Una historia sin final feliz

Se trata de la historia de dos chicos mexicanos, David y Ernesto (nombres ficticios para ocultar su identidad), que conocíamos a través de una carta de David al medio #homosensuales, donde relataba su caso a los lectores en busca de ayuda. Una carta que #homosensuales publicaba hace unas semanas, junto a un correo electrónico para buscar […]

1 septiembre, 2015
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Una historia sin final feliz

Se trata de la historia de dos chicos mexicanos, David y Ernesto (nombres ficticios para ocultar su identidad), que conocíamos a través de una carta de David al medio #homosensuales, donde relataba su caso a los lectores en busca de ayuda.

Una carta que #homosensuales publicaba hace unas semanas, junto a un correo electrónico para buscar apoyos a la pareja. La carta decía lo siguiente:

HOLA ALBERTO (redactor de #homosensuales)

Mi nombre es David y no tenemos el gusto de conocernos,  lamento que sea por los hechos que acontecen en mi vida actualmente, ****** me pasó tu correo y tengo la esperanza de que saques tiempo para leerlo.

Estoy atravesando uno de los peores momentos de mi vida. Lo que sucedió es que mi prometido, Ernesto, se encuentra en un estado de inconsciencia en el IMSS, en la Unidad La Margarita, aquí en la ciudad de Puebla, por complicaciones de salud derivadas del sida. Claro, sé que puedes pensar que no se atendió a tiempo o algo parecido, lo cierto es que la detección fue tardía. Lo peor fue que en el momento en el que cae en el estado de inconsciencia su familia me hace a un lado, despojándome de todo lo que nosotros habíamos cosechado en un periodo de 4 años de relación, amenazándome de una u otra forma legalmente.

Ernesto de 33 años y yo de 25, nos conocimos a finales del 2010 e iniciamos nuestra historia en abril del 2011, aún puedo recordarlo con mucho cariño, yo iniciaba mis estudios universitarios y él sus respectivas maestrías, daba clases en el Tec Milenio y llevábamos una relación como pocas, hasta que a mediados del 2012 es trasladado a Irapuato Guanajuato a trabajar en la UVEG (Universidad Virtual del Estado de Guanajuato) como profesor a tiempo completo. Recuerdo acompañarlo a su entrevista de trabajo, fue cuando me propuso que nos comprometiéramos, pero puse la condición de que lo haríamos una vez que finalizara mis estudios. Viví en concubinato con él y solo me trasladaba a la ciudad de Puebla por mis estudios, lamentablemente y por decisión de ambos, no fui presentado a su familia, ya que me decía que son muy especiales y por ser menos que él me tacharían de arribista u otro calificativo, aclaro que mis padres se hicieron cargo de los costos de mi universidad, a pesar de que él se comprometió a hacerlo jamás lo acepte.

Como sabrás, en  Guanajuato las personas son muy cerradas, así que llevamos la relación en un dimensión privada mientras que aquí en Puebla todos sabían, a excepción de su familia, y así vivimos durante dos años.

Pero a inicios de septiembre del 2014 él empieza con problemas gastrointestinales, debido a que se metía de lleno al trabajo, donde se encontraba muy estresado, en tal grado que ya no podía comer cualquier cosa. Además de que por ese tiempo se compró una hermosa casa en Puebla, donde viviríamos una vez hecho legal nuestra relación, entonces tenía la idea de que una vez pagada la casa, podía regresar a Puebla. Aparte de que aquí no encontraba un trabajo que le diera el mismo salario que percibía allá.

Para el mes de septiembre festejamos el grito en Querétaro, una de nuestras ciudades favoritas. Recuerdo que cada vez se agudizaba más su supuesta colitis, y a la semana que regresé a Puebla a presentar unos exámenes me llamó para decirme que tenía un dolor muy fuerte y que ya no podía caminar, le sugerí que llamara a una de sus compañeras para que lo llevará a urgencias, pero está  claro que avisó a su familia que estaba en el hospital, pidiéndome que no fuera para que no me vieran, así que acepté eso, además de que solo lo operarían del apéndice y me dijo que no había más complicaciones.

