Aunque Ferry Van Der Nat lleva pocos años dedicándose a la fotografía –antes trabajaba como maquillador y peluquero–, confiesa que desde bien pequeño jugaba con la cámara. Un buen día descubrió la Polaroid y comenzó su idilio con la fotografía instantánea, un amor que convirtió en marca y apodo profesional.
Ferry ha ofrecido una entrevista para Kaltblut –la revista para la que trabaja nuestro voyagero berlinés Claudio Alvargonzález–. Asegura que la Polaroid es mejor que la realidad porque te permite escapar de ella y hacerla un poco más perfecta. El fotógrafo residente en Amsterdam y amante de la obra de Andy Warhol, Jean Cocteau y Robert Mapplethorpe, asegura tomar la inspiración en todo lo que le rodea, y en especial en el hombre natural, ese que, por ejemplo, no se depila por seguir la moda o hacer feliz a su pareja.
Empezó fotografiando a amigos y también a modelos. A estos últimos los conocía bien. Durante su época como maquillador y peluquero se acostumbró a tratar con sus egos e inseguridades. Su destreza con la Polaroid y el boca-oído le brindó poco después la ocasión de fotografiar a bailarines y a modelos exclusivos.
Su modus operandi parte de ganarse la confianza con el fotografiado para conseguir tranquilizarlo –sobre todo cuando tiene que retratarlo sin ropa– y así conseguir reflejar su esencia. Un ejemplo de esa conexión fotógrafo-modelo se dio con el artista Arthur Gillet. Una sesión que, según el propio Mr.Polaroid, rezumó inocencia, sexualidad y magia.