Kylie Minogue, sobre 'Fever' en su aniversario: "Es un conjunto coherente que me enorgullece"

'Fever' es uno de los clásicos de Kylie Minogue, y cuando celebramos un nuevo aniversario de su lanzamiento, recuperamos la entrevista exclusiva con ella cuando lo publicó.

Celebramos un nuevo aniversario del lanzamiento de 'Fever' de Kylie Minogue.
Celebramos un nuevo aniversario del lanzamiento de 'Fever' de Kylie Minogue.
Agustín Gómez Cascales

Agustín Gómez Cascales

He viajado en limusina con Mariah, he tomado el té con Beyoncé, he salido de fiesta con J.Lo y he pinchado con RuPaul. ¿Qué será lo próximo?

1 octubre, 2024
Se lee en 11 minutos

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Fever fue toda una revolución cuando vio la luz el 1 de octubre de 2001. No solo porque propulsó a Kylie Minogue a un éxito estratosférico, también porque se convirtió en un clásico instantáneo del pop por el que no pasan los años.

Con motivo de su lanzamiento, viajé a Londres a entrevistar a Kylie meses antes de que Can’t Get You Out of my Head le diera un número uno global y se convirtiese en, probablemente, la canción más celebrada de su repertorio para el gran público.

Cuando se cumple un nuevo aniversario del lanzamiento de Fever, recuperamos la entrevista que le hice, y que se publicó en Shangay, en la revista física de octubre de 2001. Este es el texto íntegro que vio la luz hace más de dos décadas ya. Retrocedamos pues en el tiempo.


Foto promocional de 'Fever', de Kylie Minogue

Para presentar su disco más «moderno», Kylie Minogue ha elegido el londinense Milestone Hotel, ejemplo inequívoco del más puro clasicismo victoriano. Recargadas moquetas, suites de techos altos y mucha puntilla esparcida por cortinas y ropa de cama. Kylie, de tan menuda y sencilla, casi se pier­de en semejante marco.

Hablando con ella uno descubre que es mujer de contrastes: cálida y cercana frente a la imagen que proyecta en fiestas y estrenos; natural y escasamente ampulosa frente a la diva explosiva y cal­culada de vídeos y fotos… Son tantas las Kylies modeladas y desechadas a lo largo de tres décadas que la propia artista se refiere en ocasiones a sí misma en tercera persona. Y es que la estrella ha tomado vida propia, con tanta fe en lo que hace como su creadora.

SHANGAY ⇒ Por segunda vez en su carrera, Kylie regresa reves­tida de electrónica. ¿Estás más segura esta vez de lo que estás haciendo?
KYLIE MINOGUE ⇒ Sin duda. La principal diferencia en esta ocasión está en las canciones, que son mucho mejores y encajan perfectamente en la categoría de pop clásico. Quise asegurarme de que los temas tuvieran buenos estribillos, algo de lo que me olvidé en aquella ocasión. A la vez, me he atrevido con can­ciones como Burning Up, lo más esquizofrénico que he grabado en mi vida. Yo misma me sorprendo cada vez que la escucho. ¿Es realmente Kylie la que canta?

«Por muy moderna que me­ ponga, siempre se colará un cierto tono rosa en mi música»

SHANGAY ⇒ ¿Es este el disco que llevas años queriendo sacar?
KYLIE MINOGUE ⇒ Probablemente, porque es una combinación de todo lo que he probado a lo largo de mi carrera. Saber que la producción, las fotos, el vídeo, etc. forman por fin un conjunto coherente me enorgullece.

SHANGAY ⇒ ¿Has analizado con detenimiento los errores que cometiste en tu ante­rior intento de “modernización»?
KYLIE MINOGUE ⇒ Ya lo creo. La época de Impossible Princess [finalmente titulado Kylie Minogue] fue muy oscura; navegaba a la deriva sin saber realmente qué esta­ba haciendo. Si algo saqué en claro es que siempre debes ir en la dirección que te interesa porque, perseverando, al final llegas a donde deseas. En un primer momento no conseguí darle a mi carrera el giro que deseaba, es cierto. Es como cuando alguien te tira a la piscina con la intención de que aprendas a nadar: al principio chapoteas, y enseguida buscas un lugar seguro al que aferrarte. Yo volví a jugar sobre seguro con Light Years, y después pensé: «No voy a rendir­me. Voy a intentar ese paso adelante otra vez». Me tiré de cabeza y salió Fever.

