Relatos gais (des)conectados: "Hay que correrse los viernes"

29. “Me llevo a un par de tíos de la app. Hay que correrse los viernes”. Un relato homoerótico del periodista Pablo Paiz.

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30 diciembre, 2020
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Capítulo 29

Mis amigos me intentan sacar una sonrisa durante el botellón. Es viernes, me dicen. Termino cambiando la actitud, tienen razón, y pienso gozar la noche como nunca. Me bebo el cubata de golpe.

“X”

Salgo de la ducha y cojo el móvil que está vibrando. “Nos vemos en la discoteca, puede que después haya chill”, me escribe mi amigo. Me sonrío al espejo. Ha sido una semana jodida, pero hoy me puedo distraer por fin y respirar. Antes de soltar el móvil recibo un WhatsApp más. Me quedo mirando la pantalla antes de volver a desbloquearla, porque por un momento tengo un presentimiento. Ese presentimiento que me hace sentir algo en el pecho, que me hace temblar un poco. Pongo el código, pero solo es un mensaje de mi colega otra vez: “Me llevo a un par de tíos de la app. Hay que correrse los viernes”.

“Y”

La discoteca está a reventar. Mis dos amigos y yo bailamos hasta tocar el suelo, bebemos agua y rellenamos las botellas de plástico en el baño. Al rato llegan unos amigos de estos, me quedo mirando a un tío en camiseta de tirantes con dos líneas lisas tatuadas en el antebrazo. Se termina acercando, bebe un sorbo de mi copa sin pedirme permiso, y después se relame el labio mirándome antes de decirme “hola”.

“X”

Mi colega me presenta en la puerta de la discoteca a los dos chavales con los que hemos quedado. No son demasiado guapos. Uno de ellos, pelirrojo, no deja de mirarme. Me quedo observando en la gente que hace cola para entrar. Para lo que hay… nunca he dejado que un pelirrojo me la chupe en un baño.

“Y”

Entro de la mano con el tío del tatuaje en el baño de chicas, que está más vacío. Veo que un segurata nos mira mal, pero no llega a venir detrás de nosotros. A estas horas vamos pedo de más y nos chocamos con todo mientras nos da igual. Entramos en el último cubículo, y cierra la puerta detrás de él. Me empieza a comer la boca y a meterme la mano por detrás del pantalón.

“X”

Dan las cinco, y cada vez tengo la vista más nublada. El pelirrojo me restriega el culo bailando, mientras yo le agarro la cintura y le sonrío a mi colega, que se está dejando meter mano por el otro tío. Le digo de marcharnos, pero los dos me dicen que espere un poco más, que luego vamos juntos de after.

“Y”

No la tiene nada mal. Se la empiezo a agarrar por encima del calzoncillo, mientras el tío coge una punta con sus llaves de un pollo de plástico que llevaba en la riñonera. La sube un poco y me la enseña, y antes de poder acercarme yo, me coge del pelo y me empuja la cabeza hacia abajo, haciendo que casi me arrodille hasta sentir el olor a metal. Me pregunta qué voy a hacer luego. Le digo que mis amigos saben de un sitio, que me apetece seguir la fiesta. Él dice que está cansado, pero que podríamos ir a su casa para pegarnos una ducha y después ir. Yo le pregunto que para qué esperar… y me termino de agachar delante de él, me la meto en la boca. Termina dejando caer las llaves al suelo y subiendo la cabeza. Después de un rato chupándosela me saca la polla de la boca, saca un gapo y veo cómo su saliva cae lenta, pongo la lengua justo en la punta.

“X”

Mi amigo se termina yendo al baño con su ligue. Yo estoy a punto de seguirle con el pelirrojo, pero me dice que mejor vamos a por una copa. Le respondo que le invito a una a medias. Me empieza a parecer que tiene mejor culo de lo que había visto. Aprovecho la cola de gente apelotonada, y que está de espaldas frente a la barra, y le meto la mano, desabrochándole un poco el pantalón. Le empiezo a hacer un dedo mientras él le pide la copa al camarero.

“Y”

No se ha corrido. Pero consigo convencerle para que se venga con nosotros. Seguro que en el chill de la casa de Sebas nos despejamos un poco y podemos acabar bien. Me reúno con mis amigos y les digo de pedir una copa. Nos acercamos a la barra.

“X”

Al final es uno de esos tíos que no saben besar. Me aparto un poco de él, pensando si merece la pena o no. Aunque sea viernes. Llega mi colega y me dice que va siendo hora de irse. Él ya se ha corrido, y quiere un cigarro. Los otros dos vendrán con nosotros, seguro.

“Y”

Entonces le veo, a “X”, comiéndose la boca con un tío. Me quedo pensando si es él o no, hasta que le reconozco subiendo las escaleras con el asqueroso de su amigo. Me quedo en blanco por un momento, sintiendo cómo mi corazón se ha puesto nervioso. ¿Por qué ha latido tan fuerte de repente? Mis amigos me vuelven a mirar preocupados, me dicen que nos piremos ya, si quiero. Les digo que de acuerdo, y vuelvo a animarme mientras me pasan un chupito de despedida. Es viernes, y el chaval del tatuaje se acerca a mí para que brindemos y nos lo tomemos a la vez.

“X”

Creo que le acabo de ver. Saliendo de allí riéndose con sus otros dos amigos de manera escandalosa. No ha mirado en mi dirección, no creo que me haya visto. Se terminan metiendo en un taxi con otro tío más. Bajo la mirada y tiro el piti, mientras el pelirrojo me pregunta si me pasa algo. Me quedo pensando en por qué sabía que me lo iba a encontrar, en cómo había podido sentirlo cuando salía de la ducha. En por qué no me habré atrevido a escribirle si lo estaba deseando. Le pregunto a mi amigo que a dónde vamos al final, necesito otra copa. Me contesta que a la casa de Sebas, el chill de la otra vez.

‘RELATOS GAIS (DES)CONECTADOS’
BREVES RELATOS homoeróticos de ficción ESCRITOS POR el periodista pablo paiz

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Relatos gais (des)conectados: "Hay que correrse los viernes"

FOTO: MANO MARTÍNEZ

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