Pasaron los días y él no mejoraba y lo intervinieron 3 veces en un lapso no mayor a 2 meses. En su última operación no resistí y decidí ir a ver cómo estaba ya que no era normal, entonces fue cuando me conoció su familia y hasta ese momento no tuve ningún problema, incluso me trataban bien y terminé confiando en ellos plenamente, desapareciendo mi temor de malos rollos entre nosotros, pero no sabía lo que me esperaba.

¡Claro! Su familia me aceptó y me confesaron que ya lo sabían, que en las pocas ocasiones que fueron a visitarlo, por más que Ernesto intento ocultar mi ropa, lo dejó en evidencia, por lo que sus papás ya se habían hecho a la idea, en fin.

En el mes de noviembre finalicé en parte una investigación que realizaba como algo extracurricular en el Hospital de la Mujer en Puebla (En el 2015 estuve obligado a estar más tiempo aquí por el servicio social) y ya concluidos todos mis proyectos no tenía impedimento para estar con él, ya que su recuperación fue lenta, por el mismo tiempo se traslada a la casa de sus papás aquí en Puebla, por lo que mis visitas eran recurrentes, y me topé que a mis espaldas, como era de esperarse, ya se hablaba de mí. Incluso Ernesto me dijo que jamás confiase en sus papás, lo cual ignoré, no pasaba momento en donde no me interrogaran de mis ocupaciones, si mis papás esto o el otro, etc. Sinceramente, soporté todo eso por quien fue mi pareja.

Ernesto había decidido renunciar a su trabajo en Irapuato y regresar a Puebla, ya que lo habían operado prácticamente por estrés y ya no quería eso, pero entre las ideas que le metían sus papás y la deuda de la casa, decidió regresar, yo no tuve inconveniente, ya que había finalizado el servicio social.

Tuvo una recuperación muy pero que muy lenta, fuimos con varios médicos gastroenterólogos y de varios no se hizo de ninguno, uno decía una cosa el otro decía otra y lo real es que en el IMSS de Irapuato el servicio fue malísimo e incluso negligente, debido a que cuando un médico particular ya le había dicho que si era apendicitis y que lo tenían que operar en el IMSS lo regresaban a su casa porque no daba positivo en la prueba, por lo cual se le realizaron 3 operaciones para limpiarle, otro dato que olvidé, la tercera operación fue porque el moño que cerraba donde estaba el apéndice no había cerrado por lo que tuvo materia fecal en el abdomen entonces tuvo constantes infecciones, además de que le realizaron varias transfusiones de sangre por lo grave que estuvo.

Continúo, los mismos médicos que estaban en el IMSS eran los mismos que estaban en consultorios particulares, entonces dudo mucho de la calidad en el servicio médico de allá y en varias ocasiones le pedía a Ernesto que por favor regresáramos a Puebla,  pero lo cierto es que cada vez se presionaba más y más para tener más trabajo, por los comentarios que le hacían sus padres empezamos a tener problemas.  Nuestro paraíso se había ido, muchas personas me decían que ya me fuera, pero siempre fui fiel a los sentimientos que le tenía, desde que se enfermó tuvo muchos cambios y la situación no mejoraba en ningún sentido, su atención estaba en su tesis de doctorado, sus publicaciones, sus múltiples trabajos como asesor en otras universidades más que por su propio trabajo.

A finales de mayo del presente año, su poca mejoría se fue, estuvo en urgencias en varias ocasiones y le realizaron una prueba de VIH la cual salió negativo y te anexo, entre otros estudios en donde encontraron una lesión tumoral en el intestino, el cual fue diagnosticado como CUCI para inicios de junio. Para entonces, decidí llamar a su familia para que lo fueran a ver, a pesar de que nunca me llevé bien realmente con ellos (hipócritamente), eran su familia al fin de cuentas y tienen derecho a verlo. Claro, sus papás decidieron quedarse allá más tiempo cuando lo dieron de alta, quitándome mis propias obligaciones dentro de mi propio hogar, propiciando nuestra separación temporal.

El día 27 de junio regresé a casa de mis padres en la ciudad de Puebla, muy triste por lo sucedido, y continúe teniendo comunicación con Ernesto pero cada vez más fría.  Estaba claro el por qué lo era, fue internado en una ocasión en el Hospital MAC antes de poder volver a Puebla, para inicios de julio fue dado de alta y decidió por fin regresar a Puebla. Pero no fui a verlo a casa de sus papás,  para evitar groserías de cualquier tipo, pero sí mantuve comunicación con él vía WhatsApp.

