Foto: Álvaro Villarrubia
SHANGAY ⇒ En esta película ofrecéis un punto de vista curioso sobre la Norteamérica gay, y sale mejor parado el joven latino gay protagonista que la pareja homosexual blanca acomodada…
WASH WESTMORELAND⇒ El mundo gay está demasiado corporativizado ahora mismo, no solo en Estados Unidos, también en el resto del mundo. Hay un look gay establecido, una música gay… todo enfocado a esos homosexuales a los que se les atribuye mucho dinero para gastar en frivolidades. Es un poco deprimente. Aunque, por suerte, la cultura gay siempre ofrece recovecos interesantes, y por eso hemos querido mostrar un personaje que refleja una realidad poco vista hasta ahora: la del cholo gay. Carlos representa un tipo de homosexual poco visto, al menos en el cine: básicamente ha forjado su identidad sexual a través de Internet, pero todavía no ha conocido gente gay. Así que lo que contamos no es su salida del armario (porque él ya tiene clara su sexualidad), sino lo que ocurre cuando Carlos, con su estilo de vida latino y callejero, entra en contacto con la cultura gay mainstream, que le resulta totalmente ajena.
SHANGAY ⇒ El retrato de la pareja gay blanca con la que inicia una relación no es especialmente positivo.
RICHARD GLATZER⇒ ¡Pero todos conocemos parejas así! Nos daba miedo la posible reacción del público gay mayoritario al verlos, pero por suerte ha sido positiva. Todos hemos estado en fiestas con gente como la que mostramos en la película.
Wash: Esos dos personajes nos permiten hablar de cómo existen ciertos códigos racistas incluso dentro del mundo gay, y cómo las diferencias económicas también influyen en las relaciones homosexuales. En la era post Brokeback Mountain es hora de que los cineastas queer profundicemos un poco más en nuestro universo [risas].
SHANGAY ⇒ ¿Sentís cierta responsabilidad de incluir historias y personajes gays en vuestro cine?
Richard⇒ Lo que nos interesa es trabajar sobre un material del que podamos sacar partido. Pero no sentimos la necesidad de tratar obligatoriamente situaciones gays, nos puede motivar igualmente una historia de amor heterosexual que una gay. Igual que a Ang Lee le interesó rodar una película como Brokeback Mountain siendo heterosexual.
Wash ⇒ En el siglo XXI lo más interesante es mostrar la diversidad que nos ofrece nuestra sociedad, y retratar un mundo donde distintas etnias y distintas opciones sexuales conviven y se relacionan en el día a día. Porque, aunque pretendemos seguir contando historias gays, lo que no querríamos es caer en ese cine que hacen gays para que lo consuman gays y punto.
Richard ⇒ Estamos trabajando ya en una serie a partir de Quinceañera, y será interesante ver hasta qué punto podemos mantener el contenido gay de la película de cara al consumo televisivo. Porque lo último que querríamos es hacer una serie tan prudente como Will & Grace.
SHANGAY ⇒ ¿Os inspirasteis en alguien que conocierais para construir el personaje de Carlos, ese niñato latino repudiado por parte de su familia por el hecho de ser homosexual?
Wash ⇒ Yo conocía a un chico que me contactó por correo electrónico después de ver un documental que dirigí titulado Totally Gay, en el que repasaba la historia de la cultura popular gay de los últimos diez años. Resultó ser un cholo gay y se convirtió en un colaborador de la película; cuando terminamos el guión se lo pasamos y nos hizo varias puntualizaciones y sugerencias. Gracias a él conocimos un bar en East L.A., El chico, donde se reúnen todos esos cholos gays, con pinta más de macarras de banda que de maricas. Bueno, en realidad puede que sean las dos cosas a la vez…
SHANGAY ⇒ ¿Hasta qué punto os veis reflejados en la pareja gay que seduce al protagonista?
Richard ⇒ Nosotros, como los personajes, fuimos los primeros blancos en llegar a un barrio en el que predominaban inmigrantes. Es lo único que tenemos en común con ellos, por suerte. Nos bastó con observar a la gente a nuestro alrededor para construirlos…
Wash ⇒ Imaginamos que mucha gente pensaría que esos personajes estaban basados en nosotros. Encima, el actor David Ross, que interpreta al más joven de los dos, es inglés, como yo… Pero en realidad hay más datos autobiográficos míos en Carlos que en ellos. Mi historia es similar a la de Carlos: mi padre también me rechazó por ser gay, me tuve que ir a vivir también con un tío-abuelo que cuidó de mí en la adolescencia… Así que jugamos a despistar incluso con los datos reales que hemos reinventado [risas].
SHANGAY ⇒ No os podéis quejar de la estupenda recepción que está teniendo la película allí donde se estrena.
Richard ⇒ Si no hubiese sido por premios como los del festival de Sundance, Quinceañera no se habría visto en ningún sitio. A los distribuidores que les enseñamos la película antes del festival les asustaba; no sabían cómo venderla, como una historia de latinos, como una película gay… En cuanto combinas varios elementos, se despistan y les entra el miedo. Recibir unos cuantos premios se convirtió en un seguro para que la película se distribuyese.
SHANGAY ⇒ ¿Cómo decidís qué trabajos vais a hacer juntos y cuáles no?
Wash ⇒ Es sencillo. Trabajamos juntos cuando un proyecto nos tiene enamorados, y por separado cuando necesitamos dinero para sobrevivir. Ser un cineasta independiente conlleva tal cantidad de decepciones potenciales que hay que cubrirse las espaldas.
Richard ⇒ A mí me ha tocado ser la más puta, porque soy el que vive de reality shows… [risas]. Aunque los dos estamos siempre trabajando en nuestros proyectos mimados, hasta que salen. Con suerte, dentro de poco podremos vivir simplemente con nuestras películas, pero no es fácil.
Wash ⇒ Tampoco tenemos pensado subirnos al carro de Hollywood de momento, porque nos gusta tener el control creativo de todo lo que firmamos. Aunque ya nos han hecho un par de ofertas, no las aceptamos, no nos convencían. ¡Si es que una película como Superstar de Todd Haynes, que costó mil dólares, le da cien vueltas a cualquier superproducción tipo Troya! Preferimos seguir explorando distintos universos a nuestro ritmo, y plantearlos desde un punto de vista queer. Como hace también Pedro Almodóvar. A él hay que agradecerle que sea capaz de fusionar lo gay, lo travesti y lo hetero con tanta maestría. El punto de vista queer es lo que tiene.