Eneko Sagardoy estrena 'Contando ovejas': "Estaba acojonado ante esta película"

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Se encuentran Eneko Sagardoy y José Corral Llorente en la redacción de Shangay después de mucho tiempo sin verse. Y es que rodaron Contando ovejas hace casi dos años, nada más salir del confinamiento, que se dice pronto.

Corral Llorente debuta en el largometraje con Contando ovejas, un proyecto largamente acariciado, dado que confiesa que lo escribió hace casi una década. «El primer guion tiene nueve años», recuerda. «Estaba hablando con unos productores de Estados Unidos, y me dijeron que nadie me iba a dar dinero para producir mis ideas, porque eran muy caras».

Así que se le ocurrió una historia con una única localización, rescatando de paso una idea que tenía para un cortometraje, que hasta ahora era su medio natural (llegó a estar nominado al Goya a mejor cortometraje de animación en 2003 por El desván). Todo esto lo escucha Eneko Sagardoy, el protagonista casi absoluto de Contando ovejas –aunque en el reparto le acompañan Natalia de Molina, Juan Grandinetti o Consuelo Trujillo– absolutamente fascinado. Se nota que entre ellos ha surgido una conexión especial a raíz de trabajar juntos.

No es fácil resumir el argumento de Contando ovejas, porque, más allá de su trama es una película de sensaciones. Es un thriller atípico, combinado con surrealista comedia negra, que protagoniza el torturado (¿y tarado?) portero de un lúgubre edificio (Sagardoy) al que hace imposible la vida su vecino camello de arriba (Grandinetti), que tiene una secreta, y tormentosa, relación con una celebrity (De Molina). «En principio parecía una película fácil, pero claro, empecé a meter personajes de yonquis, modernos [incluida una pequeña intervención de Mina Serrano]… y ovejas». Sí, ovejas… parlantes. Mejor no contar más.

Eneko es sincero ante su director: «Cuando leí el guion pensé «esto puede ser absurdamente ridículo. No es una película fácil: tengo que hablar con tres ovejas…». Fue lo que le empujó a decir que sí. «Me suponía un riesgo, estaba acojonado, era una incógnita muy grande saber cómo iba a quedar. Eso, para lo bueno y para lo malo, no pasa mucho». Le dio seguridad comprobar que, pese al descontrol que podía ser la película, vio enseguida que José Corral Llorente tenía muy claro lo que quería hacer. «Hasta que no vi la película me daba un poco de miedo el resultado».

«Un actor puede apostar por una transformación física, per eso no sostiene una película» (Eneko Sagardoy)

SHANGAY ⇒ Eneko, ¿qué era lo que más te descolocaba del proyecto?
ENEKO SAGARDOY ⇒ Que en la película se entrecruzan géneros y tonos. Pensando en Ernesto, mi personaje, no deja de ser una persona aislada, muy solitaria y abandonada, con problemas de salud mental y enfadada con el mundo. Al mismo tiempo, todo lo que vive tenía que ser absurdo y patético; llega a dar miedo en algunos momentos lo que es capaz de hacer. En ciertos momentos en que tenía que estar a tope, José me pedía babas, mocos y lágrimas…
JOSÉ CORRAL LLORENTE ⇒ ¿Yo te decía eso? [risas]. Como el personaje evoluciona tanto, era muy importante que Eneko supiera modularlo y llevarlo, y me fascinaba cómo lo controlaba todo. Menudo desgaste psíquico…
ENEKO SAGARDOY ⇒ Es verdad, porque está continuamente transitando entre la pesadilla y la realidad. Y hacerlo desde una verdad no era fácil.

