Cuando menos, curioso. Un estudio llevado a cabo en la Baja Sajonia alemana por el Instituto de Investigación Criminológica (Kriminologische Niedersachsen) revela que entre los 6.000 encuestados se prefiere tener un vecino judío antes que un vecino gay.
Por supuesto, no se puede hablar de representatividad a nivel estatal, pero es significativo que el 10% de la muestra encuentre “desagradable” tener en el mismo rellano a un homosexual. Un 51% considera aceptable tener un vecino judío, mientras que el 71% prefiere que sean compatriotas.
No obstante, parece que aún más desagradable resultaría convivir con negros, turcos, inmigrantes de Europa del Este y musulmanes, todos con un desacuerdo general que supera el 50% de los encuestados. Si además tenemos en cuenta que un tercio de los entrevistados tienen origen turco o soviético, no es de extrañar esa animadversión hacia el colectivo LGTB. Mientras los prejuicios siguen, Merkel tal vez hasta se lo tome como una victoria.
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