La nueva normalidad está cambiando nuestros estilos de vida y entrenamiento, asumámoslo cuanto antes. Y de igual modo que hemos sustituido nuestras rutinas de ejercicios por actividades más funcionales que no solo se pueden practicar en el gimnasio sino también en casa, en el parque o en la playa, podemos elegir unas proteínas de post-entreno que se adapten a la situación actual.
Puestos a reinventarnos, ¿por qué no probar suplementos con proteína de insecto? No es ninguna locura: está comprobado que los insectos son un vanguardista superalimento y la fuente natural de proteína más eficiente del mundo. Gasolina para nuestros músculos que cuida tu cuerpo y del medio ambiente. Y además, pueden tener un sabor delicioso.
El mejor ejemplo son los batidos de Becrit-Insect Protein, pioneros en el tratamiento de los insectos como un alimento superproteico que ayuda a salvar el mundo. Y tienen sabores como fresa con chocolate blanco y un toque de baobab, vainilla con coco y un toque de canela o chocolate con maca. Nunca nos imaginamos que pensando en bichos se nos pudiera hacer la boca agua…
¿Por qué son tan saludables? Tienen un alto porcentaje de proteína, y se utiliza toda la harina del insecto para aprovechar también el resto de sus macros y micronutrientes. Los insectos tienen doce veces más vitamina B-12 que el salmón, dos veces más calcio que la leche, el triple de magnesio que la carne y el doble de hierro que las espinacas. También tienen cantidades altas de fósforo, zinc, manganeso, potasio, omega 3 y 6 y mucha fibra.
¿Por qué es más sostenible? Porque necesita muchísimos menos recursos para producir la misma cantidad de alimento. Esto se traduce en más espacio para nuestros bosques y más árboles para oxigenar el planeta. Además, obtener la proteína del insecto emite tres mil veces menos gases de los que causan el efecto invernadero que la ganadería.
Becrit-Insect Protein nació en una islita paradisíaca de Camboya cuando a Sergi, el CEO de Becrit, le dieron a probar un grillo cuando estaba trabajando de chef en el resort de la isla. Le gustó tanto su sabor que decidió ir a Tailandia a estudiar las granjas de insectos. Cuanto más aprendía, más enamorado estaba de este nuevo tipo de alimentación, hasta el punto que se preguntó: si está rico, es saludable y es tan sostenible para el medio ambiente… ¿por qué no lo estamos comiendo ya en el mundo entero?