A la semana fue internado en el Hospital San Pedro aquí, y acudí a verlo. Justo cuando entré lo primero que vi fue a un hombre sentado trabajando, en lugar de guardar reposo, sus papás no dejaban de repetir que era un hombre responsable, realmente me enojé, pero guardé esos sentimientos ya que me dio mucho gusto verlo, aunque se me partía el alma que no fuera capaz de dejar de trabajar.

Para el día 17 de julio, si mal no recuerdo, de una manera seria me dice que le realizaron una prueba de VIH y salió positivo, y que solo estaba esperando la confirmatoria, no tuve en ningún momento reclamo alguno, anteriormente en algunas jornadas ya me había realizado pruebas y siempre salía negativo. Sinceramente no me importaba si estaríamos juntos para afrontar este nuevo reto de vida, lo tomé de la mano y dije que estaríamos juntos en esto, él ya se encontraba débil para esas fechas y nunca olvidaré su mirada de admiración.

Su última decisión que tomó, creo que fue la peor de su vida. Su médico le dijo que podía tomar el tratamiento pero que  tenía un costo de $50.000 MXN (unos 2.630 euros), dinero que sí tenía, pero no quiso pagarlo y decidió esperar ingresar al IMSS. Decidieron darlo de alta y tuvimos una pequeña charla, pero al tercer día simplemente ya no me respondió.

Marqué a su celular y me respondió su papá diciendo que estaba bien, estaban en casa y que no podía hablar, se me hizo raro, y a los 20 minutos me llama su hermana diciendo que estaba internado nuevamente, me enojé con sus papás porque me ocultaron esa información y a pesar de que Ernesto pedía que me notificaran todo, lo ignoraron. Acudí inmediatamente al hospital y lo vi muy débil, Ernesto ya había desarrollado el sida, jamás olvidaré cuando su médico me notificó y me pidió no apartarme de él ya que su pronóstico no era muy bueno.

Estuve todos los días, el mayor tiempo posible, e incluso me quedaba en casa de unos amigos que viven cerca de ahí si no me dejaban pasar la noche, lo bañé, le cambiaba el pañal, hice todo. Claro era inevitable que tuviéramos la charla, me dijo que no sobreviviría y que si el médico le decía que ya estaba desahuciado su deseo era irse a nuestra casa a esperar su descanso, para entonces yo también me hice la prueba, con resultado positivo, pero aún no iniciaba tratamiento, ya que lo cuidaba y me pedían constantemente cubrir horarios muy largos. No me importó en ese momento, hablamos con su mamá haciendo su petición y que no me dejarán a mi suerte. En caso de que me sucediera algo, nuestro deseo era estar juntos. Nunca olvidaré que su madre nos dio su palabra, nos dio la mano y nos mintió en nuestras caras, yo sé que a él no le quedó otra que confiar ciegamente y a mí por amor, creer en lo que me dijesen. Él había desarrollado rápidamente neumonía y por ende tuberculosis, por lo que empezó a depender de oxígeno de forma periódica.

El día 22 de Julio deciden trasladarlo al IMSS de la Margarita debido a que salía más barato internarlo en terapia intensiva, y añado que Ernesto me otorgo 2 cartas que no tienen valor alguno, donde me cedía los derechos en propiedades y su decisión médica, con la finalidad de darle una atención de calidad distinta a la barata que sus papás le daban, pero no logré concretar nada, lamentablemente sus papás se hicieron con esta información, lo cual trajo consecuencias más tarde.

El día 23 de julio me presenté al hospital y él se encontraba en el área de urgencias, debido a que el virólogo no hacía visitas en piso, estábamos en espera de un aislado, lo cual son escasos en la unidad. Pero finalmente logré conseguir uno. El aislado 3, allí me notificaron que sería subido en el transcurso del día, pero decidí no irme hasta que estuviese en el piso. Alrededor de las 16:00hrs su papá llega para hacerme el cambio, pedí que le dejarán entrar porque Ernesto no podía estar solo y le estaban realizando nebulaciones, yo estaba con trabajo social dando unos datos, pero había un problema, el aislado que nos habían dado ya lo estaba ocupando alguien más y la de trabajo social me sugirió subir a hablar con el subdirector para arreglarlo. Antes de irme, su papá estaba más preocupado por quién daba la hoja de incapacidad porque ya se tenía que cobrar (aclaro que sus papás tienen en su poder las tarjetas de crédito de Ernesto).

