Glitter es, para bien y para mal, un proyecto icónico en la carrera de Mariah Carey. Con él tocó fondo a nivel comercial, dado que la película que protagonizó fue un rotundo fracaso. Y arrastró con ella su –espectacular– banda sonora.
El 11 de septiembre de 2001 quedó marcado para siempre en la memoria colectiva a nivel mundial debido a los atentados de Nueva York, y la relación entre los mismos y el estreno dicho día de la película Glitter quedó inmortalizada en una imagen que se recupera cada año por estas fechas vía X.
La película quedó sepultada en el olvido salvo para la lambily, esa fiel familia global de fans que acompaña siempre a Mariah Carey, y que durante años exigió con el hashtag #JusticeForGlitter que la banda sonora se hiciese disponible en las plataformas –incluso lograron que llegara al número 1 en iTunes en noviembre de 2018, nada menos–.
Glitter, la película, es un delirio kitsch solo aptos para fans de Carey o amantes del musical trash –encajó en ambas categorías–. Y la banda sonora, un gran ejercicio de estilo en donde caben música disco, r’n’b, funk y hip-hop. Un estupendo disco al que le costó encontrar su hueco entre los más celebrados de Mimi.
«Está bien que haya quien aprecie su lado kitsch» (Mariah Carey)
También a Carey le costó un tiempo asimilar todo lo que vivió, tanto a nivel personal como profesional, en torno a aquel 2001. Un año que debía haber sido explosivo a nivel comercial, con nuevo sello y un doble proyecto que defender. Y que le explotó, literalmente en la cara, como contaría en sus memorias, The Meaning of Mariah Carey, publicado en septiembre de 2020.
No era la primera vez que hablaba de la debacle de Glitter. Tuve la suerte de que, cuando la entrevisté en febrero de 2005, poco antes de publicar The Emancipation of Mimi, y cuando le saqué el tema, no dudó en abordarlo. Aquí he querido rescatar, tal cual, el fragmento en que lo hizo, porque no tiene desperdicio y evidencia su cambio de actitud hacia el proyecto. Sigan y lean.
Con la perspectiva que dan los años que han pasado [se estrenó en 2001, cuatro antes de que tuviera lugar esta entrevista], Mariah, lejos de agachar la cabeza, razona los porqués del descalabro sin alterarse. “Del proyecto inicial a lo que acabó siendo la película hay una enorme diferencia. Podría haber sido buena, pero intervino tanta gente y se esforzaron tanto por convertirla en un producto de fácil consumo que la arruinaron”.
«Glitter dio pie al ataque más salvaje que he sufrido en mi carrera»
Al menos, muchos admiradores de la cantante y amantes de los proyectos imposibles han sabido verle el lado positivo a la película, que ha terminado convirtiéndose en carne de maratón de cine kitsch que más de uno atesora en DVD. “Está bien que haya quien aprecie su lado kitsch”, confiesa. “Al menos es una compensación frente a todo lo que pasé con Glitter. No solo se estrenó el 11-S; además dio pie al ataque más salvaje que he sufrido en mi carrera. La gente buscaba vías de escapatoria al dolor que les provocó el trágico suceso de Nueva York, y ahí estaba yo, ¡en primera línea de fuego! Lista para que todo el mundo se metiera conmigo y se riera de mi trabajo… Cuando todo actor ha tenido alguna película que ha fracasado y no ha pasado nada”.
Si bien confiesa que ha preferido no volver a revisar Glitter, la que sí ha vuelto a ver en más de una ocasión es Wisegirls, película muy bien recibida en el festival de Sundance en su día, en la que compartía cartel con Mira Sorvino y que nunca se llegó a estrenar en España. “¡Cariño, tienes que verla!”, grita mientras da un salto en el butacón. “¡Hice una interpretación estupenda en un papel que por fin estaba bien escrito!”, y explota a reír. “Todos los lectores de una publicación como esta tienen que saber de la existencia de esa película, no es justo que piensen que solo he participado en Glitter”, apostilla.
A la vista está, dadas sus participaciones en películas como Precious, de Lee Daniels, que el gusanillo interpretativo sigue ahí. Ojalá llegara a buen puerto su intención de protagonizar El príncipe y la corista en el West End londinense. No solo podría emular a su admirada Marilyn Monroe en condiciones, además, nos daría la impagable oportunidad de verla defenderse sobre un escenario, sin trampa ni cartón. “¿No sería fabuloso si sale adelante?”, me pregunta. Pues sí, la verdad. “Crucemos los dedos; si somos muchos los que lo deseamos seguro que acaba saliendo”. Palabra de Mariah.