Hace más o menos una década, el street art entró definitivamente en el mercado del arte contemporáneo. Galerías, museos y casas de subasta terminaron por amparar lo que era una práctica espontánea, casi anónima e ilegal, por y para el espacio público. El rey de este mercado hoy es Banksy, el misterioso grafitero antisistema. Su última exposición está en Madrid.
Banksy. The Street is a Canvas (Banksy. La calle es un lienzo) no es exactamente una exposición, que también. Es un show, una experiencia, un espectáculo para masas. Ha sido concebida como tal, y viene favorecida por el anonimato del que es el artista más famoso del siglo XXI, aunque nadie sepa aún quién es y qué rostro tiene.
Este halo secreto y mitificador, que al principio servía para evitar demandas o cárcel a un artista que intervenía el espacio público sin pedir ningún permiso con pintadas abiertamente políticas y críticas demoledoras al sistema policial, monárquico, militar y social británico y global, justifica precisamente que esta sea una exposición no autorizada.
Su promotor, el ruso Alexander Nachkebiya, el mismo de la pasada Banksy. ¿Genio o vándalo?, ha recibido ya las críticas previas del artista en las redes, básicamente por cobrar entrada. Independientemente de estas y otras polémicas, conviene citar a Nachkebiya, hoy el principal experto en la obra de Banksy, que muy acertadamente establece que “ha adquirido la categoría de fenómeno y es uno de los artistas más importantes de nuestro tiempo.
Su trabajo es un desafío para el sistema, una protesta, una marca extremadamente bien construida, un misterio, una desobediencia a la ley… Queremos que cada visitante de esta exposición pueda resolver por sí mismo quién es realmente Banksy… ¿Un genio o un gamberro? ¿Un artista o un empresario? ¿Un provocador o un rebelde?”.
Partiendo de esta premisa, la exposición entremezcla fotografías a escala de sus famosas pintadas por esténcil (la técnica de aplicar grafiti a través de una plantilla previamente diseñada) con unas 50 obras originales. Pero no de calle, sino pensadas directamente para el mercado: no hay aquí muros arrancados de sus lugares (una práctica que, legal o ilegalmente, han realizado numerosos coleccionistas para hacerse con un original, retirando trozos de fachadas y edificios), sino serigrafías –obra múltiple y seriada– firmadas por el artista, que él mismo ha colocado en el mercado. Y sí, hay un ejemplar de la famosa niña con globo que él mismo destruyó (a distancia) en una subasta.
Es, pues, una exposición de street art de salón, con piezas pensadas para adornar casas. Un universo irreverente, humorístico, crítico y antisistema, desplegado al mejor modo burgués: con una poderosa iluminación, efectos de sala y muchísimo material audiovisual para convertirlo en una razonable experiencia de inmersión estética. Que puede ser entendida tanto como una traición al espíritu de Banksy como todo lo contrario: la certificación palpable de su visión del arte.
BANKSY. THE STREET IS A CANVAS PUEDE VISITARSE EN EL CÍRCULO DE BELLAS ARTES DE MADRID (C/ALCALÁ, 42). MÁS INFO EN WWW.BANKSYEXHIBITION.ES