El pasado viernes 20 de junio, Zahara fue la encargada de dar el pistoletazo de salida del Orgullo LGTBIQ+ de Jaén. La artista ubetense, que fue invitada por su apoyo al colectivo, aclaró hace unas semanas que en realidad forma parte del mismo, y aprovechó el pregón para sincerarse sobre su experiencia como mujer bisexual. “Me ha costado una vida pensar que hay algo dentro de mí que merezca la pena ser mostrado”, confesó.
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Zahara se remontó hasta su infancia para hablar de la primera vez que tuvo que enfrentarse a la LGTBIfobia, cuando le hicieron sentir que su atracción hacia otras niñas no estaba bien: «La primera vez que sentí atracción por una chica era una niña, y al decirlo no hubo celebración, ni siquiera una sorpresa. Solo una corrección amable. ‘Eso no es amor’, me dijeron, ‘es que aún no sabes expresar lo que es la amistad’. Estoy segura, con la certeza absoluta de las niñas que lo sienten todo de golpe, de que si en vez de decir ‘me gusta María’ hubiese dicho ‘me gusta Juan’, la risa habría sido otra y no me habrían devuelto una explicación sino una sonrisa cómplice».
Cuando de adolescente se enamoró por primera vez de una chica y lo contó, lo único que escuchó fue el típico “es una fase”. “Qué expresión tan perfecta para invalidar, sin herirme. Una fase, algo que pasará, como el sarampión o los pantalones de campana. Desde entonces, cada vez que intenté nombrar mi deseo había una excusa preparada para corregirme, para reconducirme al centro, a lo que se espera”, señaló.
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La respuesta de su entorno y la falta de referentes hizo que Zahara tardase mucho tiempo en aceptarse como bisexual. “Ahí en la intimidad más profunda me di cuenta: he vivido reprimida dentro de mí, encerrada en una versión que era solo una parte y siendo leída como hetero porque así me he mostrado y así me he permitido existir”, confesó.
“Y cuando por fin me reconozco bisexual, cuando lo siento con fuerza, con cariño, con certeza y con amor…, estoy en una relación con un hombre», dijo entre risas. En un tono más serio, se sinceró sobre la bifobia interiorizada a la que ha tenido que hacer frente. “Entonces digo: pues ahora, hija, ya no digas nada. Que no eres lo suficientemente bi como para merecer nombrarte así. Esto es muy duro porque he sido mi propia inquisidora, me he acallado, me he corregido, me he hecho sentir menos. Me he sentido insuficiente, una impostora del colectivo. Es una violencia sutil que ejerzo contra mí”.
Un pregón dedicado a su hijo y a quienes han tenido que sobrevivirse
La artista se dirigió directamente «a quienes han tenido que sobrevivirse en entornos que no estaban hechos para ellas, que les empujaban a fingirse normativas mientras por dentro ardían de verdad«, y también a su hijo, «para que sepa que no hay forma equivocada de ser, que tal y como es ya está bien». Por último, quiso dedicarle el discurso «a la adolescente que fui, a esa chica confundida, sin nombres para lo que sentía, sin espejos en los que mirarse. Quiero decirle que estamos aquí también por ella. Que no estaba sola. Como ninguna lo está».