Si por algo se recordará el nuevo álbum de la diva estadounidense, más que por sus canciones o por el hecho de haberlo grabado en Londres junto a Disclosure o Sam Smith, será porque es el primero en el que su voz recupera todos los matices de antaño. En esta ocasión, Mary J. Blige permite recuperar del todo la fe en sus dotes como intérprete, capaz de brillar por encima de temas no siempre a la altura de su carisma, y que es capaz de engrandecer con su interpretación –algo que no pasaba desde Growing Pains (2007)–.
Con la cantidad de talentos al servicio de la estrella, tendría que haber quedado un álbum inolvidable, pero llama la atención lo mal secuenciado que está –y lo innecesarios que resultan los interludios hablados– y que hayan pasado el corte canciones tan previsibles como Therapy (el ‘toque Sam Smith’ está mucho más justificado en Not Loving You). También sorprende que no salten chispas en las colaboraciones con Disclosure (la mejor, Right Now), y que no se haya publicitado la participación de Marc Kinchen (My Loving) y MJ Cole (Nobody But You), productores de los dos cortes bailables más destacados. Entre las baladas merece la pena resaltar Whole Damn Year (coescrita por Emeli Sandé) y When You’re Gone, en la que Mary te pone la piel de gallina, como nos gusta.
Nota: 6,7
Mary J. Blige ha editado como nuevo single de The London Sessions precisamente una de sus baladas más destacadas, Whole Damn Year. En su dramático vídeo, rodado en blanco y negro, refleja historias de abuso doméstico, bullying y homofobia. Un acierto, tanto por su tono como por lo bien que encaja por la canción. De siempre, estos vídeos sombríos (recuerda No More Drama) se le han dado de maravilla a la reina del hip-hop soul.