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Marcha atrás. El obispo de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza, ha reculado en su intención de discriminar a Álex a la hora de ser el padrino en el bautizo de su sobrino por el hecho de ser transexual. Según cuenta eldiario.es, el damnificado recibía una llamado del párroco de San José Artesano de San Fernando de Cádiz, explicándole que “había habido un error” ya que “ser transexual no es obstáculo para ser padrino de un bautizo”.
Álex se mostraba contento y esperaba servir de ejemplo en el futuro: “Estoy muy contento por lo que supone para mí pero, sobre todo, porque lo que vale para mí, vale para otros transexuales que somos católicos y queremos formar parte de la Iglesia”. Ahora solo tendrá que preocuparse de su vestimenta.
Hace unos días hacíamos un tremendo esfuerzo para pensar que no estábamos ante un nuevo caso de transfobia en la Iglesia. Iba a ser complicado. El Obispado de Cádiz y Ceuta salía al paso de las acusaciones de discriminación por no permitir que un joven transexual sea padrino de su sobrino en el bautizo de este, pero no resultaba muy creíble. Prueba de ello son los últimos acontecimientos.
Álex Salinas, de 21 años, solo quería disfrutar en primera línea de este momento mágico en la parroquia de San Fernando. Desde el estamento se le negaba la mayor apoyándose en el Código de Derecho Canónico para intentar salvar los muebles. Y es que, según ellos, con “frecuencia” hay personas que “no son admitidas” para apadrinar “por su estilo de vida, criterios o incongruencia con la vida cristiana”. Este último apartado, tal y como relata el diario El País, se antojaba clave para sacar conclusiones.
Todo “por el propio bien del bautizo”, como señalaba el obispado en una nota de prensa. Y es que es función del párroco “disuadir a quienes no cumplen los requisitos”, ya que “el padrino ha de velar por el crecimiento en la fe del bautizado y acompañarle para que aprenda de su mano los fundamentos doctrinales y morales de la fe cristiana”. Como siempre, impera la lógica. Y rizando el rizo, el párroco invita a Álex a “participar de algún modo como padrino espiritual” para ayudarle en la vida de fe.
“Seguramente, desde el obispado confunden la transexualidad y la homosexualidad”, se apresuraban a afirmar desde la asociación LGTB andaluza Arco Iris. Su presidente, Gonzalo Serrano, exponía en un comunicado que “no tiene sentido que la Iglesia prohíba a un joven creyente y practicante el ser padrino de bautizo”, cuando además en su DNI figura como hombre, y solo en su partida de bautismo aparece con sexo femenino. Sea como fuere, corramos un tupido velo.