El estudio sobre la estructura de las nuevas familias (en inglés, New Family Structures Study), más conocido como estudio Regnerus por el apellido de su autor, es un estudio sociológico que afirma que los niños que crecen en hogares con al menos un miembro adulto homosexual en la familia se ven perjudicados en su desarrollo personal, emocional y sexual.
El estudio, realizado en 2012 por el sociólogo Mark Regnerus en la Universidad de Texas en Austin, es el único estudio académico que se opone al consenso científico. El consenso general es el apoyo a las familias LGTB, reafirmado a través de numerosos estudios, que avalan que la orientación sexual de los padres no interfiere en la personalidad y sexualidad de los hijos, y que en muchos casos las familias LGTB suelen ser familias que desean fuertemente tener hijos, por lo que suelen cumplir mejor con sus funciones como educadores y demuestran ser más atentos afectivamente. Algo en lo que profundizábamos en este artículo: ¿La adopción gay afecta a la orientación sexual?
El estudio, muy controvertido, suele ser utilizado como defensa de aquellos que se oponen a la homoparentalidad y el matrimonio igualitario. Una defensa bastante triste, teniendo en cuenta que es el único estudio científico al respecto del que puedan hacerse eco. O mejor dicho, podían.
El estudio, publicado en junio de 2012 en la revista Social Science Research, se fundamenta en tres mil entrevistas a adultos de entre 18 y 39 años, de los cuales 175 habían tenido madres y 73 padres, que habían tenido relaciones homosexuales al menos en una ocasión mientras les estaban criando. El propio autor reconoció que su muestra era demasiado pequeña y sesgada, frente a las muestras del consenso científico que se inclinan a favor de la homoparentalidad; no obstante, son suficientes para ser tenidas en cuenta como método científico.
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Las críticas señalan que, además de realizar un muestreo muy pequeño, el autor se dedicó a buscar niños cuyos padres homosexuales o bien no aceptaban su homosexualidad o bien llevaban una doble vida (la heterosexual a ojos de la familia y la homosexual en secreto). Casos en los que el progenitor se encontraba en una situación de represión, negación e incluso vergüenza, por lo que daba lugar a una situación familiar indeseada, con graves problemas y carencias, que sí pudieron afectar a los niños. Los expertos señalan que estos casos no son la realidad actual, estamos hablando de familias LGTB formadas por hombres y mujeres homosexuales, bisexuales o transexuales que no tienen un problema con su orientación sexual o su sexualidad, que viven conformes con lo que son y que desean formar una familia. Una realidad que no está representada en absoluto por la muestra que recogió Regnerus.
La conclusión de Regnerus, bajo esta muestra elegida por el mismo, fue que los niños criados por adultos que habían tenido relaciones homosexuales se ven perjudicados en su vida adulta por los problemas que suscita esta situación durante su infancia.
También afirma que los niños criados por mujeres que habían tenido relaciones homosexuales tenían mayor probabilidad de necesitar terapia psicológica, mayor probabilidad de engañar a su pareja con otra persona y mayor probabilidad de haber sido atacados sexualmente.
Por otra parte, el mismo autor tuvo que subrayar que el estudio no demuestra una relación causal entre la homosexualidad de los padres y la inestabilidad de los hijos como causante de las consecuencias negativas encontradas, ni tampoco que los homosexuales sean necesariamente malos padres. Lo que él afirma es que las formas de familia inestables pueden suponer un riesgo para el desarrollo del niño. Bajo esta afirmación, nos parece muy temerario decir que todas las familias LGTB resultan inestables, puesto que no lo son, sino, como se ha demostrado, suelen ser más fuertes y duraderas que las heterosexuales por estadística. Lo fácil es encontrar esta justificación en una muestra que ya buscaba familias inestables, porque uno de los progenitores no asumía su orientación sexual y vivía bajo la represión autoinfligida.
La publicación del estudio produjo en su día una enorme polémica. Por un lado, grupos conservadores y contrarios a los homosexuales apoyaron el estudio, mientras que la mayoría de los sociólogos, organizaciones defensoras de los derechos LGTB y la sociedad en general tomaban posiciones contrarias.
Entre las críticas más duras, sus propios compañeros sociólogos de la Universidad de Texas, que quisio publicar un comunicado para desvincularse totalmente de este estudio.
En 2013, la American Sociological Association condenó formalmente el estudio en un informe a la Corte Suprema de los Estados Unidos en relación al matrimonio homosexual, críticas que repitieron en un amicus curiae del 24 de octubre de 2013, y que instaban a que este artículo fuera desaprobado como muestra científica válida por su falseo en el muestreo y las discriminaciones que derivaban de sus afirmaciones.
