El escritor Nando López ha abierto un hilo en Twitter dedicado Jamel Myles, el niño gay de 9 años que se suicidó por sufrir bullying en el colegio. Nando (@Nando_J) lanzó la cadena de tuits el 29 de agosto y ya cuenta con más de 1300 retuits y 2300 me gusta.
Muchos han aplaudido en las redes las sensibles palabras del autor, que el próximo 20 de septiembre publicará su novena novela, Nadie nos oye. Su texto es tan bonito que es obligatorio reproducirlo de pe a pa. ¡Cuidado! Corres el riesgo de sentirte muy identificado:
“M-A-R-I-C-A La primera vez que te lo dicen ni siquiera sabes qué significa. Tienes 5, 6, 7 años y lo único que entiendes de esas letras es que son algo malo, porque solo te las llaman a ti.
No es más que una palabra. Apenas tres sílabas. Pero duele y se repite tanto que te preguntas cómo librarte de ella. De la risa que suele acompañarla. De los gestos con que te imitan.
A lo mejor es que mueves demasiado las manos, así que te esfuerzas por mantenerlas quietas. Cerca de los bolsillos. Y años después, en una reunión de trabajo cualquiera, te sorprenderás repitiendo ese gesto, sujetando tus manos con fuerza debajo de la mesa.
O quizá el problema es tu manera de caminar. O tu forma de hablar, que, a los que te llaman así en clase, parece que les hace mucha gracia. Y comienzas a odiar tu voz. Tu forma de decir. Esa música extraña que oyes en ti y que, cuando ellos se burlan, te hace sentir ridículo.
O puede que no sea nada de eso. ¿Y si tienes que intentar jugar más al fútbol. O juntarte menos en el patio con las niñas. O dejar en casa esa mochila, ese juguete que dicen que «no es de niños» y que, cuando nadie miraba, te han quitado en el recreo para reírse de ti.
No lo sabes. Lo único que sientes cada vez que te insultan es que debe haber algo que marcha mal en tu interior. Hay algo equivocado dentro de ti. Algo que, día tras día, hace que ir al colegio se vuelva cada vez más oscuro. Y más solitario.
La primera vez que te llaman “marica” es probable que solo tengas 5, 6, 7 años y que no tengas ni idea de qué significa. Por eso duele más. Porque solo cuando lo sepas podrás responderles, darle la vuelta, o hasta apoderarte de ella y gritar con orgullo tu identidad.
Hasta entonces, no te sirve de mucho que te hablen del futuro. Que te digan que ya pasará. Porque si alguien no te tiende su mano en ese mismo instante puede que no llegues a atravesar esos años. Que te hundan antes. Que te rompan.
A quienes ya hemos hecho ese camino nos toca estar pendientes de esos niños. Ayudar. Ser visibles. Educar. Para que las palabras no hieran. Para que buscarse sea posible. Y para que ese crío, que, avergonzado, sujeta con fuerza sus manos las suelte de una vez.
Ojalá ese niño, feliz y sin miedo, hoy fueras tú, Jamel. Ojalá. Descansa en paz, pequeño.”
El que fuera finalista en del Premio Nadal en 2010 con La edad de la ira es un activista LGTB confeso y aprovecha todas las herramientas a su alcance para luchar contra la discriminación y dar visibilidad al colectivo. Hace unos días adelantaba un fragmento de Nadie nos oye, novela que ha “escrito a partir de entrevistas y testimonios reales de adolescentes”, para sumarse a la campaña viral de concienciación #MeQueer.
“En el equipo, por ejemplo, no hay nadie que sea gay. Y si lo hubiera, no sé si lo dirían. Habrían que ver las coñas que hacían estos en los vestuarios. Por eso me doy algo de asco cuando les sigo el juego y me río de cosas así, pero eso es de lo poco que he aprendido en estos años. Que es mejor callarse que destacar. Y que cuando te defiendes a los otros corres el riesgo de convertirte en el próximo objetivo. Me gustaría decir que he aprendido lecciones mucho más éticas y que hasta hay algo medio heroico en mí, pero estaría mintiendo. Aquí vamos todos de valientes y de Jon Snow, pero no lo somos.”. Nadie nos oye. Nando López