El fútbol femenino cada vez va ganando más reconocimiento y se aleja de muchos de los estereotipos que había en un principio. Un claro ejemplo de este cambio es el equipo sevillano Furbolleras F.C., cuyo enfoque en el juego va más allá de los resultados, donde se celebran los “casi goles” con la misma intensidad que los goles.
El espíritu deportivo y las ganas de pasarlo bien y disfrutar se notan cuando saltan al campo y, sobre todo, cuando juegan con otras compañeras de “equipos autogestionados”. La capitana del equipo, Isa, explica que “queremos ganar, pero nos salimos de esa competición agresiva que puede generar conflictos e inseguridades”. Entre todas las componentes de Furbolleras buscan que el fútbol sea un espacio seguro para todas. “A veces, cuanto más institucionalizados están los equipos, más empiezan a repetir dinámicas que han visto en el fútbol masculino”, añade Ángela.
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Este equipo LGTBIQ+ comenzó a germinar en septiembre de 2021 durante un viaje en coche, donde a cuatro amigas se les ocurrió la idea de crear un equipo de fútbol sala, y se fundó al año siguiente. Con Furbolleras, buscan reapropiarse de un término que siempre se ha usado como insulto contra ellas, según reconocen las propias futbolistas.
La mayoría de las integrantes venían de jugar en otros equipos, que habían dejado debido a situaciones que les habían hecho sentir incómodas. “A muchas nos quitaron el equipo y nos querían meter en los mixtos”, comenta una de las futbolistas. Y otra añade: “Queríamos juntarnos para quitarnos esa espinita”.
Deby, otra de las chicas, cuenta por qué no se sentía cómoda al jugar al fútbol: “Jugaba en el recreo con los niños o en equipos mixtos en el colegio. Era un constante escuchar resoplidos: ‘ya la ha liado otra vez’, ‘ya ha echado el balón fuera’, ‘ya se la han quitado’… O incluso verte en la tesitura de ser la última en ser escogida para el equipo”.
‘Bollera’ y otros insultos similares han estado muy presentes a lo largo de su recorrido futbolístico, y ahora ellas se reapropian de esas palabras. “Me han dicho de todo por jugar al fútbol. Te puede gustar el fútbol y no ser lesbiana. Es un condicionante y te sientes mal. Es un aspecto de mi vida que me ha hecho ser más fuerte. A pesar de eso, me apunté a un equipo de fútbol femenino para intentar explotar esta parte de mí”, cuenta una furbollera.
Los martes se reúnen para hacer una pachanga con todas aquellas chicas que quieran participar, y el jueves es el día que entrenan. Además, juegan con otros equipos femeninos y participan en la Liga del Instituto Municipal de Deportes de Sevilla.