Lesbianas con paso firme

Esto de ser mujer abogada feminista y lesbiana visible tiene sus ventajas, no vayáis a creer. Se conectan muchos puntos, se unen casos reales (de derecho de familia, de violencias, de discriminación…) en el despacho, con aprendizajes propios de la experiencia vivida y la compartida con las compañeras de camino. Lo personal es político, y cuando me preguntan cuál es la agenda política de las lesbianas siempre me quedo pensativa. ¿Será que también caigo, yo misma, en el arquetípico “qué más queréis si ya lo tenéis todo…”? En seguida sacudo la cabeza y me brota lo de siempre: queremos visibilidad, paridad en representación y poder, estudios y datos, reconocimiento dentro y fuera del colectivo como lo que somos, ni más ni menos.

Este año que concluye las lesbianas hemos dado, políticamente y a nivel mundial, europeo y nacional, pasos muy importantes. En 2024 hemos conseguido fundar un movimiento lésbico global que atraviesa océanos porque, para sorpresa de nadie, las lesbianas estamos en todas partes. Con fondos del Departamento de Estado que EE UU venía utilizando para invertir en proyectos de igualdad con el esfuerzo, el conocimiento y el talento de las activistas de la EL*C (lesbiangenius.org), hemos conseguido fundar la Global Lesbian Coalition, conectando a las lesbianas de Europa y Centroasia con las lesbianas de Sudáfrica, Sudeste Asiático y Latinoamérica, repartiendo esos fondos entre todas ellas con el fin de que también esas redes puedan organizarse, como primer paso para defendernos y no sentirnos aisladas. No sabemos qué pasará ahora con el gobierno Trump, pero aquí estaremos, defendiendo nuestros avances, sin dar un paso atrás. Juntas y organizadas, ¿a que suena bien?

En octubre, gracias al esfuerzo y el trabajo de años de las activistas, se ha aprobado en sede plenaria de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (PACE) el primer instrumento jurídico que reconoce que las mujeres lesbianas, bisexuales y queer somos objeto de violencia (física, verbal y digital) por nuestra orientación sexual o por no responder a los estereotipos, los estándares y roles que nuestra expresión e identidad de género nos presume como mujeres. Que tales violencias tienen rasgos únicos y distinguibles y, reconocido esto, la resolución exige, por primera vez también, a los gobiernos de los estados miembros que se tomen medidas para su prevención y para protegernos a nosotras y nuestras familias. Leer el informe y la resolución emociona, porque nos reconoce como lo que somos, por lo mucho que ha costado que se hagan eco, a tan alto nivel, de nuestra misma existencia, de nuestras vulnerabilidades, de nuestra realidad.

A nivel nacional, en 2024 plantamos cara a las medidas fascistas del Gobierno italiano que está generando huérfanos de estado apelando en los juzgados el registro de filiación de los hijos de las lesbianas. Y esto haremos allí en abril del 2025, celebrando la Conferencia Internacional de la EL*C coincidiendo con el Jubileo, en Roma, mostrando nuestra firmeza en la defensa de nuestros derechos y de nuestras mismas existencias.

El panorama mundial no es demasiado alentador, hay múltiples amenazas y riesgos que no son potenciales sino muy reales, que invitan a encerrarse en nuestros micromundos, cada una en el suyo. Y a ratos es lo que hay que hacer, para coger aliento y descansar. Pero en seguida hay que salir de nuevo, buscar la mano amiga de otra compañera que teja la red con nosotras, defender nuestra alegría, como alentaba Benedetti, porque abatidas y solas somos muchísimo más vulnerables. Y hablar, elevar la voz para que se nos oiga, exigir nuestro puesto en la sociedad, en el poder económico, político, asociativo, tomarlo sin más. Porque el silencio, como dice Audre Lorde, no nos va a proteger, así que, a seguir, tejiendo, hablando, reflexionando y actuando. Demos una lesbiana bienvenida al 2025.