En 1896, justo cuando Munich estaba a punto de abandonar el simbolismo y entregarse al Art Nouveau, Wassily Kandinsky (1866-1944) abandonó su Rusia natal para estudiar pintura en la ciudad alemana con maestros como Anton Azbé y Franz von Stuck. Allí empezó con pequeños paisajes tardo-impresionistas y obras de brillantes colores al temple inspiradas en antiguas leyendas germánicas o en la vida arcaica del Imperio Ruso. Fue durante sus estancias de verano en Murnau cuando Kandinsky creó las primeras obras con colores antinaturalistas y brillantes para traducir la realidad a imágenes planas y bidimensionales, inspiradas por el fauvismo. Un trabajo que lo llevaría a experimentar con el arte abstracto y las investigaciones del color, y que alcanzaría su plenitud en el movimiento Der Blaue Reiter (El jinete azul) entre 1911 y 1912, junto a otros como Franz Marc, August Macke o Arnold Schönberg.
A punto de cumplirse 150 años del nacimiento de uno de los mayores precursores del arte abstracto, CentroCentro Cibeles, en colaboración con el Centro Pompidou de París y Arthemisia Group, celebra el legado artístico de Kandinsky con una exposición que abarca cuatro décadas de trayectoria, desde las primeras obras figurativas hasta las exuberantes experimentaciones de abstraccionismo y color.
La retrospectiva comienza con ese primer acercamiento a la teoría del color en Munich y continúa con su paréntesis en Rusia durante la I Guerra Mundial, los años como profesor de la Bauhaus junto a Walter Gropius y Paul Klee –donde perfeccionó su relación con los colores y las formas geométricas–, y termina con su traslado a París a causa de la represión nazi.
Kandinsky. Una retrospectiva se desarrolla en orden cronológico, en cuatro secciones a lo largo de ocho salas, y reúne obras fundamentales de Kandinsky como Ciudad vieja, Canción, Improvisación III, En gris, Amarillo, rojo y azul o Cielo azul.
LA EXPOSICIÓN KANDINSKY. UNA RETROSPECTIVA PUEDE VERSE EN CENTROCENTROCIBELES (PZA. DE CIBELES, 1) DE MADRID HASTA EL 28 DE FEBRERO