El fascinante espíritu vudú de Pol Taburet, expuesto en Madrid

En el Pabellón de los Hexágonos de la Casa de Campo de Madrid se puede disfrutar de la primera exposición monográfica de uno de los pintores del momento, Pol Taburet.

El celebrado pintor Pol Taburet. Foto: Zelinda Zanichelli
El celebrado pintor Pol Taburet. Foto: Zelinda Zanichelli

Guillermo Espinosa

A mí lo que me tira es el underground.

4 marzo, 2025
Se lee en 4 minutos

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Pol Taburet, la nueva estrella de la pintura europea, ha conquistado a críticos y coleccionistas con su mezcla de estética caribeña, postcolonialismo, cultura trap, espiritualidad vudú, tradiciones del arte contemporáneo occidental y su discurso sobre la construcción de la identidad afroeuropea. Su primera monográfica en nuestro país llega a Madrid.

'Perfumed Dress and Goat Clogs' (2025)

‘Perfumed Dress and Goat Clogs’ (2025)

Imaginen una de las no muy conocidas pero inquietantes pinturas con figuras humanas planas del recientemente fallecido David Lynch, y sustituyan los colores por vibrantes tonos amarillos, rojos, verdes y azules, al modo de la pintura naíf del Caribe. Grosso modo, esta sería una epidérmica aproximación a la pintura de Pol Taburet (nació en París en 1997, pero es antillano: su familia materna proviene de la isla de Guadalupe).

Catapultado al olimpo de los pintores europeos del primer tercio del siglo XXI y definido como “el futuro de la pintura francesa”, ganó en 2023 el Reiffers Arts Iniciatives, fue objeto ese mismo año de una muestra individual en el prestigioso Lafayette Anticipations y, finalmente, entró a formar parte de la Colección Pinault, la del hombre más rico de Francia (que todo coleccionista que se precie sueña con emular).

Mientras el artista –que hace un año confesaba que aún residía en casa de sus padres– vive un momento dorado de reconocimiento internacional, su trabajo soporta ejemplarmente bien un análisis profundo: desde su técnica, que mezcla el uso de acrílicos tradicionales con el aerógrafo (una herramienta generalmente considerada publicitaria, por más que exista en la pintura pop desde los años 80), hasta sus paradigmáticas temáticas. En ellas, lo espiritual –por la vía del vudú antillano– convive con alusiones a la vida y la muerte, la violencia y la ternura, la identidad cultural y la biológica puestas en duda, el postcolonialismo y las referencias tanto al trap como a los maestros del arte occidental: de los pintores barrocos a Goya, Francis Bacon o el propio Lynch.

Oh, si al menos os pudiera escuchar, la muestra financiada y comisariada por dos titanes del arte actual (la millonaria, filántropa y coleccionista Patrizia Sandretto Re Rebaudengo y su conservador y amigo, Hans Ulrich Obrist), trae a Madrid una decena de sus lienzos de gran formato, aparte de dibujos y bocetos de su producción más reciente: todas son pinturas terminadas este 2025.

Se disponen además en un edificio singular de la Casa de Campo (el premiado Pabellón de los Hexágonos de Corrales y Molezún, recientemente restaurado), como parece ser la norma del acuerdo que el Ayuntamiento de Madrid, cuando tenía a Carmena al frente, firmó con la filántropa italiana, una vez que la inclusión de una sede permanente de su Fundación en Matadero se consideró inviable.

 Pol Taburet. Foto: Zelinda Zanichelli

Pol Taburet. Foto: Zelinda Zanichelli

En esta nueva serie del joven pintor, los personajes antropomórficos, pero no del todo formados –o no al modo biológico habitual–, se materializan desde la nada en entornos familiares pero planos. Más bien paisajes mentales u oníricos reconocibles, en actitudes que parecen ocultar rituales y secretos, y que mezclan iconografías de los tradicionales espíritus del vudú y la magia quimbois antillana con un elemento europeo reconocible y reiterado: el capirote.

Es un sombrero cónico utilizado por la Inquisición para humillar y señalar a los criminales religiosos, luego adaptado como método de castigo por la educación más cruel del nacionalcatolicismo, y que ha terminado convertido en una paradoja estética: es parte del uniforme nazareno de Semana Santa, de la misma forma que lo es del del Ku-Klux-Klan en sus asesinatos. Y todavía se sigue usando para humillar y castigar, como se pudo comprobar en el escándalo de las torturas a presos de Abu Grahib durante la Guerra del Golfo.

Utilizado profusamente por Goya, e incluso por el escultor Juan Muñoz en el siglo XX, no sabemos si en la concepción de esta exposición para España el artista encontró un terreno de comunión, pero sí que el resultado es igualmente inquietante, atávico y descorazonador. Una exposición que además añade elementos iconográficos reconocibles por los más jóvenes (entre ellos, la máscara de Scream) y que no deja de ser un festín en cuanto a la precisión técnica y estética de esta promesa confirmada del arte actual.

Oh, si al menos os pudiera escuchar de Pol Taburet se puede visitar del 5 de marzo hasta el 20 de abril en el Pabellón de los Hexágonos de la Casa de Campo (Avda. de Portugal, s/n) de Madrid.
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