Imagen promocional para 'Fever' de Kylie Minogue

SHANGAY ⇒ ¿Por qué has renunciado al elemento «disco 70s» tan tuyo y a la habi­tual pose camp?
KYLIE MINOGUE ⇒ Porque si continuara recre­ándome en esos aspectos no estaría más que repitiéndome a mí misma. Es algo que mis fans, los gais sobre todo, no me perdonarían; conocen perfec­tamente esa faceta mía y les encanta, lo sé, pero desean ver y escuchar a una nueva Kylie. A la vez, saben que pueden estar tranquilos: por muy moderna que me­ ponga, tengo el lado camp tan desarrollado que siempre se colará un cierto tono rosa en mi música.

«De la ironía no me desprendo, sigo teniendo mucho de lo que arrepentirme»

SHANGAY ⇒ Cuando revives a la Kylie de los 80, ¿lo haces con orgu­llo o con ironía?
KYLIE MINOGUE ⇒ Hoy día, con ambos. Durante un tiempo solo me servía la ironía, necesi­taba pensar que estaba por encima de los viejos tiempos. Según me voy haciendo mayor comprendo que no puedes arrancar parte de tu vida y preten­der que nunca sucedió; si estoy aquí es gracias a todo lo que he vivido antes. De ahí mi orgullo: he oído y leído tantas veces «No podrá hacer esto», «no le sal­drá aquello», «no va a durar ni una temporada más»… que ahora puedo decir ¡aquí estoy! Eso sí, de la ironía no me desprendo, sigo teniendo mucho de lo que arrepentirme.

SHANGAY ⇒ ¿Te sientes tan orgullosa de tu dúo con Jason Donovan como de los grabados más recientemente con artistas como Nick Cave o Robbie Williams?
KYLIE MINOGUE ⇒ Sí, aunque son orgullos distintos. Me encanta recordar los tiempos de Especially for You y ver que sobreviví a aquella etapa. Y es mucha la gente que me sigue recordando esa canción y dándome las gracias por ella. En aquellos tiempos yo vivía en Melbourne, en ningún caso era consciente del impacto que mi música estaba teniendo en Europa. Es lógico que le tenga cariño, aunque sea diferente al que le tengo a los otros dúos que mencionas.

Foto promocional de 'Fever' de Kylie Minogue

CON LA PROVOCACION POR ALIADA Y LA IRONÍA POR TESTIGO
SHANGAY ⇒ Tu progresión sexual es imparable. ¿Por qué es a estas alturas cuando más sensual te muestras?
KYLIE MINOGUE ⇒ [Se lo piensa] No lo sé. Supongo que porque disfruto interpretando el papel de chica sexy. Es una faceta que he sacado a relucir muy poco a lo largo de mi carrera y que de pronto me fascina. Y mira que mi otro yo es de lo menos glamuroso que existe: tras una noche de excesivo glamour el cuerpo me pide un par de días tirada en casa hecha unos zorros. Me encanta ese contraste.

SHANGAY ⇒ ¿Necesitas competir con las Jennifer Lopez y las Britneys en esa carrera por ver quién luce más llevando menos?
KYLIE MINOGUE ⇒ ¡No! Cuando veo a Jennifer Lopez noto que se siente cómoda consigo misma y con su cuerpo, y admiro que sea un ser tan sensual. Yo necesito liberar de vez en cuan­do ese aspecto de mi personali­dad, y no me corto. Quizá quienes me han seguido desde el principio se sorprendan, pero espero que lo entiendan, porque hoy día hasta para vender azulejos te ponen a una chica despampanante en la tele. No pretendo asustar a nadie, prefiero provocar desde la coque­tería.

«La longevidad es un cualidad importante de la diva»

SHANGAY ⇒ Yo no hablaría precisamen­te de «coquetería» al ver el erotismo que desprende la portada de Fever
KYLIE MINOGUE ⇒ Vale, hay una cierta insinuación sexual en la manera en que estoy sujetan­do el micrófono, lo reconozco [risas]. Pero también se intuyen las ganas de jugar con los tópicos, ¿no crees? Si fuese otra artista con mayor fama de lanzada la que apareciese en esa misma postura se interpretaría como una imagen más fuerte. Pero mis seguidores me conocen lo suficiente como para captar a la primera la intención tras esa foto y reírse de mi guiño.

SHANGAY ⇒ Parece que has conseguido darle la vuelta a tu imagen pública, porque en el pasado decir «Madonna» sí significaba provocación y hasta cierto punto peligro, pero mentar «Kylie» suponía hablar de ingenuidad un tanto pastelosa…
KYLIE MINOGUE ⇒ [Baja la voz] ¿Sabes? Desde hace poco tengo mi propia línea de ropa inte­rior en Australia, que distribuye una enorme compañía. Es una iniciativa novedo­sa en mi país que incluye prendas muy sexys, lencería de diseño. Vengo a decír­telo porque la distribuidora hizo un fuerte trabajo de investigación antes de lanzar la colección, y cuando se pedía a la gente que me definiera con una palabra eran muchos los que se decantaban por «sexy». Me parecía una descripción sucinta de lo que soy actualmente.

