Relatos gais (des)conectados: "Has aprendido a comérmela"

68. ‘Relatos gais (des)conectados' son breves relatos homoeróticos de ficción escritos por el periodista Pablo Paiz.

Ilustración de Ismael Álvarez para 'Relatos gais' de Pablo Paiz
Ilustración de Ismael Álvarez para 'Relatos gais' de Pablo Paiz
4 agosto, 2023
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Capítulo 68

“Has aprendido a comérmela”

Has aprendido a comérmela justo como a mí me gusta, sin que tenga que decirte nada.

Ya sabes que prefiero que empieces jugando con la punta, lento, hasta que se me ponga dura dentro de tu boca. Que no me gusta que uses las manos, quiero que te la metas hasta el fondo un par de veces y aguantes unos cuantos segundos hasta que se me ponga como una piedra. Lento antes que rápido, profundo y húmedo siempre. Ya no subes tus dedos para tocarme los pezones, como supongo que aprendiste de otro, pillaste que eso no era lo mío. Se notaba que tampoco te molaba a ti porque perdías el ritmo. Solo quiero que, sin tener que pedírtelo, bajes hasta los huevos y los aprietes un poco con los labios, tirando de ellos hacia ti, antes de volver a pasar tu lengua por todo el tronco y empezar otra vez. Oh sí, justo así.

No te quejas cuando me pongo de pie y te pido que te tumbes en la cama, boca arriba, haciendo que tu cabeza salga un poco del colchón, y me dejes follarte la boca así, viendo cómo mi bulto avanza por tu cuello hasta que no puedes más. Sé que no es tu posición favorita, que cuando nos ponemos así siempre te ahogas en placer, pero tú lo disfrutas y yo aún más. Es lo único en lo que me pides parar, pero sé que aun así lo haces por mí.

Ya sabes hacerlo como a mí me gusta, y yo también he aprendido lo que te gusta a ti. Ya no me tienes que guiar la mano hasta tu pelo, te agarro sin que me tengas que decir nada, y te marco el ritmo. Le he pillado el gusto a mirarte a los ojos, a levantarte un poco la barbilla, pedirte que abras la boca y escupirte antes de seguir. Ya sé que tengo que tener cuidado con los dedos, que prefieres que sea mi lengua la que entre en ti en esa postura imposible que te inventaste un día y que ahora no paramos de repetir. Ya he aprendido a hacerte gemir, tú a conseguir que me retuerza.

Ojalá te quedaras ahí abajo más tiempo, jugando conmigo, saboreándome, pero también me he acostumbrado a ese momento en el que no puedes más y me pides que te folle ya. Colocarte a mi merced con fuerza bruta, que tú empieces a babear mientras te abres para mí. Has aprendido a levantar un poco más la cintura para que esté a mi altura, poniendo una almohada debajo; yo a que tengo que taparte la boca con las dos manos para hacerte sentir que eres mío.

Ya notas, por el ritmo de mi respiración y la forma en la que aprieto los músculos, cuando te voy a preñar. Yo a que ese es el momento de decírtelo en voz alta para que empieces a asentir y a mirarme con esa carita. Ya he aprendido cómo me tengo que poner entonces, sujetándote yo las piernas para darte con toda la fuerza que pueda, y dejarte a ti espacio para que te toques. Y aunque prefiero otras posturas…, lo hago por ti, porque he aprendido que esa es la mejor forma de que cierres los ojos y que, cuando empiezas a sentirla calentita mojándote por dentro, los vuelvas a abrir para darme las gracias.

Hemos aprendido a corrernos a la vez, a dejarnos después tranquilos unos minutos jadeando en el colchón mientras solo se tocan nuestras piernas. Yo me ducho primero, porque soy más rápido. Te dejo algo de música puesta cuando entras después, suelo prepararte algo de beber y ordeno tu cama para que no veas el desastre que hemos formado y te pongas de los nervios por cómo está todo.

Ilustración de Ismael Álvarez para 'Relatos gais' de Pablo Paiz

ILUSTRACIÓN: ISMAEL ÁLVAREZ

He aprendido que me gusta esto, me gustas tú. Me gusta esto. He aprendido que siempre lo mismo no tiene por qué ser aburrido, a dejar de buscar algo más cada noche porque la mayoría de aquellas locuras luego son una decepción y, lo mejor, siempre está en casa. He aprendido a dejar de pensar que te vas a ir de la ciudad, que esto tiene fecha de caducidad, porque creo que…, creo que puedo convencerte de que te quedes aquí conmigo. El otro día hablando me dijiste algo así como que, en una balanza, apenas tenías razones para quedarte. Eso dolió. Puede que yo pueda darte una razón, “Y”, y que esa razón te convenza. Decirte que no te estás conformando, que yo tampoco. Que así somos felices, y que no nos hace falta nadie más. Que te pueda la pereza de tener que empezar de nuevo con otra persona, desde cero, y aprender a comérsela equivocándote cada día un poco hasta llegar a lo que tenemos nosotros. Qué pereza me da pensarlo, volver a acostumbrarme a que el tío no abra suficiente la boca, a que no tenga esa garganta que tienes tú. Que no disfrute igual…¿Y si me encuentro a uno que me pida que le toque yo los pezones mientras me la come? Paso.

Has aprendido a estar conmigo, y yo quiero que sigas comiéndomela así toda la vida porque yo voy a seguir haciendo por ti lo que quieras; dominarte, escupirte, hacerte el desayuno…, lo que tú me pidas. Y si me dices que no vuelva a ponerte boca arriba en la cama, no lo haré nunca más. Yo lo que quiero es que te quedes aquí conmigo. Pero todavía no sé si podré conseguirlo.

‘RELATOS GAIS (DES)CONECTADOS’
BREVES RELATOS homoeróticos de ficción ESCRITOS POR el periodista pablo paiz

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