Visitó España recientemente para promocionar en Madrid tanto su libro Orange Is The New Black como la serie a la que ha dado pie, y de primeras Piper Kerman llama especialmente la atención por lo poco que se parece a Piper Chapman, su álter ego en la ficción al que da vida Taylor Schilling (“las dos somos rubias y compartimos ciertas experiencias vitales, pero Taylor no me interpreta a mí, sino un personaje concebido para la serie”, puntualiza). Posa para las cámaras con la misma soltura con que se explica, y ningún comentario o cuestión le altera, parece curada de espanto. No en vano, hace diez años estuvo quince meses en prisión por un delito relacionado con el tráfico de drogas cometido tiempo atrás, mientras mantenía una relación con una camella de heroína. Fue su última novia; a raíz de aquel suceso comenzó a vivir con su actual marido. “Es el primer y único hombre con el que he estado, hasta que llegó él siempre salí con mujeres”, explica. Quienes hayan leído su libro o hayan visto la primera temporada de la serie, creada por Jenji Kohan (Weeds), en la que Kerman participa como supervisora de los guiones, ya sabrán que nunca ha renegado de su libertad sexual, y al preguntarle si se define como bisexual, asiente. “Aunque llevo mucho tiempo en una relación monógama y estable con un hombre, heterosexual no soy”.
Feliz de que su historia haya conectado con tanta gente gay, cuenta que en absoluto le dio pudor el contarla en su libro, ni lo siente ahora al verla adaptada a la pequeña pantalla. “Sentí miedo antes de publicarlo, pero me parecía importante compartir mi historia. Me interesaba que quien lo leyera reflexionara sobre qué convierte a alguien en prisionero, a través de qué caminos se termina encarcelado y que se supiera qué sucede tras los muros de una prisión. Es fantástico que la serie ayude a que esas ideas e historias lleguen a muchísima más gente”. Convirtió sus vivencias en libro, pero no recurrió a la ficción. “Todo lo que cuento es lo que me sucedió. La serie ya es otra cosa, en ella sí se toman ciertas licencias dramáticas”, afirma con una gran sonrisa. “Es lógico, y por eso funciona. Jenji Kohan es una mujer valiente y muy inteligente que ha tomado decisiones brillantes a la hora de realizar la adaptación. La más acertada, hacer una serie coral, donde todos los personajes tienen una historia interesante tras ellos”. Asegura que solo en ocasiones se pone algo nerviosa viéndola: “Cuando veo una secuencia directamente inspirada en un pasaje de mi libro, es decir, en algo que viví directamente, eso sí es raro”.Hay varias cuestiones que han hecho que la serie Orange Is The New Black llame la atención. Una, la capacidad para desdramatizar situaciones que en principio no tienen nada de graciosas. “La manera de tratar temas muy serios con humor me parece muy provocativa”, afirma Kerman. “Si no se hiciera bien, el resultado sería desastroso. Por eso Jenji era la persona idónea para levantar este proyecto”. La segunda, la verosimilitud con que están desarrollados los muchos personajes femeninos –algunos gays- que habitan la prisión. Retratos nada complacientes de convictas cuyas historias se van desvelando capítulo a capítulo, a las que se muestran a veces violentas, egoístas o engreídas. “Son personas complejas, que a veces actúan bien, otras cometen grandes errores… Ya era hora de que existiera una serie así, porque solo las que protagonizan personajes masculinos tienen tanta variedad”. Apunta Piper Kerman que la naturalidad con que se trata el sexo ha sido el factor que más ha llamado la atención del público, sobre todo el estadounidense. “La sexualidad humana es muy variada, y me parece importante que se muestre cómo la viven distintas mujeres. Que se haga de un modo explícito y sin censura es de alabar; señal de que han cambiado las cosas en televisión”.
* LA SEGUNDA TEMPORADA DE LA SERIE ORANGE IS THE NEW BLACK SE ESTRENA EL 7 DE JUNIO EN CANAL + SERIES.