No le costó lo más mínimo subirse a un Mazda2 para protagonizar este reportaje, porque Ana/Anni se pasa la vida al volante. “Soy feliz conduciendo”, asegura. Mejor que sea así, porque más que nunca, desde hace aproximadamente un año no concibe la vida si no es al volante. “Me hago el trayecto Granada-Madrid un par de veces por semana”. Madrid es su base de operaciones, donde está su discográfica (Subterfuge) y su banda. Granada es su actual hogar, su refugio, al que huyó tras vivir ocho años en la capital. ¿Y el próximo concierto? Puede ser en cualquier lugar.
Hay artistas que se quejan de lo duro que se les hace pasar mucho tiempo de un sitio a otro. No es el caso de Anni B Sweet. “Conducir por el centro de las ciudades no me gusta, pero en carretera sí. Recuerdo que deseaba cumplir los dieciocho para sacarme el carnet”. Desde entonces –ahora tiene 27– le saca todo el rendimiento que puede. De hecho, esta entrevista la hacemos con ella al volante. No tiene ningún problema para concentrarse y mantener una conversación fluida mientras está pendiente de conducir.
La verdad es que sabe sacarle partido a sus viajes, que alarga todo lo que le pide el cuerpo. “La última vez que fui a Estados Unidos me hice en coche desde San Francisco hasta Portland”. Su tono denota que fue una experiencia inolvidable. “Cuando hago un viaje especial como ese me lo paso escuchando mi disco preferido de ese momento, para que cuando pase el tiempo y vuelva a escucharlo me traiga recuerdos de cómo fue”. Muy distinto es su eterno peregrinar semanal con la ruta Granada-Madrid, Madrid-Granada. “Para que no se me haga cansino, en vez de música me pongo podcasts de Punset, por ejemplo, me interesa mucho la ciencia. O escucho monólogos y me voy riendo. Cuando hago rutas nuevas es cuando juego más a crear atmósferas en el coche”.
Anni B Sweet también ha iniciado recientemente un nuevo viaje artístico. Chasing Illusions es su tercer álbum, y supone un giro importante respecto a los dos primeros. Si su debut –que publicó con veintiuno, en 2009– Start, Restart, Undo nos descubrió a una cantautora delicada y con cierto aire naïf, Oh, Monsters!, tres años después, nos mostró a una artista torturada por sus fantasmas.
En 2015, Anni B Sweet es una creadora más segura de sí misma que amplía su abanico estilístico en su tercer disco, con un ramalazo ochentero innegable, los sintetizadores robándole protagonismo a su guitarra acústica y una Anni más positiva y glamourosa que nunca. “Tenía muchos vestidos chulos en casa que nunca me ponía porque me daba corte, y poco a poco los he ido sacando. Si no lo había hecho antes era por miedo a llamar la atención”. Sabe que es una afirmación que sorprende viniendo de una artista. “Por eso en este disco he querido hablar de esos complejos que no me dejaban soltarme. Estoy aprendiendo a relajarme haciendo lo que me gusta”. Y a ir incorporando influencias que quizá no le habían dejado huella antes. “El toque 80s no lo busqué de forma consciente, pero estaba escuchando mucho a The Alan Parsons Project y The War on Drugs, y eso se acabó reflejando en el disco. De forma consciente sí tenía presentes a Fleetwood Mac, que me encantan, pero claro, llegar a hacer algo tan bueno como ellos es muy difícil. Al menos, ahí está la intención”.
Su música sigue siendo un claro reflejo de aquello que vive, y ha quedado patente que durante la grabación de Chasing Illusions brillaba el sol. “Llevaba tiempo queriendo hacer un disco más luminoso, y una serie de circunstancias en mi vida me han acompañado para lograrlo. Las sensaciones que he experimentado terminaron plasmadas en el disco de una forma natural”. Un álbum que le plantea nuevos retos también en sus directos. “El cuerpo me pide ponerme a bailar al cantarlas, pero todavía hay algo que me bloquea. Poco a poco”. De momento ya habido importantes cambios positivos en su vida. “Conocí a mi actual pareja, que me ayudó mucho a salir del agujero en que estaba, y cambié de ciudad, dejé Madrid y me fui a vivir con él a Granada. Ni siquiera al centro, sino a las afueras, al campo. Cuando te alejas de un sitio en el que te has sentido mal, empiezas a funcionar de otra manera. A mí me ha funcionado, me he olvidado de prejuicios y complejos y veo las cosas con más perspectiva”.
En apenas siete años de carrera profesional, Anni B Sweet ha pisado el acelerador y ha llegado a destinos que en ocasiones solo se visitan tras muchos años de experiencia. El éxito de su debut la descolocó por completo, porque ni se había imaginado que un disco suyo pudiera tener trascendencia alguna. “Generó una atención muy guay, y eso era buenísimo. Pero yo no sabía bien lo que estaba haciendo, ni sabía tocar bien la guitarra, me enfrentaba a las entrevistas superinocente… Tres años después, cuando paré y empecé a repasar vídeos y entrevistas, me pareció que transmitía una imagen que no era la que yo quería dar: yo no era esa. Unido a los desengaños que me empecé a llevar en el mundillo de la música, me dio un bajón tremendo”. Se encerró en casa y salió Oh, Monsters!, gestado en la más absoluta soledad. Tocó fondo, y comenzó la remontada. “Ahora estoy tranquila, que para mí es lo más cercano a estar feliz”.
Reflejo de esa felicidad son canciones como Drive [Conduce], que precisamente compuso en su coche. No es la primera ni será la última, por lo que cuenta. “Voy por la carretera y me van viniendo melodías, frases o arreglos, y entonces pongo la grabadora del móvil. Me relaja tanto conducir que me ayuda a que las ideas fluyan”. En esos momentos es Ana López la que crea, como ella misma explica. Después, Anni B Sweet será quien defienda los temas ante el público. “Es la versión más exagerada, en todos los sentidos, de Ana. Si a mí me cuesta hablar delante de cuatro personas, ni te imaginas lo que le cuesta a Anni B Sweet cantar delante de cuatrocientas. Como no me escudo en ningún personaje, soy yo tal cual, así lo vivo todo. Y ya es un poco tarde para crearme un personaje”, sentencia a la vez que acelera.
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