Capítulo 31
“Pollón y cuenta nueva”
Siempre me pasa lo mismo: me rompen el corazón y creo que estoy bien, hasta que echo la vista atrás y me doy cuenta de que llevo dos semanas tirándome a tíos todos los días. Al primero que dice que sí, que me manda foto de rabo y no me dan ganas de reír. A veces me ha dado igual su cara. Y aun así, no puedo dejar de pensar en ese lunar…, en esa mejilla con gotas de sudor cayendo sobre mi boca abierta.
Pero esta vez me ha salido peor que nunca. Bueno, no. Pero aquí estoy otra vez, en un hospital de mierda. Otra enfermedad para toda la vida. Una herida extraña que se hace más grande, puntos rojos y blancos por todo el cuerpo, una revisión… Ni me sé el nombre de mi médico, no sé cuántas veces me lo han cambiado ya. Me pregunta que si tomo mi medicación todos los días, que si tomo algo más por ahí. Me pregunta si sigo sin usar protección. Me dice que no me preocupe, que está habiendo muchos casos por la puta PrEP. No aprendemos, seguimos siendo igual de gilipollas y nos confiamos, pero bendita penicilina. Me dice que ya estoy curado de esta cosa nueva, que vuelva si veo alguna otra herida o noto algo raro. Y, cómo no, me recomienda que avise a mis últimas parejas sexuales. Estoy por reírme… ¿A todos? Aun así, me monto en el metro y abro la app. Algunos están todavía ahí, otros creo que los bloqueé yo mismo. Andando por la calle me quedo pensando quién podrá haber sido, si es que podía sospechar de alguno más que de otro, para empezar por ahí. Por mi cabeza pasa de nuevo la cara “X”, pero no me atrevo a escribirle a él. No creo que haya sido él.
Copio y pego el mismo mensaje para todos, después de quitarme la foto y todos mis datos. Alguno me contesta, pero paso de leerlo. Veo de reojo algunas interrogaciones, algunos insultos. Borro la app. Ojalá alguien me hubiera avisado a mí también, pero creo que yo he hecho lo correcto. Al menos con los que he podido.
Me tumbo en mi cama, abro las notas del móvil. Y esta vez no, esta vez no lo escribo solo en la pantalla. Se acabó, me pondré a mí mismo unas normas y las cumpliré. No como cuando me propuse ir al gym todos los días, no como cuando me dije a mí mismo que solo pediría comida a domicilio una vez al mes. En un folio, en grande, escribo:
No quedarás con un tío si:
1) No tiene foto de cara
2) No me pasa Instagram o WhatsApp
3) No lo cuento.
Me quedo mirando la tercera. La tacho, incluso cumplir las dos primeras me está pareciendo difícil y no es ni el primer día. Me quedo pensando y al final me golpeo la frente con la palma abierta por lo gilipollas que soy.
3) No usa condón.
Otra vez aquí, clavando en un corcho aquel aviso cuando me tendría que poner la chincheta en la frente. O en la polla. Vuelvo a leer las tres, vuelvo a mirar el móvil. Y joder, qué ganas de correrme. La adrenalina del momento, de pensar que puedo hacerlo de verdad, me estalla en las manos y estoy a punto de abrir la app. Pero claro, la acabo de borrar. Abro mi agenda en su lugar, y me quedo pensando en el nombre con el que guardé a ese vecino, aquel que me folló a cuatro patas, me terminó tumbando en la cama y me corrí con el roce de las sábanas. Él se lo ponía. Ese, ese será el primero. Análisis recién hechos, salud de hierro y contador de cero. Folio en blanco o bueno, con tres normas, y mucho trabajo este mes. Casi cinco vuelos a la semana que me ayudarán a distraerme… Pollón y cuenta nueva.
‘RELATOS GAIS (DES)CONECTADOS’
BREVES RELATOS homoeróticos de ficción ESCRITOS POR el periodista pablo paiz
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FOTO: MANO MARTÍNEZ