Tras meterse en la piel de una –algo descafeinada– diosa griega en su anterior disco, con el que cerró etapa, en su decimosegundo álbum juega a ofrecer una imagen más picantona de sí misma, y el único elemento tras el que se escuda es un pintalabios rojo pasión. Kylie Minogue solo quiere que la quieras, y es lo que transmite este disco. Se ha buscado como aliada –técnicamente, productora ejecutiva– a Sia, que comprende perfectamente que Kylie es sinónimo de pop luminoso para todos los públicos. De ahí que incluso ese Sexercize que le ha compuesto –con cinco autores más– a ritmo de dubstep suene absolutamente inofensivo. Suerte que Sia se redime al haberle escrito el tema que da título al álbum, impecable traje a medida. También Feels So Good –con el que el joven talentazo gay MNEK entra en la primera división por la puerta grande– podría haber servido para titularlo: aquí sí se luce la Kylie sexy, la que canta a media voz. Sorprende que Pharrell le haya cedido todo el protagonismo a Minogue en I Was Gonna Cancel, acertada puesta al día del sonido disco à la Spargo que también le sienta como un guante a la diva. Y de sobra sabemos que cuando se pone eufórica (Million Miles), petarda (Les Sex, Mr. President) y melodramática (Fine), no hay quien se le resista. En su caso, jugar sobre seguro es arriesgar, porque lo difícil es ganar nuevos fans. Pero aquí la tienes; a pesar del relleno, que lo hay, seduciendo más de lo esperado.
Kylie solo quiere que la quieran
Tras meterse en la piel de una –algo descafeinada– diosa griega en su anterior disco, con el que cerró etapa, en su decimosegundo álbum juega a ofrecer una imagen más picantona de sí misma, y el único elemento tras el que se escuda es un pintalabios rojo pasión. Kylie Minogue solo quiere que la quieras, […]