Enrique tiene 33 años. Después de recibir una llamada inesperada sale de casa rumbo a una cafetería en la que ha quedado con un antiguo compañero de clase. Hace quince años que no se ven.
Enrique tiene 17 años y va camino al colegio con una pistola escondida en los pantalones. Está decidido a cobrarse en sangre todo el bullying que ha recibido a lo largo de todos estos años.
Enrique tiene 12 años y está de excursión en un retiro espiritual con el resto de alumnos y profesores. Cuando la violencia que recibe a diario se vuelve insoportable se verá obligado a elegir entre saltar a un pozo o convertirse en Carrie.
Esta es la premisa que presenta No juegues con Carrie, la obra de teatro escrita y protagonizada por Enrique Cervantes, y dirigida por Carolina Yuste y Sara Sierra. Un mónologo que estará hasta el 12 de mayo en el Teatro Quique San Francisco de Madrid, y que nos remite al mítico personaje creado por Stephen King que Brian De Palma llevó al cine en los años 70. Una persona violenta, para muchos un monstruo, pero… ¿qué pasa cuando los actos terribles son provocados por la violencia y el acoso homófobo recibidos durante años?
“También es violento que te insulten durante años. También es violento que te peguen y te excluyan. Te silencien, te borren. Sí. Violento es que nadie haga nada”, explica el protagonista. «Violento es que los profesores, los padres, los alumnos miren y callen. Sí. Pero el monstruo, el verdadero monstruo violento es Carrie, no lo olvides. Aplastar el amor de un adolescente es violento”, continúa.
No juegues con Carrie nos invita a viajar a través de diferentes flashbacks y confesiones del propio autor, siempre deambulando entre la realidad y la ficción, el drama y el humor, la inocencia y la violencia extrema. Esas son algunas de las armas con las que atraviesa directamente al público, al que probablemente le surjan numerosas preguntas que, quizá, no tengan ninguna respuesta lógica y con sentido. Pero la realidad está ahí, sobre el escenario y a nuestro alrededor. El bullying y el acoso en los centros escolares se cobran vidas. Y esta obra de teatro es solo el testimonio sobre uno de esos casos de agresiones en entornos escolares.