Subí y me atendieron rápido, y me dieron el aislado #4 y al bajar para notificar, vi a lo lejos a su papá sentado indiferente a los pies de Ernesto, pero no le tomé importancia, hasta que cuando me dicen que ya lo van a subir, decidí acercarme para despedirme y mi sorpresa es que Ernesto no tenía el oxígeno puesto, estaba al lado de su cabeza y su cabeza del lado contrario agonizando. Le dije a su papá “SEÑOR , ERNESTO NO ESTA RESPIRANDO!” a lo que me respondió “NO SÉ, PREGÚNTALE A LAS ENFERMERAS”, corrí y notifiqué, pero sus signos vitales eran muy bajos y lo entubaron, todo paso tan rápido. Después,  fui a arreglar el pase doble para que entrara más de una persona a verlo, con mi madre en presencia me despedí de él, diciéndole que tal vez era la última vez que lo vería, pero que tenía una promesa con él y que trataría de cumplirla.

No tengo palabras para describir el dolor que pasé, para cuando salí sus padres no llevaban ni la tercera parte del día, cuando decidieron irse a comer dejándolo solo con su hermana.

Al día siguiente me escribe una supuesta licenciada, después de que su papá me llamará preguntando si tenía su carnet para cobrar las incapacidades, le dije que no y fue lo último que me dijeron, añadiendo que no me darían a nuestra perrita Mila que teníamos.

Me escribió una supuesta licenciada, con mucho conocimiento de lo que tenía Ernesto en propiedades, para decirme que todo estaba a nombre de su madre y que si intentaba usar dichas cartas me denunciarían, que era conveniente que no me presentara ni al hospital ni a su funeral. Le dije que por mí se podían quedar todo porque el dinero no me regresaría a Ernesto y me dolía mucho, ya que su peor pesadilla era quedar entubado.

Intentó sacarme información a base de engaños, al principio le creí pero después dudé en todo, en ese momento quedé muy débil.

Actualmente estoy en tratamiento por el VIH y sigo luchando para que haya justicia por Ernesto, y no sé si gane, no sé si pierda pero quiero que mi historia se dé a conocer, te pido por favor mantener nuestras identidades y no publicar mi historia hasta que mi lucha legal inicie. Ahorita estoy con una abogada con perspectiva de género y meteré un amparo para declarar concubinato con él, al parecer seré el primero en hacerlo en esta ciudad por lo que será una lucha ardua pero justa. La verdad es que no tengo los recursos suficientes para poder pagar algunos servicios y sé que algunos seguros están a mi nombre por lo que no pueden cobrarlos e intentaré invertir esto en mi batalla. No sé por dónde empezar, estoy desesperado y en penumbras.

Algunas personas ‘cercanas’ me dicen que él sigue conectado, pero mi corazón lo duda, tal vez lo ocultan para robarle cuanto puedan. Mañana iré al hospital con mi abogada a solicitar información, además sé que su papá ha estado firmando vauchers de la tarjeta de crédito haciéndose pasar por él y solicitando una tarjeta adicional, la cual solo él puede sacar firmando directamente en el banco.

Tengo entendido que el cuñado de su hermana es quien trabaja en el IMSS y está haciendo algunos movimientos dentro de la institución para facilitar el cobro de las incapacidades de Ernesto, te adjunto archivos, y si tienes a alguien que se pueda sumar a esta lucha, estoy dispuesto a seguir de pie por ello, me alcance o no el tiempo, ya que mi debilidad es real, quiero pensar que es mi estado de ánimo pero no sé.

Esta era la totalidad de la carta que escribía David pidiendo auxilio a los lectores, pero por desgracia Ernesto, quien en verdad se llama Emilio, fallecía la madrugada del 31 de agosto. Con mucha pena, os contamos que nuestro protagonista, David, no tuvo la oportunidad de volver a despedirse de él.

Sin embargo, su lucha sigue adelante, así que si tienes consejos legales o crees que puedes ayudarle en su cruzada, aquí te dejamos su email: [email protected]

Una historia sin final feliz

Un caso que nos recuerda al de Walter  en Italia, quien demostró que el amor transciende a la muerte.

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