluminación con los colores que representan al colectivo con la que se tiñó de diversidad el Ayuntamiento de la ciudad. La marcha de carrozas estuvo rodeada por una gran multitud que demostró que el de Malta no es un Orgullo pequeño y hay mucho que celebrar en cada una de sus calles, y donde pudimos ver el arte local y a algunas de sus estrellas drags, que desfilaron por la capital para hacer gala de su libertad, desde la icónica fuente de los Tritones hasta el Parlamento maltés.
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La edición de este año, con el lema “Equality from the heart”, fueron diez días de eventos: desde fiestas temáticas como la Lollipop o el bingo drag, hasta exposiciones de arte, debates, talleres, actuaciones como la de la diva maltesa Miriana Conte y su ya icónico “serving Kant”, y un Pride Village que creó un espacio de apoyo comunitario, visibilidad y activismo. Más de 12 años de avances legales en Malta han convertido al archipiélago en un referente para los derechos de las personas LGTBIQ+, y a La Valletta en un lugar que no solo celebra la diversión, sino la convivencia, la diversidad, la libertad y el respeto.
FOTOS: MARTIN DARLING
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