Se estrena en nuestro país en el momento perfecto Eden, la cuarta película de Mia Hansen-Løve. Hace escasas semanas que se ha abierto un gran debate en torno a cómo se glorifica el escaso empeño que le ponen muchos DJs actuales de EDM –sin talento musical– en la película We Are Your Friends, protagonizada por Zac Efron y dirigida por Max ‘Catfish’ Joseph. También ha resultado polémica por su aparente frivolidad, trampa en la que suelen caer muchos directores cuando se enfrentan a materiales y situaciones relacionados con la música de baile. No es el caso, ni mucho menos, de Hansen-Løve.
El principal gancho de Eden es que se trata de la primera película que retrata con seriedad el fenómeno del denominado ‘french touch’, una corriente surgida en Francia a finales de los 90 en la que se reivindicaba el sonido disco y el garage estadounidense con un fervor contagioso, y que sirvió de trampolín a nombres del calibre de Daft Punk. Pero Mia Hansen-Løve no se queda en la superficie del asunto, ni se limita a mostrar fiestas y excesos tan propios de la cultura de clubs.
Con una visión casi behaviorista, y con una mirada no tan lejana de la de Truffaut en sus películas sobre Antoine Doinel, cuenta las aventuras y desventuras de Paul, un DJ inspirado en su propio hermano, Sven Hansen-Løve, coguionista de la cinta. “Sven y yo compartimos la capacidad de movernos con facilidad entre la realidad y la ficción”, explica Mia. “Además, Sven nunca intentó esconder nada de su historia como DJ, por lo que tuve carta blanca para escribir, y creamos un estrecho vínculo mientras redactábamos el guion”. En él volcaron todas las experiencias de su hermano como DJ, desde sus prometedores inicios a su incipiente consagración internacional, truncada por su adicción a las drogas y su incapacidad para madurar y adaptarse a las cambiantes modas. “No todo gira alrededor de la jet set y el champagne. Buscábamos un retrato fiel de ese mundo, aunque no siempre se correspondiera con la visión que tiene de él la gente. No creo que mostrar momentos duros y tristes, que son parte de la vida, nos distancien del trabajo del DJ y del mundo de la música”.
«Los clubs están muchas veces pobremente retratados en las películas» (Mia Hansen-Løve)
Mia fue una ‘club kid’ amante del garage, una derivación vocal muy melódica del house –y uno de los estilos que más pinchaba su hermano–, y tenía claro que era muy importante reflejar de un modo creíble aquella escena parisina en que se movieron ella y tantos amigos de su generación. “Los clubs están muchas veces pobremente retratados en las películas, reducidos a unos cuantos clichés”, afirma. “Quería un nuevo acercamiento, una autenticidad que parece que nunca se ha conseguido en las películas. Para empezar, me propuse evitar clichés como las escenas con un montón de extras que aparecen bailando brevemente y muy bien. Eso no es una pista de baile real. Hay gente en los clubs que solo está por allí, no parecen nada especial, están aburridos o tomándose algo. Tratamos de captar todo el espectro de la vida los clubs”.
La música, omnipresente, está escogida con un rigor digno de alabar. A lo largo de sus dos horas suenan infinidad de clásicos del house y el ‘french touch’ de los 90 y los 00, de nombres como MK, Jose Smooth, Catalan FC, Byron Stingily, Frankie Knuckles o, claro, Daft Punk. Quienes dieron permiso para que utilizaran sus temas, algo que nunca hacen. Además, sus dos miembros aparecen en la película como personajes de la misma, protagonizando algunos de los momentos más cómicos de Eden (“querían estar presentes en la película, pero en su vertiente humana, no como los robots que han fabricado los medios de comunicación, lo cual encajaba perfectamente con lo que queríamos mostrar”). Incluso DJs legendarios como Tony Humphries protagonizan cameos en cabina.
Eden emociona por múltiples motivos, a lo que contribuye sin duda que Mia Hansen-Løve conozca tan bien aquello de lo que habla. “Quería hacer una película sobre un grupo de amigos”, que da la feliz casualidad de que hicieron historia en la música, no solo francesa. Sorprendentemente, Félix de Givry, el protagonista, no es actor profesional, “pero tiene auténtico talento y se sentía muy cómodo delante de la cámara. Su interpretación tiene muchos matices. Además, el mundo de los clubs no tiene ningún secreto para él; tiene incluso un grupo que organiza fiestas, Pain Surprises, que ha producido el tema Photomaton de Jabberwocky que utilizo al final de la película”. Un heredero de la generación del ‘french touch’ que ahora ha podido revivirla en la ficción.