Es todo un amante del anime y el pop asiático. Por eso, cuando se mudó a Tokio hace ocho años, vio su sueño hecho realidad. Reolindo Hernández Miravalles nació en Barcelona, y aunque intenta visitar nuestro país de vez en cuando, está más que asentado en el país oriental. Se dedica al mundo del audiovisual, y es cámara y editor de vídeo. Además de su propio proyecto personal como freelance, realiza muchos vídeos para Solaris Japan, una tienda de figuras de acción del anime y el manga, donde está rodeado por muchos de los personajes que tanto ama.
“Cuando vivía en Barcelona y era pequeño, veía siempre todos los dibujos que echaban por la televisión pública, y todos eran japoneses. Ya de mayor, empecé a escuchar música pop japonesa y coreana, y mi interés por su cultura creció hasta el punto de que, durante la universidad, surgió la oportunidad de irme de intercambio a Japón durante un año, así que lo hice y ya me enamoré del todo”, explica.div

Tras concluir Estudios Orientales en Barcelona, y titularse profesionalmente en montaje y postproducción audiovisual, Reolindo tuvo claro que su próximo destino sería Japón; el país que tantos años había mirado desde la lejanía pero al que se sentía cercano a su cultura. Ahora, con 31 años, está feliz de poder ser un ciudadano más del país nipón, y poder disfrutar de sus costumbres, su gente, su gastronomía única, su música, su cine y sus cerezos en flor.
Tokio es una de esas ciudades donde convive lo mejor del ambiente cosmopolita de una gran urbe, con todo su ajetreo, ir y venir de personas, locales, restaurantes y ocio de todo tipo, con la calma y la paz que se encuentra en su naturaleza y sus templos. “Aquí no se para en ningún momento, siempre hay algo que hacer, ya sea una exposición, un concierto, un evento…, lo que sea. Yo vivo en el barrio de Hatsudai,que está muy cerca del centro de la capital, por lo que hay mucho movimiento. Ahora tengo ganas de mudarme al campo, estar más tranquilo y descansar. Tampoco hace falta irse muy lejos de la ciudad para disfrutar de la naturaleza, hay muchos parques que son un auténtico oasis. De hecho, uno de los planes más especiales que puedes hacer aquí es disfrutar de la temporada de sakura, que es cuando florecen los cerezos, y es algo que hay que ver en persona al menos una vez en la vida”.
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“Está claro que hay un choque cultural muy fuerte cuando llegas a Japón. Los españoles tenemos unas costumbres muy arraigadas, somos muy abiertos, cariñosos, expresivos, sociales… Y la gente de aquí es muy diferente, eso hay que tenerlo claro una vez vienes y entender que son así. Tienes que adaptarte”, cuenta Reo. “Aun así, ha habido muchos cambios sociales en cuestiones LGTBIQ+. Aunque legalmente aún no se hayan aprobado leyes fundamentales como la de matrimonio igualitario, hay zonas donde la comunidad puede disfrutar del ocio y vivir en libertad. El barrio de Shinjuku Nichōme es un ejemplo de ello, con un montón de locales, drag queens, gogós, etc… Es como si fuera la Chueca de Japón. Sí es verdad que hubo muchos intentos de hacer cosas antes de la pandemia, pero cuando llegó el covid se paró todo. Como por ejemplo, el Orgullo, que sí que se hace aunque de una forma más local, no es como el de Madrid, pero se intentó hacer algo así antes del coronavirus. De hecho, las últimas veces ha tenido de eslogan ‘ya toca’. Así que parece que, poco a poco, va creciendo”.
Ocho años después de su llegada, Reo sigue enamorado de esa cultura que le hizo poner un pie en Tokio, y quiere seguir recorriendo sus calles durante mucho más tiempo. “Hay veces que echo de menos España, pero cuando estoy allí siento que lo que me tira es Japón y parte de mi corazón siempre estará en este país. La vida aquí es muy cómoda, y todo lo que me ofrece es mucho más de lo que podría pedir”.











