Todo surgió durante un café. El dramaturgo Iker Azkoitia y la actriz y directora Ángela Ibáñez se vieron después de que éste se enamorará de la interpretación de ella durante una función en el Centro Dramático Nacional. Durante la charla que acompañó a ese café hablaron de los referentes, de cómo era crecer sin ellos y de lo importantes que eran para desarrollarnos como adultos. Para ella, la falta de referentes sordos; y para él, los referentes LGTBIQ+.
Años más tarde, han decidido llevar a ese mismo teatro por el que se conocieron una obra que lleva al escenario todos esos referentes. Grito, bodas y sangre es una “experiencia sensorial”, tal y como define su autor, en la que dos jóvenes sordas se quedan en el aula del colegio mientra sus compañeros van a ver una función teatral para oyentes. Ahí, comenzarán a soñar con una versión inclusiva del universo de Federico García Lorca llena de colores, lengua de signos, discurso oral, música en directo y vernacular visual. Con texto de Azkoitia y dirigida por Ibáñez, la obra está protagonizada por las actrices sordas Mari López y Emma Vallejo.
“¿Sabes los libros pop-up, que están repletos de sorpresas, pues queremos hacer algo así sobre el escenario. Y para el público oyente que nunca ha visto en persona un espectáculo de vernacular visual… se va a quedar impactado porque mezcla la lengua de signos, con la mímica y las discplinas cinematográficas. Algo único y que vamos a integrar en la función”, cuenta Azkoitia.

La realidad es que la cultura, y el mundo, sigue siende predominantemente oyente. Aunque muchas obras de teatro ya incluyan funciones con intérprete de lengua de signos, aún queda mucho en el camino de la inclusión real. “La población sorda ha tenido una gran dificultad para acceder a la cultura y es una asignatura pendiente. Mientras siga habiendo bloqueos y barreras hacia algunas comunidades y colectivos que, además, han estado históricamente oprimidos, seguiremos siendo cómplices de una injusticia muy grande. Todo el mundo tiene derecho al acceso a la cultura, al igual que a la educación o la sanidad”.
De esa primera charla que tuvieron Iker Azkoitia y Ángela Ibáñez –que dirige esta obra y es la primera directora sorda del CDN–, sacaron una conclusión sobre la importancia de los referentes en la cultura: “Cuando perteneces a un colectivo marginado, lo primero que sufres de pequeño es la sensación de aislamiento. El no poder conectar y compartir con otros tus propias experiencias te hace crecer creyendo que el mundo no es para ti, que solo te puede quedar la soledad, y eso nos condiciona mucha el cómo somos de mayores. La falta de referentes es también una forma de opresión. Y esta obra es un homenaje a uno de nuestros grandes referentes: Lorca. Él tuvo que vivir en una sociedad mucho más opresiva y limitante que la nuestra y, aún así, encontró en el arte la manera de liberarse. Por eso es necesario hacer llegar su simbolismo a todos los colectivos y minorías”.
LA OBRA GRITO, BODA Y SANGRE SE ESTRENA EL 23 DE ENERO EN EL TEATRO MARÍA GUERRERO DE MADRID