SHANGAY ⇒ ¿Estabas cansada de esa imagen impoluta que siempre proyectaste?
KYLIE MINOGUE ⇒ Hace mucho que me harté de ella. La primera vez que decidí romper por las buenas con esa imagen fue con Better The Devil You Know. Hasta aquel momen­to no había podido opinar jamás sobre ningún aspecto que concerniese a mi carrera, y cuando por primera vez me dejaron intervenir en mi look… [le sale la drag que lleva dentro] ¡baby, me lancé como una loca hacia las pestañas postizas gigantes, los cardados excesivos y los minishorts! Fue la única manera que encontré de empezar a defender mi terreno. No iba a llevar únicamente colores primarios durante el resto de mis días [risas].

Celebramos un nuevo aniversario del lanzamiento de 'Fever' de Kylie Minogue.

Celebramos un nuevo aniversario del lanzamiento de Fever de Kylie.

PASIÓN SIN BARRERAS
SHANGAY ⇒ Tus fans gais te han seguido con devoción sin importarles si tu look era más o menos apropiado…
KYLIE MINOGUE ⇒ Por eso el nuestro es un caso de devoción mutua. Sigo sin saber a qué se debe exacta­mente esa adoración que el mundo gay siente por mí, es algo que me intriga. Y que se remonta a los inicios de mi carrera. El pri­mer foco de “Kyliemanía» fue Sydney, en Australia. Descubrí que había sido adoptada por la comunidad gay cuando un amigo me dijo que en el Albury [uno de los locales clásicos de Oxford Street, núcleo del ambiente de Sydney] había todos los domingos una “Noche de Kylie» que se había hecho muy popular. Muy en mi línea, fui la última en enterarme.

«En mis comienzos, en Australia se me atacó con dureza desde muchos frentes. ¡Si no hacía daño a nadie!»

SHANGAY ⇒ ¿Todavía no te has enterado de los porqués de esa fe ciega?
KYLIE MINOGUE ⇒ Tengo mis teorías, pero me obligan a generalizar. Por un lado es evidente que en la comunidad gay hay muchísimos apasionados del pop, capaces de cap­tar con una especie de radar invisible qué es aquello que les interesa. Les da igual que el resto del planeta piense que es basura, y eso me encanta; a veces, es el componente hortera y exagerado de una canción lo que les llama la atención, es genial. Agradecí mucho esa actitud tan abierta en mis comienzos, porque en Australia se me atacó con dureza desde casi todos los frentes. ¡Yo no estaba haciendo nada malo, no hacía daño a nadie! Se me atacaba por tener de pronto muchísimo éxito siendo yo misma. En ese sentido pienso que muchos de mis seguidores gais se pudieron sentir identificados con ese desprecio y esa maldad con que se me trató sin razón, e hicieron frente para defenderme. A partir de ese momento, mi pasión por mostrarme entre mona y exuberante según la ocasión hizo el resto.

SHANGAY ⇒ No hace mucho declarabas que para ser una diva se necesita haber tenido una vida de lo más trágica, y que en tu caso lo único trágico que podí­as recordar era algunos peinados. Dado que hoy día cuidas con celo tus estilismos, es casi imposible que el/la peluquero/a te deje hecha unos zorros. ¿Qué te permite entonces seguir ejerciendo?
KYLIE MINOGUE ⇒ [Risas] Supongo que el hecho de haber durado tanto. La longevidad es otra cualidad importante de la diva. Mis fans homosexuales también han jugado un papel básico en ese aspecto. Me ayudaron a dar el gran salto, me apoyaron sin reparos en los momentos en que más lo necesitaba y han aprobado todos mis dis­tintos rostros. Si no hubiese tenido la total seguridad de que esos seguidores iban a estar siempre ahí, estoy convencida de que las cosas hubiesen sido muy diferentes para mí.

SHANGAY ⇒ ¿Qué se necesita para sobrevivir a tres décadas de pop?
KYLIE MINOGUE ⇒ Trabajar muy duro y dedicarte de lleno a tu profesión. Quiero pensar que he sabido evolucionar con los tiempos. Empecé metida en las casas de todo el mundo gracias a Vecinos y me convertí en parte de la familia. Cuando debuté en la música no tuve la necesidad de presentarme, tenía esa parte ganada. A partir de ahí la gente me ha visto crecer, me ha visto dejar a un lado los calentadores y las permanentes, me ha visto caer y volverme a levantar; pienso que he conse­guido labrarme una sólida amistad con el público. El resto sigue siendo un miste­rio para mí, pura magia.


 

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