MEDITERRÁNEOS
Aquel sábado de agosto me desperté temprano como de costumbre. Llevaba desde el confinamiento que no conseguía dormir bien, incluso estando de vacaciones.
Siempre hacía lo mismo, que es justo aquello que no te aconsejan cuando te desvelas por la noche: coger el móvil y bichear las redes sociales; aunque reconozco que es un buen entretenimiento cuando no tienes nada mejor que hacer. A veces no entiendo qué hago viendo vídeos de gente a la que no conozco cuyas vidas me importan más bien poco, pero hay ocasiones en que te encuentras cosas que te llaman la atención, y así fue.
Aluciné con su story. Ahí estaba él, como dios le trajo al mundo, saliendo del agua en una playa. En ese momento dudé si estaba despierto o no y sí, después de “tocarme”, lo estaba. Aunque la imagen se veía lejos y el vídeo era en blanco y negro, se le podía intuir todo… Reconozco que soy de esos que hacen captura y amplían las imágenes, en aquel caso para corroborar que era cierto lo que mi mente me decía estar viendo, así fue que hice. En ese instante, sorprendido de aquel vídeo, decidí escribirle, pues no era el tipo de vídeos que te esperas encontrar en una red social tan puritana como es Instagram. Me contestó al cabo de un rato diciendo que no entendía el revuelo…
Recuerdo que habíamos hablado tiempo antes cuando se estaba recuperando de aquella operación que había tenido y se encontraba de baja en el trabajo. Habíamos dicho de tomar café algún día, pero al final ahí quedó la cosa. Esta vez cambiamos ese café por un picnic en una playa nudista estando los dos en pelotas, ¡vaya cambio!
Reconozco que era la primera vez que hacía algo así. Si alguna vez me he desnudado delante de alguien al poco de conocerle no era precisamente para comerme un bocadillo de tortilla de patatas bajo una sombrilla, no.
Estuvimos unas cuantas horas en aquella playa tan bonita de Villajoyosa, hablando de todo. Me gustó que se abriera de esa manera, contándome cosas tan íntimas y personales. Pasado un buen rato, por fin nos quedamos solos. Nos dejamos llevar por el momento, aunque no todo lo que nos hubiera gustado. Dijimos de volver a vernos, pero la distancia y las circunstancias no han querido que fuese así. Me acuerdo mucho de sus ojos azul turquesa, donde se veían reflejados el sol y el mar, y creo que no soy el único. Había alguien más en esa playa que no paraba de mirarle también a los ojos. Alguien que, por el ruido que hacían sus olas, estaba claro que tenía envidia de ese azul intenso claro… y no paró, hasta que por fin nos marchamos.
TONTHERIDAS
«Mientras algunos hacen 2 flexiones al día para re-flexionar, yo escribo»
Poemas y relatos cortos escritos por el escritor y docente Juan Carlos Prieto Martínez
Todos los sábados en Shangay.com
ILUSTRACIÓN: David Rivas