Sincero. Así se muestra el actor Ian Mckellen en una entrevista concedida al Sunday Times Culture. Su activismo es conocido por todos, y lucha por la igualdad de derechos en el colectivo gay. Pero menos noticias teníamos de cómo había sido su propia salida del armario.
El primero de sus arrepentimientos: no haberle contado a su padre su orientación sexual antes de su muerte, en 1964. Sintió que había sido “injusto” al ocultárselo, pues a menudo hablaban juntos de su apoyo a los derechos de los homosexuales. “Era un gran hombre en ese sentido”, apunta. “Fue injusto, tienes 24 años, vives con otro hombre, te conoces a ti mismo, tu padre te ama, intenta saber cómo eres de todas las maneras. Creo que si hubiese vivido solo un poco más, se lo habría dicho”, asegura.
Un Mckellen que en 1988 luchó contra la prohibición de la homosexualidad en el Reino Unido, apoyada en el histórico artículo 28, todavía se muestra “asombrado” al ver a un Primer Ministro tory como David Cameron a la cabeza de la legalización del matrimonio gay. En ese sentido, se apiada de la lucha interna que vive Estados Unidos. “Supongo que aquí es posible porque vivimos en un país pequeño donde tienes que convencer a menos gente, que si se ponen de acuerdo sacan una ley en menos de un año. Los estadounidenses tienen que sudar tinta para ello”, explica.
En otra entrevista reciente al Huffington Post confiesa que habría sido “diferente y feliz” si no hubiera permanecido en el armario tanto tiempo. “Lo siento, y siempre lo haré, no vi la importancia y el significado de salir del armario antes. La confianza en uno mismo es lo más importante”. Y a juzgar por sus palabras, no la tenía. Ahora todo es diferente, afortunadamente.