Un domingo triste el de ayer, en el que nos dejó una de las musas del cine, Anita Ekberg. La recordaremos siempre paseando por las aguas de la Fontana di Trevi, caminando con un ceñido vestido negro y cayendo rendida en los brazos del actor italiano Marcello Mastroianni. Escena imborrable del film La dolce vita de Federico Fellini que la inmortalizaría para la historia del cine.
La actriz sueca se dio a conocer como Miss Suecia a sus 20 años en el concurso Miss Mundo, donde el magnate Howard Hughes se fijó en ella y quiso meterla en el mundo del cine. Tras sus primeros trabajos en el cine americano, decidió ponerse en manos de Federico Fellini, encarnando a una diva del cine que vivía un tórrido romance con un paparazzi (Marcelo Mastroniani) en la ciudad de Roma. Un film que fue prohibido en muchos países por considerarse demasiado provocador en las escenas donde la actriz hacia alarde de su imponente físico.
Su interpretación en La dolce vita la convirtió en un icono de belleza y seducción, y llegó a posar para la revista Playboy en varias ocasiones.
La actriz también hizo sus pinitos en el cine español junto al director Bigas Luna en Bambola, con un cameo que fue su último trabajo cinematográfico. Alejada de su Suecia natal, donde no se consideraba muy querida, decidió pasar los últimos años de su vida en Italia, donde falleció ayer.