El chino y la choni, un juego de palabras tan socorrido como necesario. El acontecimiento del año ha llegado y no podemos mirar hacia otro lado. Gran Hermano 16 ya es una realidad, aunque alguno de sus concursantes nos haga dudar sobre si estamos soñando.
Nos pellizcamos y encontramos a Han Wang, el chino gay granaíno al que le gustan los machos ibéricos. Estuvo en la tuna, estudia ingeniería y lleva gafas sin cristales y pegatinas en los ojos para parecer occidental. No es accidente, es postureo. Su acento, maneras y gracia natural harán el resto. “Soy mazo guay, no soy nada pringao”, avisa.
También se agobia con facilidad. Con los demás integrantes de la casa, Han ha de simular que no sabe hablar español o recibirá una penalización económica. “No puedo aguantar más”, confesaba a Mercedes Milá mientras mostraba un cruce de piernas vertiginoso. Sharon Stone tiene los días contados. No obstante, si Han ha sido capaz de aguantar un año para superar el casting (he aquí el vídeo con el que opositó a entrar en la edición pasada), seguro que podrá hacer el esfuerzo de estar callado.
Como empeño pone Amanda para convertirse en la nueva Pelopony. Malagueña de 25 años, tiene claras sus prioridades en la vida: “Lo más importante para ser una diva es ejercitar la mente, por eso estudio marketing”. Y la gorra, no nos olvidemos de la gorra.
Vestuario aparte, para conocer a la diva de Guadalix es necesario traspasar ese forro aparente de rubia tonta. Precisamente, le gusta cubrir los libros de terciopelo rosa para así tener el código civil más fashion de toda la facultad. Causa extrañeza que no esté penado. “Tengo mucha energy”, afirma. Sus nalgas a ritmo de reggaetón dan fe de ello. Habrá que seguirles la pista.