SHANGAY ⇒ ¿Habías interpretado alguna vez a un personaje tan esquizoide, Eneko?
ENEKO SAGARDOY ⇒ Qué va. Encima, adelgacé diez kilos para el rodaje. Aposté por que tuviese una imagen escuálida. Y ojo, que no me propuse hipotecar el personaje a ese hecho. Pero había algo de fragilidad que me interesaba transmitir, para que contrastase con las acciones tan terribles que comete. Era una manera ademas de crear una simbiosis entre Ernesto y el edificio en donde se desarrolla todo, que está a punto de desmoronarse.
JOSÉ CORRAL LLORENTE ⇒ Tengo que decir que si decidió perder diez kilos fue cosa suya [risas]. Evidencia la implicación de Eneko en el proyecto. A dieta durante el confinamiento, después te dejaste las uñas largas…
ENEKO SAGARDOY ⇒ Pero ya podemos meter los actores todas las transformaciones físicas y efectismos que queramos, que eso no sostiene una película. Para la última película que he rodado, Irati, me puse todo musculoso y tocho; hay una diferencia de casi veinte kilos entre las dos. Siempre que esto resulte coherente con el proyecto, me gusta hacerlo. Me encanta seguir encarnando personajes tan distintos entre sí.

SHANGAY ⇒ José, ¿te planteaste desde el principio en qué momento clave querías que el espectador tuviese claro qué es realidad y qué no?
JOSÉ CORRAL LLORENTE ⇒ Hay un momento clave a media película en que eso se le deja claro al espectador, pero no quise jugarlo como un efecto. Creo que es más importante verla como un drama que pensar que es una película con un twist a lo El sexto sentido.

«Nuestra película te podrá gustar más o menos, pero no has visto una igual» (José Corral Llorente)

SHANGAY ⇒ ¿Cómo llevaste pasarte buena parte de la película tan afeado y en calzoncillos roídos, Eneko?
ENEKO SAGARDOY ⇒ Bien, a mí me encantaba verme sucio. Porque no es mi película, yo estaba al servicio de la autoría de José. Quería estar feo y desagradable porque funcionaba como elemento narrativo, como contraste a los personajes de Natalia de Molina y Juan Grandinetti. Yo pongo mi cuerpo al servicio del trabajo cien por cien.
JOSÉ CORRAL LLORENTE ⇒ Todos los actores estaban a favor de obra. Yo, que venía del mundo de la animación y solo he rodado dos cortos con actores, lo tenía todo en la cabeza. Durante la cuarentena dibujé el storyboard de toda la película. Pero estaba muy abierto a las sugerencias de ellos, porque dejarles libertad benefició al resultado final. Vi cómo crecían los personajes con su trabajo, que es lo contrario a lo que sucede con la animación, en que cada segundo está superpensado. Fue precioso redescubrir la película con ellos durante el rodaje.

SHANGAY ⇒ Seréis muy conscientes de que la gente puede salir del cine con la cabeza muy volada, para bien y para mal…
JOSÉ CORRAL LLORENTE ⇒ Totalmente.
ENEKO SAGARDOY ⇒ Yo me alegraré de todas las reacciones que provoque la película en la gente, les disguste, les enfade o les maraville. Salir indignado no es incompatible con que no te olvides de la película jamás, y eso está bien.
JOSÉ CORRAL LLORENTE ⇒ Yo recuerdo películas como Réquiem por un sueño o Irreversible, que cuando salí del cine dije «no la vuelvo a ver en la puta vida, pero me ha flipado». La nuestra te podrá gustar más o menos, pero no has visto una igual. Otra cosa es que ahora voy a tener que aprender a lidiar con las opiniones y las críticas de la gente, porque es mi primer largo. Es algo a lo que Eneko está más acostumbrado, pero yo no. Tengo que aprender a encajar las posibles hostias, no me queda otra.

 

SHANGAY ⇒ ¿Con ganas ya de rodar una segunda película?
JOSÉ CORRAL LLORENTE ⇒ Pues, mira, casualidades del destino: paso de haber hecho una película oscura e ultravioleta a dirigir una de animación infantil para mayores de siete años. La magia del cine [risas]. Un nuevo reto, porque el lenguaje es totalmente diferente. Me he ido a otro planeta; he pasado de sangre y violencia, de pedirle a Eneko babas y mocos, a irme al lado contrario.