Shangay ⇒ ¿CUAL ES TU SECRETO PARA FIDELIZAR A TUS CLIENTAS?
Lorenzo Caprile ⇒ Trabajar de sol a sol. Estar muy encima de todo, no perder de vista tus objetivos y tu esencia y aprender de los errores, que he tenido muchísimos en veinte años. Soy un modista, nada más. Nunca he intentado ser el más vanguardista del barrio, simplemente procuro que mis clientas estén guapísimas con trajes bien hechos que les sienten impecablemente. He aprendido a no recrearme en lo que ya hice, saliese bien o mal, y a pasar siempre página. Como Lola Flores, siempre tiro para adelante, mi mejor traje está por llegar.
Shangay ⇒ ¿POR QUÉ ESA FASCINACIÓN POR LO FEMENINO?
Lorenzo Caprile ⇒ Ha influido mucho mi familia. Mis bisabuelos tenían tiendas de telas en Italia, mi abuela era una mujer supercoqueta, y de mi madre, una señora con una personalidad especial, y muy elegante, he aprendido mucho. Además tengo cuatro hermanas, he crecido en un ambiente muy femenino… Por otro lado, vestir a la mujer te permite más fantasía y libertad, te da la posibilidad de trabajar con muchos más materiales, formas y siluetas.
Shangay ⇒ ¿TE EXIGEN TUS CLIENTAS SER SIEMPRE CLÁSICO?
Lorenzo Caprile ⇒ Sí y no. Como el adjetivo ‘clásico’ tiene a veces connotaciones peyorativas, y se utiliza como sinónimo de aburrido, me cuesta usarlo, pero no porque a mí no me guste. Si para que mis clientas estén espectaculares tengo que echar mano de siluetas y diseños que no son de rabiosa actualidad, lo hago. Que estemos guapos o no es secundario para la industria, que lo que busca es cambiar constantemente y que gastemos fortunas para ‘ir a la moda’, precisamente. No creo que ‘moderno’ sea sinónimo de ‘lo mejor’.
LA REVOLUCIÓN DEL GAY POWER HA INFLUIDO MUCHO EN LA FORMA EN QUE LOS HOMBRES SE ENFRENTAN A SU ARMARIO
Shangay ⇒ ASEGURAS HABERTE MANTENIDO FIEL DURANTE DOS DÉCADAS A TUS CÓDIGOS ESTÉTICOS Y A UNA SERIE DE MANDAMIENTOS. ¿POR EJEMPLO?
Lorenzo Caprile ⇒ Dar una gran importancia a la proporción. En las nuevas generaciones, en general, no tienen ni idea de proporción. Estamos viviendo en moda algo parecido al manierismo en la pintura de finales del siglo XVI y principios del XVII. El legado de la generación anterior, con Yves Saint Laurent, Chanel, Balenciaga, Valentino, Dior, Pertegaz, Jean Paul Gaultier e incluso John Galliano, que ha rozado la perfección, es prácticamente imposible de superar. ¿Qué hacer para destacar ahora? Pues como los manieristas en su momento, apostar por lo extravagante: distorsionar las proporciones, hacer mezclas insólitas, utilizar colores extraños… Mucha paja mental.
Shangay ⇒ HAS CITADO A MUCHOS GRANDES DISEÑADORES. DE TODOS ELLOS, CUÁL ES TU GRAN REFERENTE?
Lorenzo Caprile ⇒ Uno al que no he nombrado, Charles James, al que están dedicando ahora una gran retrospectiva en Nueva York. Para mí es el mejor diseñador del siglo XX. Sus cuerpos tan armados y su manera de entender la ropa me han influido mucho. De Schiaparelli me gusta su locura, de Chanel que siempre fue a su rollo… No me identifico con la escuela más intelectual (la de Amberes, Martin Margiela o los japoneses), que la respeto, pero conecto más con Oscar de la Renta o Valentino, que siempre han vestido a la mujer burguesa y convencional.
Shangay ⇒ ¿TE ATREVERÍAS A DESTACAR A UNA CELEBRITY O MIEMBRO DE LA REALIZA QUE SEA TU MEJOR PERCHA?
Lorenzo Caprile ⇒ No… He disfrutado muchísimo con todas, desde Marta Sánchez a Macarena [Gómez] pasando por Aitana [Sánchez Gijón], Anne Igartiburu a miembros de la Casa Real. Con todas aprendo algo. Y de la reacción a los trajes mediáticos procuro abstraerme; sabes que algún palo te va a caer, pero muchas veces no va dirigido a ti, sino al personaje o a la situación… Hay que aprender a leer entre líneas, ahí sí que influyen los veinte años de experiencia.
Shangay ⇒ ¿CÓMO VES LA MODA MASCULINA ACTUAL?
Lorenzo Caprile ⇒ En la moda en general cada vez veo una mayor distancia entre la oficial (la de las pasarelas, los showrooms, las revistas, los blogs) y la que viste a diario el común de los mortales. Cuando un figurinista del futuro tenga que hacer el vestuario de una película ambientada en los años 10 del siglo XXI y se documente con las revistas actuales no se estará inspirando en la realidad. Son cuatro bloggers y cuatro a los que les hacen un street style quienes visten así, nadie más.
«NO ME GUSTA QUE SE UTILICEN LOS MUSEOS COMO SI FUERAN ESCAPARATES DE SERRANO»
Shangay ⇒ PERO, EN GENERAL, ¿CÓMO VES AL HOMBRE ACTUAL?
Lorenzo Caprile ⇒ Creo que ha dado pasos de gigante, y los gays somos los primeros que debemos ponernos la medalla. La revolución del ‘gay power’ ha influido muchísimo en la forma en que los hombres se enfrentan a su armario hoy día. Ves que, en general, el hombre de la generación por debajo de la mía se preocupa más por los zapatos que se pone, por meter algún toque de color, camisas un poco más entalladas… Lo que no entiendo ahora mismo es la moda del pitillo tobillero sin calcetín; todavía que se lo ponga un niñato de quince años, vale, pero alguien de mi edad…
Shangay ⇒ COMO FIGURINISTA SÍ QUE HAS VESTIDO A MUCHOS HOMBRES.
Lorenzo Caprile ⇒ Mucho. El gusanillo me entró a raíz de trabajar en la película La dama boba, y con [el director] Eduardo Vasco llevo colaborando desde 2006. He aprendido muchísimo, y es muy bonito vestir un texto. También colaboro con La casa de la portera, porque desde que hice el vestuario del primer corto de Jose Martret, ¡¡¡Todas!!!, he creído en él, y apuesto por su trabajo. Para mí es un privilegio aportar mi granito de arena a ese proyecto, porque creo que están haciendo historia del teatro. Y cuando les hagan una retrospectiva quiero estar ahí.
Shangay ⇒ ¿QUERRÍAS VER EN VIDA UNA RESTROSPECTIVA TUYA?
Lorenzo Caprile ⇒ No, me daría mucho coraje. De hecho, están montando una de vestuario de teatro para la nueva edición del festival Clásicos en Alcalá, y no quiero saber nada. Estoy totalmente a favor de que la moda entre en los museos, pero con perspectiva. No me gusta que se utilicen los museos como si fueran escaparates de Serrano, y eso en España sucede mucho. Se están diluyendo demasiado las fronteras entre cultura y mercantilismo.