Hay pocas artistas en España que consigan un silencio absoluto en un estadio lleno, y Amaia es una de ellas. La de Pamplona ha presentado en el Movistar Arena su tercer disco, Si abro los ojos no es real, con el antiguo WiZink Center de Madrid lleno hasta los topes. «Este es el concierto más grande que he dado en mi vida», dijo la cantante emocionada ante un público entregado al magnetismo que la caracteriza.
Y es que no hay nada que pueda distraerte cuando se acerca a un micrófono, toca las teclas de un piano o incluso acaricia las cuerdas de un arpa. Amaia celebró su consagración como artista en una noche en la que volvió a demostrar que hay poca gente con su talento en el panorama actual, capaz de enamorar al público con su voz y hacernos vibrar con éxitos como Quedará en nuestra mente, Tengo un pensamiento y Nanai.
La cantante se deshizo de cualquier virtuosismo estético y, durante todo el primer acto del concierto, solo hizo falta un foco para iluminarla y la música para hacer callar a todo el público, que escuchó atento y con tan solo unos pocos teléfonos móviles grabando. Pantallas prácticamente en negro durante todo el espectáculo, sin apenas visuales, acompañada por su banda, con una orquesta y un coro que aparecían ocasionalmente, Amaia ofreció un show sobrio con el que demostró que con pocos elementos y mucho talento es posible robar corazones.
A las interpretaciones de sus mejores temas, tanto de su último lanzamiento como de sus anteriores trabajos, Pero no pasa nada y Cuando no sé quién soy, les acompañaron versiones de canciones como Me pongo colorada de Papá Levante o La tarara y el Zorongo gitano de Lorca, con los que dio muestra de su capacidad para adaptar canciones a su estilo personal. Un estilo único que navega entre las melodías de La Oreja de Van Gogh, la melancolía de Jeanette, la inocencia de Marisol y el gamberrismo de la propia Amaia, aderezado con una gran educación musical que eleva todo lo que la artista toca.
Aunque si hubo un momento en el que el Movistar Arena se cayó fue cuando, por sorpresa, Aitana apareció en el escenario para interpretar La canción que no quiero cantarte, el tema que tienen juntas las exconcursantes de Operación Triunfo 2017, donde se conocieron y pudimos ver el nacimiento de una amistad que se prolonga hasta hoy. Fue la primera vez que cantaban juntas este hit que, además, remezclaron con el clásico Ave María de David Bisbal y que hizo vibrar a todo el estadio. La catalana tuvo palabras de agradecimiento y cariño hacia su compañera y celebró con ella que hubiese llenado el estadio y el éxito que estaba teniendo. «Pues a ti ni te cuento, guapa», le contestó la pamplonesa, haciendo referencia a todos los logros que está consiguiendo Aitana.
Auxiliar, Yamaguchi y Fantasma hicieron saltar algunas lágrimas al público asistente, en una noche en la que hubo momentos para el folclore, la magia y la diversión, y que tuvo su colofón con Bienvenidos al show, encargada de cerrar el concierto. Amaia, acompañada por la orquesta y el coro, cantó y saltó mientras no paraba de repetir lo feliz que estaba de poder haber vivido una noche tan magnética.