Julián (al que da vida el actor Julián Sierra) está solo, en la vida y en el escenario. Bueno, tiene una Barbie escondida para que nadie pueda verle jugando con ella. Sus tesoros son sus secretos, y su drama interno, lejos de ser un problema, convierte cada emoción en una delicia para el espectador. Tendrá que vaciar el armario del que decidió salir de todos sus recuerdos, representados en objetos que rememoran una trama donde es él quien interpreta a todos los personajes.
La función argentina Tengo una muñeca en el ropero, de María Inés Falconi, cuenta la historia del protagonista, actor y narrador, que genera con el público un clima íntimo de interacción. Más allá de su homosexualidad, es preciso hacer hincapié en la forma de expresar qué es aquello que ama. Saludo al público y transición inexistente para crear expectación, estamos listos para escuchar la vida de Julián.
A partir de sus variaciones en la voz se van identificando todos los participantes en la tragicomedia: madre, padre, hermana, amigo y entrenador de baloncesto están en alma, pero no en cuerpo. El uso de tonos graves y agudos, gestos y movimientos son suficientes para comprender, reír, emocionarse y empatizar.
La obra, dirigida por Carlos de Urquiza y programada por el XIX Festival Internacional de Artes Escénicas para niños y jóvenes TEATRALIA de la Comunidad de Madrid, solo se representa el sábado 14 de marzo a las 19h. en el teatro Guindalera (C/Martínez Izquierdo, 20 · Madrid). 8 euros (6 para grupos de más de 10 personas) es lo que vale liberar emociones y reflexionar sobre los estereotipos. Cuenta además con el apoyo explícito de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (FALGBT) y de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA). Única e imprescindible, la historia de Julián bien merece desempolvar miedos y compromisos. Y tras la función se abrirá un coloquio con el público que promete ser tan interesante como la obra.
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