La artista Cristina Llanos plantea una revisión de lo que fue su adolescencia en Moscú en los años 90: el brutal choque entre el viejo sistema comunista y el capitalismo salvaje dejó una juventud desesperanzada y nihilista, y allanó el camino a la oligarquía putinista.
Todo normal es el reflejo de las experiencias adolescentes de Llanos en la capital rusa hace tres décadas, que podrás disfrutar en Madrid a partir del miércoles 15 de marzo.
«En 1995 destinaron a mi padre en la embajada de España en Moscú. Yo tenía 15 años y la Unión Soviética acababa de disolverse tan solo unos años atrás. Estuvimos viviendo allí tres años, hasta 1998, y aquella experiencia me marcó profundamente. Viví la feroz entrada del capitalismo occidental en una sociedad cultural, tecnológica y económicamente diferente, que no estaba preparada para la que se le venía encima”, resume Cristina Llanos sobre el origen de este proyecto.
De hecho, su título, Todo normal, es la traducción literal de lo que respondían esos jóvenes rusos a la manida pregunta “¿cómo estás?” cuando realmente no querían hablar. “Se reunían en parques, con la mirada perdida y mucho tiempo libre por delante, a comer pipas y fumar… Pero veías que esa búsqueda de identidad propia en tiempos convulsos los llevaba de las profundas raíces soviéticas a una incipiente y arrolladora cultura digital, en un mundo globalizado que aún les era ajeno y que encima estaba lleno de estímulos muy atractivos que probablemente nunca se podrían permitir”, resume Cristina Llanos.
Utilizando sus magníficas dotes para el dibujo y la acuarela (gracias a las cuales ha colaborado con firmas de moda urbana internacionales como Supreme), Cristina Llanos presenta extraños y sui géneris altares o retablos dedicados a estos jóvenes, compuestos a medias por memorias, por la cultura rusa vista con ojos de extranjera (lo que se traduce en un uso inaudito del souvenir y de otros referentes básicos del imaginario visual ruso), y de esas instantáneas que ellos mismos colgaban en redes, las que los identificaban y donde mezclaban desconfianza, osadía, rebeldía, dureza, jolgorio y también algo de proceso de aculturación.
En un espacio caótico y anárquico, apuntando a esa estética extrarradial y lumpen del ruso en el escalafón más bajo del proletariado, pero también a la tradición hogareña abigarrada y barroca que no desapareció ni con el soviet; con referencias tanto al comunismo saliente como a la oligarquía entrante; la religión como nueva experiencia vital y la violencia como salida catártica e inmediata de toda rabia interior, Llanos compone un fresco inquietante que es reflejo de una realidad pasada pero que resulta inusualmente actual.
Como si el tiempo se hubiera detenido y la juventud rusa viviera en su propio bucle. Como si de aquellas lluvias llegaran hoy todavía estos lodos.
Todo normal de Cristina Llanos puede visitarse a partir del 15 de marzo en la Factoría de Arte y Desarrollo (C/valverde, 23) de Madrid