Crítica. 'Historia de una maestra', una gran obra de teatro que reflexiona sobre la importancia de la educación

El Dentro Dramático Nacional sigue sorprendiéndonos con grandes apuestas esta temporada. Ojo a esta imperdible función, que es de lo más recomendable.

Una obra que merece la pena disfrutar. Foto: Geraldine Leloutre
Una obra que merece la pena disfrutar. Foto: Geraldine Leloutre
24 noviembre, 2025
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Te contamos por qué no debes perderte en el Centro Dramático Nacional Historia de una maestra, gran adaptación de la novela de Josefina Aldecoa, firmada por Aurora Parrilla y dirigida por Raquel Alarcón.

Historia de una maestra

Fotos: Geraldine Leloutre

Tres mujeres se han empeñado en contarnos en Historia de una maestra, desde un punto de vista íntimo, la importancia de la cultura en la sociedad, cada una de ellas incidiendo en el tiempo en que le tocó vivir. Primero está la protagonista absoluta de la historia, Gabriela López, una maestra de escuela, inspirada en la madre de la autora, que comenzó su carrera en la convulsa España de los años veinte y fue una de las artífices de la Institución Libre de Enseñanza, que nació a finales del siglo XIX con idea de modernizar la educación.

La segunda, la famosa escritora y pedagoga leonesa Josefina Aldecoa, autora en 1990 de Historia de una maestra. Un delicioso homenaje a las docentes de la II República y un profundo ejercicio de memoria histórica, del que estábamos tan necesitados. Y la tercera, la directora murciana Raquel Alarcón, licenciada en Filosofía Hispánica, que pone en escena la magnífica adaptación teatral que Aurora Parrilla ha hecho de la novela.

Estamos ante un teatro literario y documental, pensado, escrito y realizado por mujeres, que añaden al resultado final un toque único, donde no hay complejos y los puntos de vista son profundamente humanos. Otra característica que hace esta aventura diferente es que todo se desarrolla en pueblos recónditos de nuestra geografía, huyendo de la preeminencia de las capitales, esa España tan vaciada de población y tan llena de historias personales.

Historia de una maestra

El enorme espacio escénico está hábilmente construido por Pablo Chaves en la escenografía y David Picazo en la iluminación. Con pocos elementos en blancos, grises y negros, consiguen crear los ambientes propicios para el desarrollo de la historia. Trasladándonos a los Picos de Europa de la época, con un perfil móvil y las efectivas proyecciones de Elvira Ruiz, o colocando pupitres y sillas para llevarnos desde la Escuela Normal de Oviedo o las casas y colegios rurales en el profundo León, hasta a una plantación en Guinea.

La dirección se basa en que este interesante texto se entienda sin problemas. Hay emociones en cada línea, pero Raquel Alarcón huye del sentimentalismo fácil para encarrilarnos en la frase que es la columna vertebral de la función: “Solo a través de la educación se puede transformar una sociedad”.

La elección del elenco joven es otra curiosidad de esta obra. Los menores de 30 años provienen de diversos talleres del CDN, con enormes ganas de hacer nuevo teatro y una energía que traspasa al respetable –y seguramente influye en lo rápido que pasan las dos horas y media que dura la función–.

La decisión de cómo contarnos esta etapa de nuestra historia reciente ha sido repartida entre el documento que muestran algunos sobretítulos (como el dato de que había un 70% de analfabetismo en 1900 o la información sobre los diversos acontecimientos políticos que desembocan en la Segunda República), contrastado con la licencia poética de algunos recuerdos de Gabriela, como la mágica y preciosa despedida de su hija cuando su progenitor fallece mientras le enseña a plantar una semilla.

Historia de una maestra

 

Todos los intérpretes están muy bien, pero la labor de Julia Rubio como la maestra revolucionaria roza lo sobresaliente; lo más reseñable es la evolución de su personaje, que se supera cuando es madre y confiesa los miedos de la lucha por la libertad. Cosa que no ocurre en los más planos papeles masculinos, como el marido, defendido por Víctor Sainz con alegría y mucha emoción. O el otro amor de Gabriela, al que Thomas King aporta un rayo de alegría y buen rollo.

Especial mención para Manuela Velasco, que en el papel de hija-narradora se tira los casi 180 minutos en escena escuchando la historia e interviniendo en ocasiones señaladas, no pierde su razón de ser y se la encuentra cómoda mezclándose con los multipersonajes de sus compañeros. Otras actrices, como Esther Isla, demuestran que nuestra joven escena está sobradamente preparada, dominando diversas técnicas y apoyando a sus compañeros para crecer juntos.

Son los intérpretes maduros los que terminan de redondear este producto. Pablo Vázquez da una lección de proyección vocal, dicción y simpatía. Y Ainhoa Santamaría derrocha emoción por las tablas; de la lágrima a la risa, siempre sabe qué enfatizar para apoyar una escena.

Historia de una maestra

Nos encontramos ante una función imprescindible, que educa. A ver si aprenden todos nuestros chavales el horror de las guerras y que no hubo ni habrá fascista bueno. Una buena oportunidad para conocer la fuerza de la visión femenina en la Historia, que magníficamente expresa las dudas que surgen en nuestra aventura personal, de las que no hay que arrepentirse sino afrontarlas.

⭐⭐⭐⭐⭐

HISTORIA DE UNA MAESTRA SE REPRESENTA EN EL TEATRO VALLE-INCLÁN (Plazuela de Ana Diosdado, s/n · MADRID) DEL CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL HASTA EL 11 DE ENERO DE 2026
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