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Dicky ha tenido mala vida y escasa suerte, y se refugia en un cabaret perdido, en el que se encuentra, entre otros, con un tatuador y una transexual. Allí, entre canciones y bailes, se enfrenta a su futuro. Esta es la premisa de El cabaret de los hombres perdidos, una obra musical de Christian Simeón y Patrick Laviosa, que ha tenido una repercusión importante en Francia y Argentina, y que ya se ha estrenado en Madrid.
Supone una gran oportunidad para Cayetano Fernández, que se deja la piel, literalmente, en su primer protagonista. “Esta función es una auténtica obra de arte. El texto, la música, el baile, la escenografía… Todo está unido de una manera muy especial”.
Este joven actor viene de participar en otra función de éxito, Pluto, en la que se medía –en paños menores– con Javier Gurruchaga o Marisol Ayuso. “Fíjate que tenía que magrear a una señora de la edad de Marisol; ella encantada, y yo, también, nos tratamos con mucho respeto”. Presentarse en pleno festival de Mérida con una minifaldita debió ser mucho. “Y con el viento que hacía la noche del estreno, se me levantaba todo el rato y se me veía todo. A partir de la segunda función me hicieron ponerme un tanga debajo”.
A sus 26 años, se enfrenta a un reto que está disfrutando desde que empezaron los ensayos. “No me parezco en nada a mi personaje. Él es un poco chulete, y yo soy muy tímido, incluso a la hora de hacer un casting. Llevo ya diez años en Madrid y eso no ha cambiado…”. Su Dicky tiene muy claro lo que quiere y no parará hasta conseguirlo. “La primera oportunidad que le ofrecen en la obra para mejorar su destino es convertirse en actor porno gay. Él no es gay, y de primeras rechaza la oferta, hasta que piensa que puede ser una llave para ganar dinero y hacerse famoso, y pasa por el aro. Igual no debería contarlo…”. Hecho está, y puede ser un reclamo para muchos espectadores.
«ESTA OBRA EXCITA BASTANTE. CREO QUE AL PÚBLICO LE VA A PONER»
De nuevo, Cayetano asegura no identificarse con su personaje, él no se vende con facilidad ni por un buen proyecto. “Me he presentado a castings, para proyectos que han triunfado, en los que lo primero que me pedían era que me desnudase, sin justificar por qué. Y decidí no hacerlos”. No porque tenga reparos a desnudarse, ojo. “Porque en otros castings, sin que me lo hubieran pedido, he llegado y me he desnudado yo porque la situación lo pedía”.
Para meterse en situación, lo primero que le tocó nada más conseguir el papel fue posar desnudo para una sesión de fotos promocional de Javier Naval. “Nunca había estado desnudo delante de tanta gente. Y para empezar, me tuvieron que maquillar todo el cuerpo con tatuajes, así que me tuve que quitar la ropa en cuanto llegué. Menos mal que solo pasé 10 segundos de mal trago”. En esta función los desnudos están más que justificados, según cuenta, y está convencido del efecto que van a tener en el espectador. “Es una obra que excita bastante, porque todo está hecho con gusto, no es nada obscena. Ten en cuenta que somos cuatro hombres todo el rato en escena, y que cuando nos tenemos que cambiar lo hacemos delante del público… Todas las tramas tienen un fuerte componente sexual. En una de ellas estoy semidesnudo con los otros tres actores a mi alrededor tocándome, oliéndome… Al fin y al cabo, es la historia de un joven que vende su cuerpo con tal de conseguir lo que quiere. Creo que al público le va a poner”. Esos tres compañeros son Ferran González encargado de dar vida a una transexual–, Armando Pita e Ignasi Vidal, todos ellos dirigidos por Víctor Conde.
Cayetano conocía esta obra de culto antes incluso de saber que iba a participar en ella –la vio en Argentina–. La fascinación que le despertaba parece haber jugado a su favor a la hora de protagonizarla. Y por mucho que tenga un fuerte contenido sexual, lo que al actor más llamó la atención fue la pregunta que plantea al espectador: “¿El destino lo elegimos nosotros o ya está escrito?”. A él le hizo pensar mucho sobre cómo merece la pena esforzarse por cambiar lo que no nos gusta en nuestras vidas. ¿A qué conclusión llegó? “Creo que existe un guion, pequeñito, pero nosotros podemos alterarlo siempre que queramos. Cuesta creérselo, pero una vez lo consigues ves que funciona”. Lo dice él, un actor muy tímido que ahora seduce a todo el que se le pone delante, semidesnudo y tatuado, en un cabaret de lo más morboso.
EL CABARET DE LOS HOMBRES DESNUDOS SE REPRESENTA A PARTIR DEL 11 DE NOVIEMBRE EN EL TEATRO IFANTA ISABEL DE MADRID