La mayoría de la oposición señaló el estudio como inválido por la falta de rigor en la metodología. Declaraban que el estudio perdía todo su sentido en el momento en el que el autor se centró en buscar padres que hubiesen tenido relaciones homosexuales de forma extramatrimonial a un matrimonio heterosexual y cuyos individuos tenían un problema en aceptar esta orientación homosexual, mientras que lo lógico hubiera sido buscar padres homosexuales o matrimonios homosexuales, parejas estables y sin problemas con su sexualidad que tuviesen hijos y donde poder estudiar la evolución de los menores en un entorno familiar sin inestabilidades.
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Es decir, no compara hogares estables de padres heterosexuales con hogares estables homoparentales, sino hogares con problemas derivados de su no aceptación de la homosexualidad.
Otro estudio publicado en 2015 en el Social Science Research, realizado por Brian Powell de la Universidad de Indiana y Simon Cheng de la Universidad de Connecticut, retomaron este debate. Decidieron llevar a cabo el mismo estudio, esta vez haciendo un muestreo razonable, y las conclusiones a las que llegaron fueron que los resultados de Regnerus eran erróneos, demostrando que los niños con padres homosexuales no resultan perjudicados en su desarrollo comparados con los criados por padres heterosexuales.
Otra de las grandes críticas al estudio Regnerus fue su financiación por parte del Witherspoon Institute, una institución de carácter conservador, cristiana, abiertamente antigay, contraria al aborto y al uso de células totipotenciales embriónicas, y cuya ideología se cree que pudo influir en los métodos de Regnerus.
Así lo demostraron documentos que evidenciaron que Regnerus había solicitado el pago de asistentes para el análisis de datos a William Bradford Wilcox, socio del Witherspoon Institute.Una revelación de documentos públicos que destapó The American Independent, y que llevó a la Universidad de Texas a sacar a la luz una serie de documentos que muestran que el autor fue entrenado por el Witherspoon Institute para defender retóricamente su estudio.
En febrero de 2014, un artículo de The New York Times afirmaba que el origen del estudio fue una reunión realizada en la Fundación Heritage en Washington D.C. a finales de 2010, tras la anulación judicial de la proposición del matrimonio igualitario en California. En esa reunión, una serie de opositores del matrimonio homosexual decidieron financiar estudios que demostrasen que el matrimonio homosexual era perjudicial para los niños.
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Así, el Witherspoon Institute, cuyo director Luis E. Tellez había participado en esta reunión, financió el estudio de Regnerus con 695.000 dólares, así como a la Bradley Foundation, otra organización conservadora, con otros 90.000 dólares.
Otro de los participantes en la reunión de Washington, el Dr. Douglas W. Allen, economista en la Universidad Simon Fraser en la Columbia Británica, también publicó un estudio muy discutible, de carácter similar al de Regnerus. ¿Coincidencia? No lo creemos.
Poco después del surgimiento de la polémica, la revista editora del estudio, Social Science Research, realizó una auditoría y declaró el estudio de Regnerus inválido –y por tanto, no científico– debido a la evidencia de manipulaciones. Por su parte, La Universidad de Texas también realizó una investigación sobre la publicación.
Pese a que el estudio ha sido invalidado científicamente, muchos detractores del matrimonio y las adopciones gays siguen usándolo como herramienta para justificar sus ideas. Lo hemos oído en la boca de dirigentes rusos como Putin, o dirigentes italianos como Giuseppe Di Mauro, incluso por parte de la Santa Sede, que se atreve a mencionarlo en uno de sus comunicados.
En Estados Unidos, Bryan Fischer, de la American Family Association, exigió, basándose en el estudio inválido, que se quitara la patria potestad a los homosexuales con hijos.Maggie Gallagher, antigua directora del National Organization for Marriage, y que se declara opuesta al matrimonio homosexual, lo alabó como “el mejor estudio sobre la homoparentalidad que tenemos hasta la fecha”, que muestra que “el ideal para los niños es una papá y una mamá casados”.
Como vemos, aún son muchos opositores homófobos a los que les gusta llenarse la boca cuando aluden al estudio de Mark Regnerus. Por eso hemos creído básico que conozcas sus malintencionadas muestras, su metodología, su financiación y su invalidez actual, para que la próxima vez que oigas a alguno de estos energúmenos esgrimirlo sepas que se trata de un estudio anulado por la comunidad científica y bajo revisión por fraude y estafa.