Sabemos que hace falta mucha fuerza de voluntad para ir al gimnasio, no siempre hay ganas, a veces está lejos, no siempre puedes ir con amigos… y un largo etcétera de motivos que nos damos para quedarnos en casa terminando la caja de galletas.
Pero es que esos torsos, esos abdominales o esos culos que vemos en verano no aparecen solos, así que hay que llenarse de energía y no pensarlo dos veces. Como queremos hacerte todo más fácil, te vamos a hablar de las 5 fases por las que vas a pasar, para que no te pillen de sorpresa.
1. Negación
Piensas que en realidad no es imprescindible, y te das de margen para decidirlo el tiempo que dura un capítulo de tu serie favorita, pero es que ha acabado tan interesante que solo quieres ver el siguiente, y total, al gimnasio puedes ir mañana…
2. Ira
¿Por qué tienes que ir al gimnasio? ¿Por qué no podemos ir todos en sillas flotantes como en Wall-E? Nadie tendría preocupaciones e Instagram solo serviría para subir fotos de paisajes, pero… ¿de verdad quieres un futuro así?
3. Ilusión
¿Quién será el chulazo que está en esa máquina? ¿Y si voy y le pregunto cómo funciona? Quizá me enseñe, a lo mejor se queda conmigo, quizá al salir podamos tomar algo. Es más, puede que durmamos juntos y sea el hombre de mi vida.
Este tipo de pensamientos, por lo general totalmente irreales, harán tu visita al gimnasio mucho más llevadera.
4. Depresión
Llevas dos semanas, estás agotado, ningún chico se ha acercado a ti en el gimnasio más que para pedirte la hora y vuelves a desmotivarte porque no notas ninguna mejora en tu cuerpo. No te preocupes, esta fase pasa, lo que hay que hacer es no rendirse, tienes que ser paciente y aguantar, porque enseguida empezarás a notar los cambios.
5. Aceptación
Lo has conseguido, te sientes mejor tanto por dentro como por fuera, este verano podrás lucir abdominales y no jugar a pintártelas con rotulador, ya te has hecho una rutina y notas que tienes más salud que nunca.