PARADORES
Había pasado por su lado varias veces pero nunca me había fijado en él. Imagino que iría demasiado “enmimismado” como siempre para no haberme fijado en él.
Pensaba que el cartel enorme que anunciaba su proximidad era nuevo, pero resultaba que llevaba decorando ese trozo del arcén medio lustro, y yo sin haberme percatado de aquello.
Esta vez resultó ser distinto, quizá porque no tenía a nadie rondándome ni la cabeza ni el corazón.
Fue ver sus ojos azules que hacían perderte de vista, sus labios carnosos que hacían querer llamar al timbre de su nariz con mi nariz. Su media sonrisa que era el tranvía que me llevaría al hoyuelo de las virguerías. Y su voz, que sería el sonido que me anunciaría que ese era el sitio donde yo querría quedarme por siempre a vivir.
Fue el Parador Nacional más majestuoso que jamás había visto y el parador que hizo que me detuviera en seco para hacer turismo en él, turismo del que sabes que saldrás con una media sonrisa…
ILUSTRACIÓN: David Rivas
Poemas y relatos cortos escritos por el escritor y docente Juan Carlos Prieto Martínez
Todos los sábados en Shangay.com