“Soy tremendamente afortunada porque salgo del armario con mi madre 100 veces al año”. Cada vez que Tina, una mujer transexual que inició el proceso de cambio a los 50 años, visita a su madre en el hospital, se produce un curioso y maravilloso fenómeno.
Enferma de demencia senil, no es capaz de recordar muchas de las cosas que su hija le cuenta cada vez que acude verla. Así que le confiesa su sexualidad una y otra vez. Su reacción, lejos de cualquier mal gesto, siempre es la misma: “Ahora tengo una nueva y preciosa hija”, expresa entre abrazos a Tina. Ella tenía miedo a que, dada la avanzada edad de su progenitora, la revelación torpedease aún más su salud. Ha quedado claro que sucede todo lo contrario…