Llámalo 'X': el dilema de abandonar las redes tóxicas o luchar por nuestro espacio LGTBIQ+

Es legítimo huir de los espacios como 'X' que no percibimos como seguros, pero quizá tengamos que empezar a trabajar para ocuparlos y hacerlos nuestros.

Llámalo ‘X’: nos preguntamos si hay que huir de las redes tóxicas o hacerlas mejores. Ilustración: Iván Soldo
Llámalo ‘X’: nos preguntamos si hay que huir de las redes tóxicas o hacerlas mejores. Ilustración: Iván Soldo
9 diciembre, 2024
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A riesgo de sonar nostálgico (cosa, la nostalgia, que odio sobremanera), admitiré que echo de menos los tiempos más simples que vivíamos cuando las redes digitales estaban en pañales. Añoro la privacidad inherente de una conversación por Messenger (donde nacieron mi primera amistad verdadera y mi primer amor), el autocontrol que conllevaba el límite diario de una publicación en Fotolog (donde llegué a desarrollar relaciones que mantendría durante años, o décadas) o la seguridad que acarreaba el acceso a Tuenti exclusivamente por invitación (donde cotilleé por primera vez las fotos de la gente que conocía en la universidad).

Autocontrol, privacidad y seguridad son palabras de la prehistoria de Internet, expulsadas del diccionario en un mundo post Black Mirror, quimeras en la era del exhibicionismo emocional, la capitalización de la intimidad, el triunfo de la opinión sobre el conocimiento y la indignación instrumentalizada. Estos meses vuela sobre nosotros la idea del éxodo de Twitter. Perdón, de X.

Ilustración: Iván Soldo

Ilustración: Iván Soldo

Twitter murió en 2022, cuando Elon Musk, un empresario multimillonario que parece la parodia de un villano de un cómic de Frank Miller, la compró por 44.000 millones de dólares. Desde entonces, el famoso pajarillo azul fue sustituido por una X negra distópica, muy en sintonía con el espíritu de nuestros tiempos, y la empresa que había luchado contra la desinformación y la intolerancia, llegando a expulsar a Donald Trump, se reconvirtió en la casa de la conspiranoia, el racismo, la misoginia, la LGTBfobia

Trump fue readmitido por el propio Musk, que ha apoyado activa y sonoramente su candidatura a la presidencia. Estamos hablando de la red social que ha dado alas al feminismo radical tránsfobo, ese que aborrece la Q y que no tarda en asomar la patita de la homofobia en cuanto tiene la oportunidad. El reputado periódico británico The Guardian, uno de los medios que ya han abandonado X, lo hizo argumentando que es una plataforma tóxica, que acoge y promueve las ideas de extrema derecha, y que Musk la ha utilizado para influir en el debate político.

«Las redes pueden ser sanas y educativas, y a menudo depende más de nosotros de lo que creemos»

Un ingeniero francés ha desarrollado un sistema que permite recolectar todo el contenido que uno haya producido en Twitter/X a lo largo de los años y trasladarlo a alguna otra red social, como Bluesky, donde muchos usuarios desencantados están intentando retomar su actividad como si nada. Pero, aunque actuemos como si hubiéramos encontrado un nuevo paraíso azul, no deberíamos olvidar que la toxicidad llegó a Twitter mucho antes de que Musk le echara sus garras, y que la extrema derecha existe más allá de los límites de una plataforma concreta. Facebook ha sido muy útil para el avance mundial de las derechas y los regímenes autoritarios, y seguimos enganchados a Instagram, como si no fueran exactamente la misma empresa.

El tradicionalismo y la ola reaccionaria son omnipresentes, y tienen amplias representaciones en TikTok o YouTube. Si las redes sociales han impulsado el avance de los populismos, es porque son la vía perfecta para la transmisión de mensajes falaces de fácil metabolización: deberíamos evitar caer en ellos, estemos en la plataforma en la que estemos. En medio de todo este debate, Australia ha dado luz verde a la primera ley del mundo que prohíbe las redes sociales a los menores de 16 años. En España, el Gobierno mira esta medida proteccionista con atención, con la idea de reproducirla. Más allá de la dificultad de poner en práctica dicha prohibición, me pregunto si ese es el camino correcto.

Tres adolescentes detenidos por acoso homófobo en redes sociales

¿Cuántos niños y adolescentes LGTBIQ+ se enfrentan a la toxicidad precisamente en casa, o en el colegio, y encuentran en las redes sociales el escape, las herramientas para sobrevivir? Se nos olvida que las redes sociales nacieron con espíritu de ágora, un espacio público donde encontrarnos, conversar y transmitir y recibir conocimiento y placer. Pueden ser sanas y educativas, y a menudo depende más de nosotros de lo que creemos.

No picar en el anzuelo de la indignación, no alimentar al algoritmo con más odio y opiniones infundadas sin haber leído los titulares, no otorgar atención y fama a los que la buscan a través de bulos y provocaciones; todo eso está en nuestra mano. Es legítimo huir de los espacios que no percibimos como seguros, pero quizá tengamos que empezar a trabajar para ocuparlos y hacerlos nuestros, en vez de perderlos ante el avance de los que odian, acosan y se apropian de la libertad.

JAVIER P. MARTÍN ES PERIODISTA DE CULTURA. COLABORA CON MEDIOS COMO ICON (EL PAÍS) Y FOTOGRAMAS. SU ÚLTIMO LIBRO ES AQUÍ NO HAY QUIEN VIVA. DETRÁS DE LAS CÁMARAS (PLAZA & JANÉS)
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