Capítulo 25
Estoy dudando si quedar con el tío con el que estoy hablando o no, todo por acordarme de “X”. Pienso, estúpidamente por mi parte, que a lo mejor él no está quedando con nadie más. Que si luego empezamos algo me agradeceré no haber quedado con otro durante estos días. El mismo debate de siempre, creyendo que le debo un respeto a alguien que seguramente no lo está teniendo conmigo, y eso siempre se ha convertido en una desilusión, un chasco y una perdida de tiempo. Además de perder unos cuantos polvos, claro, por creer estar “conociendo” a alguien cuando solo estamos follando. Llevamos unas semanas corriéndonos como locos, a saco, pero hoy me ha dicho que tiene trabajar de más, y me apetece quedar. El otro tío mola, la tiene grande, y está al lado de mi calle, así que me visto y salgo.
Llego a su casa, está más gordo de lo que parecía en la app, y aunque es guapo y tiene ojazos, se nota por la papada que las fotos eran de hace tiempo. Aun así no me importa, me parece que es de esos que la meten muy fuerte. Pero termina no siendo así del todo. Me hace tumbarme y me la empieza a meter, sin apenas dejarme tocarle antes. No me mola ser una estrella de mar, y menos si el otro apenas se separa de mí con cada movimiento de cadera. Solo se mueva casi en círculos sin apenas meterla y sacarla.
Tampoco me gustan los polvos largos, más de treinta minutos metiéndola me parece una pérdida de tiempo. Las mamadas que sean todo lo largas que haga falta, hasta que no podamos más, disfruto con los preliminares, pero cuando me la llevan metiendo demasiado tiempo molesta, y no es tan cómodo. Al final me abro y a veces tampoco siento nada, pero él está disfrutando simplemente por estar encima y dentro de mí, y está durando demasiado.
Al rato empiezo a pedirle que se corra, que venía muy cachondo y quiero su leche ya. Él me pregunta si no quiero disfrutar más tiempo, prefiero quedarme callado. Cuando ya parecía todo perdido se ha salido sola, me he notado manchado, y cuando me la iba a meter otra vez casi directo, sin cambiarse el condón ni nada, le he dicho que me dejara respirar un momento, y entonces le he pedido ir al servicio. Siempre es raro salir en calzoncillos de la habitación en una casa desconocida, donde en cualquier momento puede salir un compañero de piso random y verte medio en bolas. Llegando al baño pienso que para algo vivo solo, que debería de dejar de hacer esas cosas y exponerme a no estar cómodo, cuando podría estar yendo a mi propio baño. Me quedo mirándome al espejo pensado en pirarme, en que no está siendo el polvo de mi vida, demasiado largo, demasiado poco movimiento, que me gusta más cómo me folla “X”. Pero bueno, me siento en el váter, suelto un poco de todo, me limpio, me echo agua en la cara y vuelvo al dormitorio.
Me empieza a besar de nuevo, y me pregunta si quiero seguir, le respondo que sí, pero que no sé si me va doler al metérmela otra vez, y le insinuó que a ver si consigo sacársela. Entonces me sorprende diciéndome que él ya se ha corrido una vez, mientras lo hacíamos, pero que quería seguir para hacerme disfrutar, y que me corriera yo, porque él no va a poder acabar otra vez. Aunque ya la tiene dura, solo por verme desnudo, eso me gusta. Se me queda cara de póker, pero antes de responder vuelve a metérmela.
De repente las embestidas me empiezan a parecer más fuertes, empiezo a disfrutar más, sin tener la presión por si se corre o no, sabiendo que me está buscando a mí, y que lo puedo hacer cuando quiera. Empiezo a disfrutarlo muchísimo más. Me pongo encima de él, se deja hacer, pero termina levantándome al peso, tiene la fuerza suficiente de llevarme a la pared y mantenerme agarrado. Acabo poniéndome de pie, contra la pared, y me corro sintiéndole detrás de mí.
Si hubiera notado antes que ya se había corrido, me hubiera hecho una paja justo después y aquello habría acabado allí, pero la verdad es que este segundo polvo me ha gustado, ha sido más corto, como a mí me gusta, pero ha sido por y para mí. No tener que estar pendiente de él me ha encantado. A veces pienso por qué me gustará tanto que me dominen, si la mayoría de los tíos que hacen eso luego no se preocupan en si me corro o no, en si disfruto o no. A veces agradeces encontrar alguien que disfruta por verte disfrutar, y no solo al contrario.
Al final me voy de allí con una sonrisa y, bueno, a lo mejor no le vuelvo a llamar, a no ser que no encuentre a otro igual de cerca cuando “X” tampoco pueda quedar. Me parece que yo le he gustado más de lo que me gustaba él a mí, y aunque ha estado bien este polvo en dos partes, creo que a lo mejor no hay segunda parte nunca más.
‘RELATOS GAIS (DES)CONECTADOS’
BREVES RELATOS homoeróticos de ficción ESCRITOS POR el periodista pablo paiz
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FOTO: MANO MARTÍNEZ